Undécima entrega de la serie de Ángel Iglesias Ovejero sobre los 'Nombres y símbolos de exaltación' franquista
Hace unos días se anunció el Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática (ALMD). Ha suscitado comentarios adversos por parte de los voceros, que ya no necesitan mascarilla ni bozal para proclamar su arraigado franquismo, y alienta un moderado optimismo en quienes esperan del mismo un poco más de eficacia que la vigente Ley de Memoria Histórica (2007) y otras normas complementarias con respecto a los objetivos propuestos. En la exposición de motivos, con un lenguaje adecuado al quinto de siglo que ya sobrepasa el movimiento memorialista, reitera lo que ya se sabía:
"La memoria de las víctimas del golpe de Estado, la Guerra Civil y la dictadura franquista, su reconocimiento, reparación y dignificación, representa, por tanto, un inexcusable deber moral en la vida política y es signo de la calidad de la democracia. La historia no puede construirse desde el olvido y el silenciamiento de los vencidos".
Convendría añadir que la historia no puede construirse tampoco con la ciega aceptación de una versión triunfalista de los hechos que santifica los llamados "Movimiento salvador, la Cruzada y el Régimen", a lo cual todavía remiten los "símbolos y elementos contrarios a la memoria democrática" (ALMD, art.36), cuya depuración o eliminación requiere, previamente, establecer un "catálogo de vestigios y elementos" calificados en tal sentido (ALMD, art.37).
En cierto modo, esto fue lo que hicimos en Ciudad Rodrigo y su entorno en 2017, con una visita a las localidades del cuadrante sudoccidental de la provincia de Salamanca. Los vestigios más palpables estaban en la cabecera de la comarca ("Secuelas", 12/10/2017 y 19/10/2017), algunos de los cuales han sido retirados (letreros dedicados a "José Antonio" en los muros de dos iglesias mirobrigenses, supresión de la coletilla "Caudillo" en el topónimo "Águeda"), y no vale la pena insistir en ello. Pero se indicaban otros sobre los que la corporación municipal de entonces y de ahora, así como las agrupaciones sindicales y los vecinos concernidos siguen guardando un vergonzante silencio: el nombre del escritor fascista Agustín de Foxá en el callejero, símbolos franquistas en el actual "Edificio de Sindicatos", sito en la plaza de Herrasti, y en "las Casas del Uranio", fronteras de "la Avenida de España", así como una placa ubicada en los soportales del antiguo Instituto de los Sitios (antiguo Cuartel de la Bomba), dedicada "a los caídos por Dios y por España" en el frente "nacional" entre 1936 y 1939, que no tiene nada de inocua bajo la ambigüedad que podría excusarla. Porque efectivamente aquellos combatientes fueron víctimas, pero la leyenda es mera propaganda del nacional-catolicismo, pues utiliza abusivamente el nombre de "Dios", que nunca ha declarado guerra alguna, y el de "España", que también era patria de los republicanos que murieron en similares circunstancias (y por supuesto de los que fueron asesinados inermes). Así que resulta blasfematorio poner en la cuenta divina las muertes causadas en la guerra declarada por los sublevados contra la República y aplica indebidamente el concepto histórico de España, como si solamente los vencedores hubieran sido españoles y hubieran tenido "ideales" (como entonces se decía), aunque casi con seguridad la mayoría de quienes combatieron en el frente no lo hizo por voluntad propia.
En aquella encuesta efectuada en unas ochenta localidades de la comarca mirobrigense y de la Sierra se hallaron vestigios de exaltación franquista en una quincena de ellas, después de su recogida o modificación en bastantes otras. Además de Ciudad Rodrigo, los callejeros de Gallegos de Argañán, Martín de Yeltes y Espeja homenajeaban a promotores de la sublevación antirrepublicana de 1936 o servidores de la Régimen surgido con ella. Se percibía algún indicio del simbolismo fascista en una fuente de La Alberca, donde fue retirado en 2016. Lo más extendido eran las "cruces de los caídos", cuya significación como "lugares de la memoria franquista" en los espacios ocupados era bastante variable ("Secuelas", 26/10/2017). Decenas de ellas no tenían nombres, quizá por haber sido retirados con algún grito ritual falangista o proclamas nacional-católicas (hechos comprobados de Casillas de Flores y El Bodón). En otros casos quedaban indicios de picados o raspados que a veces dejaban la evidencia de lo que debían ocultar. Y en contadas ocasiones se había remplazado el listado y su contexto simbólico con alguna fórmula genérica, reveladora de mejor voluntad que acierto. En consecuencia, existía una serie de localidades donde las citadas cruces permanecían intactas o con modificaciones insuficientes: Agallas, Carpio de Azaba, Castillejo de Martín Viejo, Cespedosa de Agadones, Ciudad Rodrigo, Gallegos de Argañán, Monforte de la Sierra, Muñoz, Puerto Seguro y Zamarra, además de Peñaparda y Sancti-Spíritus, donde la ocultación simbólica era insuficiente. La descripción detallada (disponible para quien la requiera) terminaba con un somero balance:
"En suma, actualmente [26/10/2017] hay una quincena de localidades en la comarca de Ciudad Rodrigo y la Sierra que conservan símbolos y/o nombres que constituyen exaltaciones del franquismo. Águeda del Caudillo, Ciudad Rodrigo y Gallegos de Argañán son las localidades donde los indicios franquistas son más numerosos y patentes. Pero también llama la atención la redundancia de los listados de "caídos" en Monforte de la Sierra".
