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Dios también comete errores
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LA OPINIÓN DE RUBÉN JUY

Dios también comete errores

Actualizado 29/11/2020
Rubén Juy

No podemos olvidar que, el mejor vicio de Maradona siempre fue, y será, hacer arte futbolístico

Dios también comete errores   | Imagen 1"...ahí la tiene Maradora, le marcan dos, pisa la pelota Maradona, arranca por la derecha el genio del fútbol mundial, puede tocar para Burruchaga, siempre Maradona, ¡Genio, genio, genio! ..."

Cualquiera que ame este deporte, de verdad, sabrá reconocer estas palabras e incluso ponerle sonido. Se trata de la narración que el periodista uruguayo Víctor Hugo Morales puso a uno de los mejores goles (quizás el mejor) en la historia del fútbol mundial. Estamos hablando del año 1986 y del mundial de fútbol de México, en el que la propia Argentina de Maradona se hizo con el título.

Yo no nací hasta ocho años después, por lo que he podido disfrutar de un porcentaje muy pequeño de aquella gesta, valiéndome de lo que nos aportan, hoy en día, la infinidad de vídeos, fotos y material documental general de aquellos tiempos tan queridos por muchos. A pesar de ello, nadie puede dudar, al ver aquel gol, que cuando la gente habla de Maradona como el mejor futbolista de todos los tiempos, lo hace con un criterio basado en hechos, estadísticas y, en especial, sensaciones subjetivas al verle correr con la pelota entre los pies. Hasta ahí estaremos de acuerdo casi todos.

El problema de Maradona nunca fueron sus piernas y su calidad futbolística. Su mayor hándicap se encontraba en saber controlar su cabeza y redirigirla hacia la parte correcta. Alguien que ha nacido para copar el top histórico de mejores deportistas de todos los tiempos, no puede ser recordado por elegir el camino equivocado durante su última etapa laboral y, en especial, después de retirarse.

Supongo que, cuando alguien sabe que está en boca de todas las personas del planeta Tierra, tus niveles de adrenalina se disparan a cifras desorbitadas. La presión con la que sales a la calle es crítica y todos te comienzan a ver como un objeto, un ente deshumanizado que ha sido creado para jugar al fútbol y punto. Diversión, ocio, dinero. Te debes sentir como un mono al que explotan y presionan para que haga su mejor acrobacia en un circo ilegal. Sabes que vas a hacer tu trabajo bien, porque tienes un don para ello, pero sientes que los aplausos finales no valoran al Maradona como persona, sino a esa especie de ser extraterrestre en el que te has convertido. Todo esto le lleva a rodearse de personas que solo buscan su propio interés y terminan explotándole aún más. Le incitan a llevar a cabo una vida que no debe y, ya sea por poca personalidad o por escasos conocimientos sobre el peligro, termina metido en un agujero negro del que nunca sabe salir.

Maradona ha sido una persona que ha caído en todo tipo de vicios, de nada sirve enumerarlos aquí, ya que todos los que tengamos un mínimo de información sobre el tema los conocemos. No quiero justificar su comportamiento y solo puedo denunciar la imagen tan pésima y lamentable que ha regalado a los amantes del futbol y a los niños que le tenían como referente, en los últimos años.

Diego Armando debe pasar a la historia tanto por lo bueno como por lo malo. Tras su repentina muerte, hace tan solo unos días, nos encontramos con la tesitura de elegir, nosotros también, qué camino tomar a la hora de presentarle la figura de Maradona a nuestros hijos, nietos o personas que hayan tenido la mala suerte de no conocerle antes de su fallecimiento. Creo que, como en casi todos los aspectos de la vida, en el centro está la virtud. Claro que tendremos que difundir su final y alertar sobre lo deplorable de mezclar deporte con vicios. Forma parte de la educación general de las personas y es algo que debemos tener en cuenta siempre. Pero, a su vez, no podemos olvidarnos del otro Diego, de aquel que lo hacía tan bien. Ese que movía corazones con este deporte y lograba que hasta los comentaristas deportivos, como aquel con el que empiezo este artículo, finalizaran la narración de sus goles con lágrimas en los ojos.

No podemos olvidar que, el mejor vicio de Maradona siempre fue, y será, hacer arte futbolístico.

Nos leemos la próxima semana por aquí, o, si lo preferís, en Instagram.

@rubenjuy