La laguna bajo la almunia

Una seña de identidad tan evidente como lo fue para Pajares de la Laguna este remanso de agua cercano a su población, desapareció enterrada bajo sus fértiles tierras. Quizá los habitantes de estos parajes no han querido abandonar este apelativo porque han sabido colocar en su lugar algo tan afortunado como un gran jardín que en definitiva es lo que nombra a toda la comarca a la que Pajares pertenece, La Armuña. Esta palabra no es más que la adaptación al castellano que se hiciera de otro término árabe, Almunia, con la que los musulmanes denominaban los vergeles o jardines, por tratarse de zona bien preparada para sus cultivos, sobre todo de cereal que alimentaba a personas y animales.

Nada pues ha quedado olvidado, porque muchas veces el agua encuentra su cauce natural debajo de la tierra que alimenta, y en esta ocasión el resultado final ha sido productivo. La Armuña vuelve a ser receptora de una obra de teatro que se ha paseado por toda nuestra provincia y que ha visitado en diversas ocasiones a las distintas comarcas que la configuran, recorriendo todos los pueblos que en ellas se enmarcan. En esta brillante tarde de finales de julio, en el que el color amarillo protagoniza la luz, la tierra y el calor de "Teresa, la jardinera de la luz", ha sido Pajares de la Laguna el anfitrión que recibe un montaje, que parece aflorar con la fuerza que el agua alimenta los cultivos, pues muchos frutos está dando por toda nuestra geografía. En los últimos meses y a lo largo de este año, la Diputación puede ver satisfecha cómo su apoyo para que esto sea así sigue colmando todas las expectativas. El público continúa deleitándose con la obra, pues cada vez son más los que están al tanto de todo su periplo.

Contar la vida de Teresa de Jesús no resulta fácil, pues por suponerla tan conocida, parece imposible dar una nueva perspectiva que resulte interesante y novedosa. Siempre se ha tenido una idea más o menos clara, bien documentada o no, de la figura de esta carmelita del XVI, monja que ha sido elevada a los altares y reconocida por su categoría intelectual y teológica. Sin embargo lo que el grupo de teatro 'Lazarillo de Tormes' presenta ante nosotros con su puesta en escena es la mirada vital, humana y dificultosa de una mujer que por serlo era ante todo un ser de carne y hueso como los demás. El camino que eligió cambió el rumbo de muchos otros y rompió moldes establecidos. Pero como bien saben los habitantes de Pajares de la Laguna, hasta el paisaje se puede transformar, y será mejor si el resultado favorece a todos y da sus frutos.

El santo protector de este pueblo armuñés, san Pedro, hace uso de nuevo del privilegio de sus llaves y abre a este comprometido grupo de actores, las puertas de una parroquia que llegada de lejanos tiempos, y habiendo conocido los más difíciles, ofrece su remozado espacio y las huellas de su origen que guarda su portada, para dar cabida a las pisadas de unas cansadas monjas que también llegan de un viaje de siglos. Un oscuro padre las precede. Se sube a un púlpito, y tras oír la música renacentista que sale de un precioso órgano, se dispone a someterlas a un somero interrogatorio sobre una tal Teresa.

Como si una laguna oculta alimentara sus vidas, surge en escena todo un compendio de circunstancias que explican el carisma indiscutible de la mujer que ha aleccionado tanta vida, tanta convicción y tanto aprendizaje. La obra de teatro vierte sobre los espectadores la sencillez de una vida sencilla pero decidida a aprovechar el agua que la riega, su propia relación con su Dios, para dar los frutos de ser humano que cultiva su jardín.

Vida cotidiana, escritos, poemas, duros días de viajes y enfrentamientos con las barreras de la época, son el terreno que bajo los pies de Teresa, se convirtieron en su indeleble huella a lo largo de siglos. Merecedora de hoguera por su fluida inteligencia, esta mujer es observada en "Teresa, la jardinera de la luz" con los ojos poliédricos de mujeres que estuvieron a su lado y que las actrices de 'Lazarillo de Tormes' nos acercan para reconocer la actualidad que lleva implícita. Ante la evolución de los acontecimientos, las flexiones que el personaje del inquisidor debe hacer, sorprenden a un público que acaba rendido ante el reconocimiento de la derrota. Las últimas palabras que el público de Pajares de la Laguna escucha, y que refuerzan la victoria de la humildad son esas que solicitan la piedad que como su venerado Cristo sólo saben regalar aquellos a los que la sabiduría ilumina.