No tienen eco mediático. Nadie lleva la cuenta por comunidades autónomas, ni por provincias, ni por zonas básicas de salud. No suscitan convocatorias de urgencia de los diferentes consejos de gobierno, ni ruedas de prensa, ni campañas publicitarias. Son muertes silenciosas, discretas, admitidas a los ojos del español medio. Cada año por estas fechas el Ministerio de Sanidad comunica el balance del año anterior, casi doce meses después de haber finalizado el período al que se refiere, como si tampoco hubiera ninguna prisa por recoger los datos en frías tablas y figuras. El último informe, correspondiente a las interrupciones voluntarias del embarazo (IVE) durante 2019, arroja un total de noventa y nueve mil ciento cuarenta y nueve. IVE es el nombre socialmente aceptado del aborto provocado; 99.149 su cifra socialmente aceptada en un año, ya el tercero en que va aumentando, aunque quizá hayan escuchado varias veces que, gracias a la ley vigente, disminuyen los abortos. Ya.
Es muy complicado encontrar respuesta a este informe en medios de amplia difusión, en forma de columnas de opinión o reportajes sobre esta realidad invisible. No debe resultar fácil poner negro sobre blanco que en España existe una ley que permite la eliminación de la vida humana antes del nacimiento como ejercicio de un derecho de la gestante mientras la Constitución Española en su artículo 15 sigue afirmando que "todos tienen derecho a la vida". ¿Todos? Ya.
Tampoco cuadra esta cifra de abortos, casi frisando los cien mil, con la supuesta madurez de la sociedad. ¿Qué educación afectiva-sexual se promueve cuando se asimila en muchos casos el aborto como un método anticonceptivo? Con la concepción ya sucedida, claro. Conviene recordarlo. ¿Vamos a seguir dejando esto en manos de internet?
No encaja tal cifra de abortos en un contexto reivindicativo de la igualdad entre mujeres y hombres, aunque convive con un feminismo fuertemente parasitado por determinadas fuerzas políticas, que incluso pelean por acaparar esa causa y la controlan a través del presupuesto (v.g., un partido que gobierna inventa un acoso por razón de género y han callado). ¿No es la apoteosis del machismo señalar a una mujer, en un momento de grave dificultad, que su libertad pasa por decidir la eliminación del ser que se desarrolla en su seno? ¡Cuánta crueldad!
Tampoco es fácil leer o escuchar la denuncia acerca de las escasas ayudas para la maternidad y paternidad, que en ese tiempo difícil de decisión son ofrecidas con una frialdad burocrática que más bien parece todo el proceso orientado al aborto. No es nada garantista para el no nacido, y no es descabellado pensar qué ocurrirá con análogos procesos en curso legislativo.
Por último, la caricaturización con que se despacha esta tragedia. Hace un año me preguntaba quién lloraría con Raquel y por sus hijos. Pocos meses después estuve cerca de una Raquel, y estuve con ella hasta donde debí estar. No hubo nacimiento. Luego volví a estar cerca, por supuesto. ¿Será que es una falacia más la de que los médicos que apostamos firmemente por la vida nos desentendemos de nuestros pacientes? Ni las mujeres que abortan ni los enfermos que se desesperan por su situación nos tendrán lejos, sino mucho más cerca. ¿Acaso no nos vamos a preocupar por proporcionarles los mejores cuidados si nos sentimos llamados al servicio de la vida? Porque ya basta de consentir esas frivolidades de que otra legislación causaría muertes clandestinas de mujeres (enlazo esta reciente y aberrante noticia de toda una oficina de prensa del Parlamento Europeo) y de que ser contrario a la eutanasia sume a los enfermos en terribles sufrimientos. ¿Se piensan que nos encarnizamos? ¿Que no intentamos paliar? ¿Que condenamos a una mujer por tomar una decisión que no compartimos? No nos conocen, pero difaman. No les importa nuestro código deontológico, que nunca es personal sino profesional. Nos remiten a la objeción de conciencia, ¡sólo faltaba que la impidieran!, pero encima registrándonos: ¡un timbre de gloria estar en esa lista!
También caricaturizan con la Iglesia: "inquisición", "concordato", "IBI", "pederastia"? son las palabras clave en la agitación del cóctel de descalificaciones. Cada vez que la Iglesia enseña desde su magisterio a sus fieles sobre la protección de la vida humana y de los más vulnerables, la retahíla burlona de siempre. Debe admitirse que les funciona, porque muchos católicos han comprado la cantinela del pretendido progreso y la falsa libertad. Consuela que la Madre no se canse de enseñar y no le importe quedarse sola. Muchos partidos políticos, como echan cuentas terrenales, a cuatro años vista, hace tiempo que dejaron atrás cualquier atisbo de defensa del derecho del no nacido. Total, en la pandemia IVE19, hay una parecida todos los años, solamente fueron 99.149.
En la imagen, "Masacre de los Inocentes" (León Cogniet, 1924; Museo de Bellas Artes, Rennes)
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