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La II Matanza Tradicional llena de recuerdos la Plaza de Villarino
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EL EVENTO SE CONVIRTIÓ EN TODA UNA FIESTA

La II Matanza Tradicional llena de recuerdos la Plaza de Villarino

Actualizado 03/11/2018

Una marrana de 270 kilos fue la protagonista de un evento que tiene como finalidad recordar y mantener viva una de las costumbres vitales de los pueblos

La II Matanza Tradicional, evento organizado por el Ayuntamiento de Villarino de los Aires, evocó a muchos los recuerdos de un pasado que si no demasiado lejano, parece haber trascurrido hace un siglo para los metidos en los cincuenta, cuando de 'rapaces' correteaban por entre las calles escuchando el desgarrador chillido de un cochino sobre el tajo. Aquel anuncio de muerte era sinónimo de fiesta en cada casa.

Y como "a cada cerdo le llega su San Martín", con la proximidad de la onomástica de este Santo (11 de noviembre) llegaba el momento de dar cuenta en esta ocasión de una cochina cruzada de duroc de 270 kilos de peso, o como se diría entonces, de 24 arrobas, y que casi no entraba en el tajo. Una vez sacrificada de acuerdo a la normativa, Juan y Toñi llegaban de nuevo a Villarino procedentes de Cabeza de Framontanos para dirigir un evento que conforme discurría la mañana iba acaparando la atención del público.

Vecinos y forasteros no quisieron perderse el acontecimiento entre aguardiente, pastas, aceitunas y chochos, chorizo asado y vino de Las Arribes mientras Juan y un nutrido grupo de colaboradores daban cuenta de la marrana siguiendo cada uno de los pasos tradicionales, chamuscado, lavado y despiece de las carnes que servirán de almuerzo tras pasar por la parrilla.

Entre tanto, Toñi comandaba a las colaboradoras en la elaboración de morcillas, sangre, pan, ajos, orégano y cebolla, todo bien mezclado e introducido en la 'tripa' realizada sobre bolsas de plástico, un invento de Toñi para suplir la tela o las propias tripas del cerdo. Una vez rellenas, las morcillas eran cocidas en los calderos de hojalata colocados sobre la lumbre que presidía la matanza.

Y así, paso a paso, Juan instruía al público sobre cada una de las piezas extraídas de la cochina, que a continuación Matías y Fortu colgaban de unos modernos 'varales' e invitaba este a vino de la bota de cuando en cuando al personal, 'instrumento' que a la postre serviría para el brindis de Juan cual Eusebio Mayalde, todo ambientado bajo los sones de la gaita y el tamboril de Fernando Corral, a quien se sumarían los hermanos Javier y Rubén Ramos.

En definitiva, toda una fiesta para recordar uno de los momentos más importantes en el calendario de cada familia hasta hace solo unas décadas.

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