Aplicaciones

Resulta sorprendente, cuando menos, la pasión e inconsciencia con que los españoles nos hemos ido entregando en los últimos años a todo lo digital, especialmente al teléfono móvil y todo lo que implica y significa su uso.

Tal mecanismo, hipotéticamente de comunicación, está incomunicando a la gente en el plano real, y estableciendo los contactos y vínculos humanos en ámbitos virtuales. Nunca tanta gente ha estado sola, como hoy, en nuestras sociedades. Las estadísticas de personas que viven solas y que, en ocasiones, mueren solas, sin que nadie se entere, en sus pisos, van por el camino de ser alarmantes.

Y, sin embargo, el cotilleo, el morbo y hasta el rebasar todo tipo de pudor, se están imponiendo en las redes sociales, en las que a los actos triviales y cotidianos se les da categoría de elementos que han de comunicarse.

Hace unos días, en un restaurante, observábamos a un matrimonio ?suponemos?, que, tras haber pedido los platos elegidos al camarero, nada más que les sirvieron el primero de ellos, se levantó el esposo y fotografió con el móvil a su esposa ante su plato, difundiendo la foto de un acto tan trivial y, en el fondo, privado, a sus contactos en la red de que se tratara; y después realizó el mismo acto la esposa.

Hoy todo son 'aplicaciones', una palabra y un concepto que causa furor. Ya todo se termina realizando a través de aplicaciones: la reserva de hotel, la compra, la elección de los lugares de vacaciones, el colegio de los hijos, la preparación de las bodas (hoy ya casi, según las estadísticas anuales, los divorcios ya casi superan a los matrimonios) y otras mil necesidades humanas.

La modernidad aportó al ser humano una herramienta de humanización (valga la redundancia) decisiva: la autonomía y libertad del hombre y de la mujer para realizar sus propios actos, para tomar decisiones, etc., haciendo que cada persona fuera dueña de su vida, regulada a partir de la propia conciencia y de una toma de decisiones basada de continuo en la razón.

Hoy, con todo este aparataje informático, digital? que ya nos invade, estamos perdiendo esa autonomía y esa libertad de que comenzamos a gozar no hace tantos siglos. Nos crean aplicaciones para paralizarnos, para que ellas decidan por nosotros, para llevarnos por caminos que ya no elegimos, sino que nos eligen. ¿Desde dónde se crean? ¿Qué Gran Hermano las diseña y las planifica?

El uso de la razón, de la capacidad crítica, el ser dueños de nuestros propios destinos y otras conquistas históricas a las que había llegado Europa, que han democratizado la vida y el existir de todos? se ponen hoy en peligro, sin que apenas nos enteremos, por toda una cartografía de aplicaciones, que terminan siendo laberintos en los que se nos atrapa.

Y todos tan contentos.