Al parecer, en febrero de 2019 ocho localidades de la comarca de Ciudad Rodrigo recibieron notificación del Ministerio de Justicia para la eliminación de los vestigios franquistas que en ellos hubiera (principalmente nombres en el callejero): Castillejo de Martín Viejo, Espeja, Gallegos de Argañán, La Atalaya, La Fuente de San Esteban, Puebla de Azaba, Serradilla del Llano y Villar de Argañán. Solamente se tiene constancia de que respondiera al requerimiento Espeja, donde en la nomenclatura se cambiaron los nombres de "Calvo Sotelo" y de "Salas Pombo" por los de calle de "La Fragua" y calle "La Dehesa", respectivamente. Y siendo esto último así, no se entiende por qué el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo no ha recibido tal requerimiento o ha hecho caso omiso del mismo, sobre todo en el ostensible homenaje que supone una calle dedicada a uno de los fundadores de la Falange, como es el escritor Agustín de Foxá, que por ello tiene una responsabilidad mayor que Calvo Sotelo en los estragos causados en esta zona por las Milicias Fascistas. Cabe preguntarse si la dedicatoria a este personaje de una vía urbana importante en 1963 por una alcaldía adicta al Movimiento desde el día 20 de julio de 1936 no fue una forma de pagarle los servicios prestados por él mismo y sus correligionarios. Como hemos expuesto repetidamente, en el espacio docente de Los Sitios (antiguo Cuartel de la Bomba) los Falangistas preparaban los viajes macabros que, con frecuencia, por el entonces llamado "Paseo de las Madroñeras" o "Paseo Nuevo" llevaban a la mortífera carretera de las Serradillas, haciendo escala eventual en los aledaños del antiguo monasterio de La Caridad (presunto lugar de detención en 1936 y campo de concentración confirmado en 1939). Pertenecía a la familia de "los Foxá", nombre que por analogía fonética parecía destinado a albergar "fosas", como efectivamente sucedió en sus cercanías, donde hubo numerosas ejecuciones extrajudiciales y enterramientos clandestinos de republicanos cuyos restos óseos han aparecido unas veces y otras no.
En los años sesenta, dicho cambio de nomenclatura callejera contribuyó a saturar de simbología franquista los huecos urbanos que, por afinidad u oportunismo, le dejaban quienes se reclamaban de la tradición militar, nobiliaria o terrateniente y eclesiástica, así como los funcionarios, comerciantes, banqueros, pequeños industriales y en general las personas empleadas en profesiones liberales que, en parte, se nutrían todos de la precariedad o el vacío económico, educativo e institucional del entorno comarcal. Ya iniciada la desbandada migratoria, que algunos descarriados a veces atribuyen a la liberalidad del "Caudillo", los tentáculos del Régimen dejaban su marca en las sedes de "los sindicatos verticales", en la toponimia de la insuficiente y casi anacrónica colonización del Águeda, en las viviendas vinculadas con el ponzoñoso oropel de la extracción de uranio. En ellas se conmemoraban "los XXV Años de Paz", que los opositores al Régimen, sindicalistas de verdad y hasta los curas progresistas calificaron "de Tranquilidad", por alusión a "la tranca" de la Dictadura, denunciando una operación de propaganda que convertía al "Caudillo", vencedor en la Guerra Civil, en "el Pacificador". Aquel simbolismo subsiste en las denominadas "viviendas de protección oficial" de entonces.
Entre 2017 y 2019 se eliminaron los elementos más visibles y menos costosos en la estrategia electoralista (porque la tibieza de "los partidos de izquierda" mirobrigenses es tal, que piensan perder votos cuando se muestran explícitamente solidarios con el legado republicano e ignoran que vender el alma no suele ser rentable a largo plazo). El resto de la cochambre simbólica espera un lavado que podría venir de esa proyectada ley, si es que sigue adelante y, sobre todo, si se aplica el régimen sancionador previsto (ALMD, título IV). Para ello habría que acelerar el mecanismo y no esperar a que las infracciones prescriban o fallezcan todos los que de algún modo se han sentido víctimas. Empieza a ser una realidad en este territorio de "la España vacía". Tampoco les vendría mal a los defensores de la desmemoria y practicantes de la desvergüenza histórica que los protestantes contra semejante desafuero "cerraran el pico" definitivamente. Pero, de momento, sería de mal gusto darles esa satisfacción.
Referencias:
https://salamancartvaldia.es/not/161875/nombres-simbolos-exaltacion-4-ciudad-rodrigo/
https://salamancartvaldia.es/not/162968/cruces-caidos-otras-manifestaciones-nacional-catolicismo-so/
https://salamancartvaldia.es/not/222560/agustin-foxa-conde-facha-siempre-presente-callejero-ciudad/