Francisco Montero se ganó a ese público con su buen hacer en los festejos populares, donde cautivó por sus formas hasta el punto de preguntarse la gente cómo no estaba en las ferias
Siguen los Carnavales con Ciudad Rodrigo de bote en bote y ni el habitual bajón de los lunes se notó en esta ocasión, con la plaza de nuevo a reventar para ver a estos toreros del futuro que se abren paso en las filas novilleriles.
Atención añadida que abría el cartel un muchacho que se ha convertido en la atracción de su escalafón gracias a buscarse la vida por su cuenta e irse a las capeas cuando dejo de sonar su teléfono. De esa manera, el pasado año, en esta misma plaza, de Ciudad Rodrigo, Francisco Montero se ganó a ese público con su buen hacer en los festejos populares, donde cautivó por sus formas hasta el punto de preguntarse la gente cómo no estaba en las ferias. Por esa razón, en el crepúsculo taurino de 2019, al empezar a sonar su nombre tras solventar las actuaciones que se ganaba a golpes de triunfo, para la afición mirobrigense fue tal ilusión que ya soñaron con verlo en esta edición en un festejo 'serio'; algo parecido a lo ocurrido años atrás con David Mora.
Y allí llegó Francisco Montero, con su habitual terno blanco y plata que recordaba al de los inicios de Miguel Abellán. Lo hizo con la ilusión de quien hace el paseíllo sabiendo que se lo ha sabido ganar, abriendo la tarde, muy firme en todo momento. Hasta el punto que ya se ganó a la gente en el momento que recibió a su novillo en los medios, de frente y por detrás, con un cambio. Ya con los 'tablaos' en ebullición volvió de hinojos para interpretar lances a una mano con el capote arrebujado, aunque al tercero el novillo le cogió por la barriga y quedó resentido el matador, doliéndose y con claras quejas durante el resto de la lidia.
Tras ser asistido volvió con el percal para regalar un recital de variedad. Tras brindar a unos amigos firmó una faena intensa, sin que en ningún momento agobiase a un novillo que protestaba mucho por el pitón derecho y embestía con más armonía por el izquierdo. Montero se dejó enganchar en algunos muletazos del primer tramo de la faena, aunque ello no mermó para nada su pausada entrega. A cada momento le dio los tiempos precisos al animal, hasta acabar con las usuales manoletinas. Mató de horrible metisaca del que salió trastabillado y rodó la res. Dos orejas exageradas por el fallo en la suerte suprema.
En los abarrotados tendidos se encontraban varios toreros, entre ellos el esperado Morante y El Capea, que ya velan armas en Ciudad Rodrigo. También fue muy grata la presencia de uno de los últimos genios, el gran Julito Aparicio, quien hace ya un cuarto de siglo nos regaló muchos de los momentos más emocionantes que hemos vivido y, durante varios parajes de la lidia de Montero, se levantó para aplaudirlo.
Por eso, una vez que rodó el novillo, un montón de aficionados le dispensaron una gran ovación a este artista que un año en Madrid frente a 'Cañego', aquel toro de los Lozano, interpretó una de las más bellas sinfonías toreras vividas en una plaza.
Y con la Fiesta vida salió el segundo, más bajo de raza, frente al que saludó de capa un arrebatado Antonio Grande. El novillero de San Muñoz, que ya conoce el éxito en esta plaza, dejó muestras de su clase ante un torete parado y sin casta. Trazó brillantes naturales, aunque sin ligazón posible por la escasa condición de la res. Con unas manoletinas puso fin a su labor muleteril y como mató muy bien el público lo premió con dos orejas que Grande paseó con orgullo en una despaciosa vuelta al ruedo.
Y si Antonio Grande es una ilusión charra de futuro, no lo es menos Manuel Diosleguarde, con quien se le empareja y que jugaba en casa, porque este chico vive desde muy niño en Ciudad Rodrigo y allí ha desarrollado su vida. Diosleguarde que salió a por el triunfo hincó las dos rodillas en tierra para recibir a su novillo, que también adoleció de fuerzas -aunque sí tuvo calidad- y después lanceó con decoro. Brindó al público y comenzó su trasteo con una buena serie sobre la diestra en los medios. Sosegado y elegante ante un novillo de mucha clase, el torero regaló instantes marcados por la clase y el temple en una larga faena a la que puso fin con unos adornos. Paseó también las dos orejas también con la satisfacción de saber lo importante que eran.
De La Alberca llegó Valentín Hoyos a debutar esta tarde con picadores tras protagonizar una brillante etapa en la Escuela de Tauromaquia de Salamanca. El nuevo torero de mostró firme y elegante en el saludo de capa, ante otro buen novillo. Solvente en la apertura de faena, firmó un largo trasteo donde sorprendió por su buen hacer y en momentos por el gusto que desprendió. La pena fue que alargó en demasía la faena y apenas le pudo ayudar para el final, por lo que pinchó varias veces y ahí se esfumó el éxito que se había ganado este novillero al que habrá que seguir en más ocasiones.
Y mientras tanto y ya para dar el golpe de gracias a este Carnavales 2020 que han sido de lujo nos quedan el festival de Paco Galache que pondrá broche de oro. Porque mañana será un día especial y de reencuentro con esta histórica ganadería que escribió muchas de las páginas más memorables el Campo Charro.
PD. Una pena que con las prisas de salir corriendo para hacer la crónica nos hayamos perdido la capea de ayer, pero eso lo contarán mejor las notas de sociedad.
Ficha del festejo
Ciudad Rodrigo (Salamanca), lunes 24 de febrero de 2020. Novillada del Lunes de Carnaval. Novillos de Esteban Isidro, de buena presentación y juego desigual. El segundo, bajo de casta; y en general flojos.
Francisco Montero, dos orejas;
Antonio Grande, dos orejas; Manuel Diosleguarde, dos orejas;.
Valentín Hoyos, palmas tras aviso. Entrada:
Lleno en tarde primaveral.
Reportaje gráfico:Adrián M. Pastor