Albert Camus: La Peste. En honor a los sanitarios 

Estas palabras, siempre breves y precipitadas, van llenas de afecto y admiración, por todos los que están luchando más directamente contra este maldito virus y nos tienen tan cuidados a los demás. Gracias

Junto con Sócrates, que lamentablemente no dejó nada escrito, Camus es para mí el filósofo más querido. Y Kant el más valorado por sus escritos sobre ética.

Camus tuvo el mérito de la honestidad intelectual y no cayó en las numerosas trampas de las ideologías totalitaristas en la primera mitad del siglo XX: Totalitarismos, Nazismo y Comunismo soviético.

Hace tiempo compré sus obras completas, que no he dejado de estudiar y disfrutar. Su honestidad radical, le llevo a hacer un camino lleno de dudas y angustias, durante mucho tiempo. También sufrió conflictos con algunos contemporáneos, como Sartre ¡Tan comunista él, con la que ya estaba cayendo en Rusia! Y contra los defensores del terrorismo en la guerra de Argelia.

Además, Camus es Premio Novel de literatura, da gusto leerle.

Pasó por un primer periodo, en el que sufrió el sentimiento del absurdo ("El Extranjero" es una de sus obras más existencialistas), no encontraba el sentido de la vida y consideraba al suicidio el principal problema filosófico.

Un segundo periodo memorable, la "rebelión" contra el absurdo (muy bien representado por "Mito de Sísifo"). De Sísifo, condenado a subir la pesada piedra una y otra vez a la montaña, nos dice:"hemos de imaginar a Sísifo dichoso". Una apuesta por encontrar sentido a la vida, una protesta radical contra el sin sentido, reconociendo que estamos solos, en un mundo sin Dios.

En el tercer periodo, acaba encontrando el sentido de la vida con una filosofía abierta a la humanidad, con la que siente solidario. En él, canta a la luz, las playas y al amor de su madre, recordando su infancia, en Argel.

El personaje del "médico", Rieux, en La Peste, es Camus encarnado, creo yo. Un médico no creyente, en un mundo sin Dios, que no duda en arriesgar su salud y su vida por los demás. Ante el sufrimiento humano, no duda, se empeña en evitarlo. "Si el hombre quiere ser algo, tiene que serlo en esta vida", nos dice.

El médico es testigo de los que huyen de Orán, ciudad del confinamiento; también de los héroes y los solidarios. Sin dudarlo se une a los que aman a la humanidad. Su testimonio es conmovedor: "algo se aprende en medio de las plagas: que hay en el hombre más cosas dignas de admiración que de desprecio". Por ejemplo, son dignos de admiración los que "no pudiendo ser santos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan por ser médicos".

El mismo médico, Camus, creo yo, era de mente muy lúcida, abierta y tolerante. Bien le vendría leer a Camus también a algunos de los que están entre nosotros, los que no aceptan la solidaridad de otros ciudadanos, porque contradicen su ideología sectaria (no quiero acordarme de sus nombres, que usted bien sabe), se ríen de los que rezan y no valoran lo que hacen tantos voluntarios y personas privadas de todo tipo y condición.

Estos sectarios están seguros de poseer la verdad, y no dudarán en imponerla. A ellos les digo yo lo que canta Pesoa: "Ni a los dioses les pido la verdad".

Al final de La Peste, Rieux, el médico, Camus, le responde a un creyente (Paneloux) que le habla de la fe y la gracia para poder soportar el sufrimiento de un niño:

-"Es lo que yo no tengo, ya lo sé. Pero no quiero discutir esto con usted. Estamos trabajando juntos por algo que nos une más allá de las blasfemias y de las plegarias.

Esto es lo único importante?

-Y, sin embargo , no le he convencido, dice Paneloux, al final del dialogo.

-¿Eso qué importa?- responde Rieux- Lo que yo odio es la muerte y el mal, usted lo sabe bien. Y lo quiera o no, estamos juntos para sufrirlo o combatirlo"