La provincia y el Covid en otoño: necesidad de apoyo vecinal e impulso de las instituciones

Covid-19 es el término que más estamos utilizando, urbanitas y rurales a partes iguales, desde el pasado mes de marzo. Es hablar de un virus que ha puesto patas arriba las más íntimas motivaciones que puede tener el ser humano, afectando desde el habitual ritual de ir a comprar el pan hasta los más desgarradores momentos como son la despedida de un familiar.

Precisamente sobre esto último debemos recapacitar. Escuchar a un sacerdote "de pueblo" como Fernando García la manera en la que casi le suplicaban que hiciera una videollamada en pleno camposanto, al borde del nicho, para poder despedir a los suyos, es una imagen que impacta, pero que deja una huella que apenas nada puede tapar y que ofrece la dimensión real de una pandemia que, lejos de relajarse, parece coger fuerza con la llegada del otoño.

Pero en la provincia, en nuestros pueblos, savia que alimenta a todo el territorio, la situación se está viviendo de manera diferenciada y diferenciadora. Navegamos entre el miedo lógico de la situación, que mezcla realidades difíciles de tratar, entre la no gobernanza y la falta de ética personal de algunos, con la sensación de que ya nada va a ser lo mismo, que la normalidad ya será siempre la de las precauciones, la de los miedos mas íntimos, la de no volver a ser los que éramos. Pero volveremos a serlo.

Y entre tanto nos encontramos infinidad de localidades, de norte a sur, que reconvierten esa sensación de incertidumbre en valores que fomentan el turismo, que ofrecen nuevas experiencias y que subrayan la importancia de conocer la raíz histórica más destacada de sus municipios. No son pocos los que destacan la fortaleza del tejido turístico rural, que se ha visto exponencialmente aumentando este verano y hoy, recibiendo al otoño, continua siendo una apuesta segura que cada vez tiene más potenciadores. Y en eso debemos estar.