¡Agua!

Al principio fue el agua. Y al final de todo será el agua.

Así comienza y así terminará la historia de esta humanidad en este sistema en el que vivimos. Y en esto no hay discusión ni disensión posibles?

Efectivamente. Al principio de la vida fue el agua. Hasta lo dice el Génesis, que ya es argumentar desde lejos: El espíritu de Yavé ser cernía sobre la faz de las aguas. Por encima de confesiones y religiones no lo puede decir mejor ni más claro este texto bíblico de origen sumerio, la más antigua civilización que se conoce. El agua lo primero y de ella, desde ella, por ella vino luego la vida.

Eso tan profundo y lejano, casi mítico, se comprueba con sólo salir al campo y más en estos tiempos de grave sequía: los campos de por aquí están medio muertos y han perdido la mayor y mejor parte de su vida. Sólo brota vida verde donde hay regadío y en el resto se instala la muerte inevitable. Lo hemos sabido siempre, el agua es vida (¡el agua es como Dios!!), lo han sabido todos los cultivadores de la tierra y ahora lo vamos experimentando cada día más en las propias carnes de nuestras tierras. Al principio y al medio fue el agua.

Por eso hay que conocerla, estimarla en lo que vale, reconocer su poder y la riqueza que la envuelve; hay que respetarla y cuidarla y compartirla como fuente sagrada de la vida. Y esto vale tanto para dar valor al pozo que se alumbre en el Sahel para los sedientos, personas y animales y plantas, del desierto, como al agua que uso y bebo cada día aunque me llegue tan dramáticamente fácil y barata como me llega por el grifo de turno. El agua sigue siendo la vida, la fuente de la vida.

Más de la mitad del cuerpo humano adulto es sencillamente agua. Impresiona así al repetirlo aun conociendo el dato desde siempre; y si es un recién nacido puede llegar hasta el 90%. Es el mejor canto al agua y de él nace una preocupación inevitable: el agua nos tiene cogida la vida por donde más nos puede doler hasta hacernos morir. Hay voces, no de agoreros baratos, sino de científicos preocupados, que nos anuncian la muerte futura de la humanidad por falta de agua. Y sigue vivo ese criterio repetido, de que si en cualquier punto de nuestra galaxia se encuentra esa divina combinación de dos elementos de hidrógeno y uno de oxígeno, allí hay vida, sin que nada ni nadie pueda impedirlo. El agua sigue siendo y será siempre la fuente de la vida, como lo fue al principio (lea, mire y admire Génesis 1, 2).

Recuerdo que ya hace más de medio siglo Manos Unidas se dedicaba sobre todo a abrir pozos, como primer paso para abrir vida en las tierras y en la existencia diaria de la gente. Era el primer paso de vida para luchar contra la muerte por hambre. Hoy han cambiado mucho los proyectos integrales de progreso humano en los países del sur, pero en el fondo se trata de lo mismo y el agua sigue siendo imprescindible, sin excepción.

No es extraño por lo tanto que a estas alturas de la historia entre la humanidad y el agua se anuncie, con argumentos y rigor, que la próxima guerra mundial será por el agua, como penúltimo paso para el fin de esta humanidad. Está por ver, pero es absolutamente razonable.

Y mientras tanto me regalo, entre otras diez mil, estas diez gotas frescas de vida:

1. al beberla

   ¡me vuelva niñas las entrañas!

   Gabriela Mistral
2. agua, ¿dónde vas? F. García Lorca
3. se abre el reino secreto del agua Octavio Paz
4. pájaro del agua

   ¿qué encantas, qué cantas?

   Juan R. Jiménez
5. muerte de agua, hierro y cruz Cristóbal de Castillejo
6. somos el agua J. Luis Borges
7. nos robarán el agua a borbotones Mario Benedetti
8. agua transparente y muda Antonio Machado
9. loado seas por la hermana agua Francisco de Asís

brotarán ríos de agua viva Evangelio de Juan

Y que nada ni nadie nos lo evite, brotarán y brotarán? Al tiempo.