Momentos en los que quizá debamos guiarnos más por nuestra intuición y dejar a un lado la pregunta que da título a este artículo
?¿Y si se siente ofendido porque yo salga corriendo? ?reflexionó el hombre.
Y el león se lo comió.
Estaréis conmigo en que, por lo general, las personas somos seres inseguros por naturaleza. Es posible que nuestra intuición haya sido sustituida por una tendencia a la aceptación social absoluta, dejando muy poco a la improvisación, y centrándonos en salvaguardar nuestra propia integridad para evitar daños mentales o emocionales.
Los ¿Y sí?? han sido creados para ello, no me cabe la menor duda. Pensamientos como ¿Y si me dice que no? ¿Y si no consigo hacerlo? ¿Y si todo sale mal y no logro mi cometido? ¿Y si?? ¿Y si?? y mil veces ¿Y si??
El devenir de nuestros días nos lleva, de forma irremediable, ante situaciones donde es imposible ejercer un control directo. Momentos en los que quizá debamos guiarnos más por nuestra intuición y dejar a un lado la pregunta que da título a este artículo. ¿Vosotros pensáis que ese león duda antes de abalanzarse sobre el joven indeciso? ¿Y si no consigo atraparlo? ¿Y si sus progenitores se percatan de mi acción y arremeten contra mí haciéndome daño? ¿Creéis que todo esto pasa por su cabeza? En absoluto, le va la vida en ello. Él actúa primero y se pregunta después si lo que ha realizado tiene un beneficio directo.
No tengo la menor duda de que nuestra especie sea una de las más avanzadas, pero creo que esa misma evolución que nos da alas en muchas ocasiones, nos las corta en otras donde es necesario ese impulso más visceral. Ese pensar con el corazón y no con la cabeza. Ese algo que también da vida.
Nos movemos en un mundo donde la opinión de los demás copa nuestras preferencias, haciendo que nuestra capacidad de decisión se vea mermada al completo, adaptándonos a las convenciones sociales del momento y a lo políticamente correcto, sin importar que eso conlleve una pérdida para nosotros.
Lo que muchas veces no sabemos es que esas inseguridades nos van a lastrar a la larga, inundando nuestro cerebro de preguntas con las cuales maldecimos esa mala praxis en momentos cruciales para nosotros. Entonces nos damos cuenta de aquello que pudo haber sido y no fue, de esa chica que tanto te gustaba y dejaste escapar por miedo al rechazo, o de aquel trabajo que negaste por no tener la seguridad de que podrías realizarlo.
Y aquí llega el lamento, la catarsis, la pena. Y ahí se van los sueños, la vida, las metas.
Y aquí llegan de nuevo los ¿Y si??
¿Y si no existiera el dichoso "¿Y si??"?
Nos leemos el domingo que viene por aquí o, hasta entonces, en Instagram y en mi nueva página de Facebook (Rubén Juy).