Fue un personaje ligado a la historia de la ciudad, gracias a la literatura
Las tenerías, junto al río. Por allí tuvo su casita, baja y discretamente asentada, la buena madre Celestina, que no fue ese monstruo infernal que nos describe Cejador, ni mucho menos, arreglaba sus hierbas y sus perfumes para trastornar a los mancebos. Calixto hubiera amado del mismo modo a Melibea. Melibea igualmente se hubiera mirado en los ojos de Calixto.
En esa zona también estaba la antigua Posada de las Cadenas, tiene una bella tradición en Salamanca: fue palacio de los Reyes Católicos, en ella nació aquel príncipe don Juan, que fue guapo mozo enamoradizo y rubio.Tal vez, de no haber muerto tempranamente este guapo mozo, los destinos de nuestro pueblo hubieran sido harto diversos.
Pero el sino de don Juan fue breve y melancólico; cuando le parió su madre hubo eclipse total de sol en la ciudad y una fuerte inundación del Tormes. Rojas Montalbán, aquel buen bachiller talaverano, hacia alusiones a estos cataclismos en su linda tragicomedia. Porque el buen Calixto, que se miraba en los ojos verdes de Melibea es nada más y nada menos que el lindo Príncipe enterrado en la iglesia de Santo Tomás de Ávila.
Con la desaparición de la Posada de las Cadenas a comienzos de los años treinta, y de los bellos ajimeces que decoraban sus balcones de hierro, no quedó otro escenario salmantino de la tragicomedia que las mencionadas tenerías.
Fotografías
Texto recogido de Mundo Gráfico (21 de Enero de 1931). José Sánchez Rojas.