Este diario ofrece aquí la denuncia de dos empleadas en distintas residencias municipales de la provincia aunque gestionadas por empresas privadas. Ambas han querido alzar la voz sobre lo que pasa en la mayoría de los centros de pequeños municipios
Las Arribes al Día ofrece aquí la denuncia de mujeres empleadas en varias residencias de mayores de titularidad municipal, pero cuya gestión ha sido adjudicada a empresas privadas. Estas testigos en primera persona han accedido a hablar para este periódico bajo la condición de preservar aquí su identidad y mantener el anonimato por temor a represalias, pues sus manifestaciones no dejan en buen lugar a casi nadie.
La polvareda levantada por el programa de La Sexta ¿Te lo vas a comer?, de Alberto Chicote, en las residencias de Babilafuente y Castellanos de Moriscos, ha despertado la sensibilidad de trabajadoras hacia un problema "común en la mayoría de las residencias de pueblos pequeños", señalan, un problema derivado de la escasa rentabilidad que supone para las empresas concesionarias gestionar residencias por debajo de la treintena de residentes.
Como señala María (nombre supuesto): "Están funcionando todas igual. En la residencia donde yo trabajo también se denunció a Gerencia y a Inspección de Trabajo hace diez meses, denuncia de familiares y trabajadoras, aunque algunas se callan por miedo a represalias. Si tienen que cerrar residencias que las cierren, pero no se puede consentir que los residentes estén en las condiciones que están y que nosotras vayamos a destajo, porque no llegas a lo que tienes que hacer. En las residencias pequeñas tienes que hacer de todo además de atender a los residentes, pero si estás en la lavandería no estás con ellos, y no es algo puntual, porque una persona sola no puede estar en todas partes. Es la realidad. Vas a Gerencia y pasa casi un año y estamos igual".
María trabaja en una residencia de un pequeño pueblo de Las Arribes con 16 mayores. "En nuestra residencia se les empieza a levantar a los residentes a las 5.30, porque si quieres hacer bien tu trabajo, es decir, asearlos como dios manda, tienes que invertir un tiempo en cada uno, y si los tienes que levantar tú sola a todos? no llegas".
Isabel (nombre supuesto) coincide con las palabras de María: "Es la realidad de lo que está pasando. En todas se ajustan los precios a costa de reducir la calidad del servicio, tener menos trabajadoras y reducir gastos para obtener beneficios, y eso lo pagamos entre todos; y los familiares aguantan por evitar represalias contra sus mayores, pero al final pasa lo que ya ha sucedido en otros sitios, como Hinojosa, donde el Ayuntamiento al final tuvo que recuperar la gestión ante lo que estaba pasando".
María se queja especialmente de las condiciones laborales, una situación que finalmente repercute en la atención a los mayores. "De espalda todas vamos fatal porque vamos a destajo con ellos, con heridas en las piernas porque vas corriendo?, una presión? porque nunca llegas, y que no pase nada, estás sola, porque ¿si sucede algo?? ¿Qué haces si viene el médico a ver a un enfermo? Se quedan sin cenar porque no hay nadie más".
Ambas denuncian que las "empresas utilizan los contratos de varias residencias para demostrar que tienen gente suficiente, pero la realidad es otra". María pone como ejemplo la residencia en la que trabaja y en la que hay 16 residentes. "Somos cuatro trabajadoras a tiempo completo y una a media jornada, aunque en estos momentos hay una de vacaciones, por lo que somos tres a jornada completa y una a media jornada. Cuando la cocinera con media jornada libra dos días, viene una señora para ayudarte cuatro horas. El día que no está la cocinera, las comidas quedan hechas el día anterior por la cocinera, plato único".
Sobre las multas como solución a estas deficiencias, "a mí no me sirve de nada que Gerencia ponga una multa, la pagan y se acabó, pero es que las condiciones siguen siendo las mismas para todos; yo lo que quiero es tener un trabajo digno y los residentes estén bien atendidos. Hablo de mi residencia porque es en la que estoy yo, pero están todas igual. Se adjudican siempre a la misma gente porque son los que pueden acceder a este tipo de contratos. Son residencias pequeñas que no dan mucho beneficio. Cuando daban ayudas para hacer residencias, todo el mundo a hacer residencias, pero al final los ingresos son los que son y los gastos son parecidos a los de una un poco más grande, porque al final tienes que tener unos mínimos que tienes que cumplir".
A pesar de que los beneficios son muy ajustados, las adjudicaciones se repiten, algo que no entienden estas trabajadoras, "si no da dinero no la cojas y no que saca los beneficios a costa de todos. Como todas funcionan parecido el precio del residente es similar, pero no cubren los gastos si el servicio se presta como dios manda. Si los residentes tienen que pagar más pues tienen que pagar más; lo que no puede ser es que les salgan las cuentas a cuenta del resto del mundo o de bajar la calidad de la asistencia en comida y demás, con una lavadora funcionando cuando se ponen cuatro lavadoras al día o sin grúa, por poner algunos ejemplos".
"Los ayuntamientos quieren verse libres porque es un problema, se las quieren quitar de encima pero al final les llegan los problemas. Dan las concesiones al mejor precio de unas empresas cuyo objetivo es sacar dinero, porque esto es un negocio puro y duro. En algunas residencias no cobran nocturnidad y así como en todo, no pasa nada; o solo dan 15 días de vacaciones. Y luego en la mayoría la gente se calla por miedo, porque estamos en pueblos y todos nos conocemos. Por eso estoy con una angustia?, porque si me echan de aquí a ver dónde busco".
No todas las trabajadoras están dispuestas a hablar y contar lo que viven día tras día. "Cuando se realizan las inspecciones de trabajo se callan, incluso aunque tengan que doblar el turno para cubrir las vacaciones de una compañera. Y si sales reventada con un solo turno, nos podemos imaginar lo que pasa si lo doblas y has hecho lo que tenías que hacer, pero normalmente no haces el turno como dios manda porque no estás en condiciones físicas".
Estas trabajadoras son conscientes de que a pesar de ser auxiliares, en residencias pequeñas tienen que realizar otras labores, cuestión de la que no reniegan, solo "pedimos unas condiciones laborales normales".
Ambas invitan al resto de trabajadoras en residencias a denunciar públicamente las situaciones de precariedad laboral y de asistencia a los mayores para de este modo "poner fin a un problema del que todos somos o seremos víctimas, si no es hoy como trabajadoras lo seremos mañana como residentes o como familiares de usuarios, por eso no podemos callarnos más".