Talavera y Puente del Arzobispo

¿Por qué traemos hacia nuestro título hoy estas dos eminentes localidades toledanas? Muy sencillo. En ambas, ya desde el siglo XVI, se ha realizado una de las más hermosas cerámicas tradicionales españolas.

Y, ahora, la UNESCO la ha declarado, nada menos, que Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, en la XIV asamblea anual del Comité Intergubernamental de Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, celebrada en Bogotá (Colombia), con la cual la cerámica de Talavera y de Puente del Arzobispo entra en el limbo de las grandes creaciones cerámicas reconocidas universalmente.

El patrimonio cerámico de Talavera y de Puente del Arzobispo está, afortunadamente, muy diluido. Se encuentra, por ejemplo, en las grandes colecciones y museos del mundo occidental; pero también en las casas particulares, sobre todo del mundo rural, de la que podríamos llamar la España interior.

Podríamos decir, incluso, que parte de nuestra educación estética proviene de la contemplación, desde muy niño, de la cerámica de Talavera y de Puente del Arzobispo, que, en nuestro pueblo natal, se encontraba en los vasares de las casas y que, desgraciadamente, desde los años setenta hasta casi hoy mismo, fueron pasto de anticuarios y de chamarileros, que, por dos perras, como quien dice, se llevaron todo ese valioso patrimonio cerámico de nuestros pueblos.

¿Cómo no recordar, ahora, la serie tricolor, o la polícroma, o la de los azules talaveranos importados según el estilo de la cerámica ciudad holandesa de Delft? ¿Cómo no recordar los platos de las golondrinas y de las palmas formando cenefa, tan valorados en nuestro pueblo?, ¿o aquellos otros llamados del ciprés?, ¿o los motivos de la adormidera?, ¿o las aves y ciervos tan airosos?

En los inventarios de bienes, de determinadas localidades y áreas tanto salmantinas como leonesas, raro es que no aparezcan piezas de Talavera y de Puente del Arzobispo. Los adquirían nuestros arrieros y trajinantes en las tierras toledanas, intercambiándolos, acaso, por otros productos y los distribuían por todos nuestros territorios.

Nuestra educación estética, sí, ya desde la niñez, tiene no poco que ver con las cerámicas toledanas de Talavera y de Puente del Arzobispo. Las contemplábamos, con ojos extasiados de niño, en los vasares de las salas de las casas de nuestro pueblo, o también de las cocinas.

Por ello, hoy, que la UNESCO, reconozca la cerámica de estas dos significativas localidades toledanas como patrimonio inmaterial de la humanidad nos llena de satisfacción; pues, de algún modo, en tal tipo de cerámica hay algo de lo que somos y es una creación popular española que nos dignifica y que nos honra.