La edad de las Edades del hombre

Ya van por la edición veintitrés, con 30 años de presencia intensa en Castilla y León. Han constituido uno de los mayores acontecimientos artísticos, catequéticos y sociales que ha conocido la región, suponiendo para muchas de las sedes una oportunidad única y esperada en todos los campos, desde el urbanístico o religioso hasta el de restauraciones pasando por turismo y publicidad. Y de entrada hay que reconocer que son demasiadas exposiciones con fondos muy parecidos y con esquemas muy semejantes aunque se cambien algunas letras en cada nuevo cartel. La idea fue tan buena y la propuesta tan feliz que aun con estas repeticiones las Edades siempre han sido esperadas y visitadas con muy buenos resultados.

Por eso es de justicia el gesto eclesial de distinguir a don José Jiménez Lozano con la Medalla 'Pro Ecclesia et Pontifice', que próximamente le será impuesta. Él fue desde el principio el principal inspirador de Las Edades y es muy grande su mérito y el de otras muchas personas que han sido alma y aliento de cada Edición.

Pero la edad no perdona, como suele decirse, y ya se le notan los años a las Edades. Y los años no perdonan. Están viejas para el mundo nuevo que ya ha llegado.

Por eso parece que ya es tiempo de cambios importantes en el formato, antes de que sea demasiado tarde y la depauperación creciente acabe haciendo más difícil la renovación que es del todo necesaria para responder a los fines de pensamiento y de propuesta cristiana que las Edades han venido haciendo. No soy yo quién para semejante tarea, doctores tiene las Edades del Hombre que sabrán preguntar, aunque sí me atrevo a apuntar algunos rasgos de un posible cambio en la presentación y en el alcance de las Edades.

Lo primero que habría que superar es la tendencia a almacenar piezas en un contenedor, por hermoso que éste sea y por extraordinarias que aquéllas parezcan, y a ordenarlas en un esquema que la repetición ha deteriorado en exceso. El modelo está agotado. Seguramente habría que recurrir a otras propuestas más de hoy que por un lado permitieran el recuerdo explícito del pasado, con tanta densidad artística en nuestra región, y por otro facilitaran un encuentro con el presente vivo y real de nuestros días para llegar a propuestas y adelantos de futuro en todos los campos, en las ideas y en la estética, en las miradas y en las prioridades, en las conductas incluso, tanto personales, como institucionales o sociales. Cada Exposición trataría de ser un juicio a la luz del pasado, una luz que falta nos hace hoy, y un avance para el futuro que viene.

Para esto sería conveniente cambiar los esquemas mantenidos hasta aquí y proponer otros elementos de juego dialéctico, con temas como Hombre y Tierra; Fe, ciencia y cultura; La tierra y el Agua; Dios y Modernidad; Dios y dioses; Dos mundos: el real y el virtual; Oración y Trabajo; Fe y Cultura; Fe y Presencia; Mística y Profética; Anuncio y Fiesta; Ciudad y campo; Democracia y Pueblo, Poder y Servicio, etc., etc.,? El tratamiento sería variable y dinámico, buscando provocaciones y contrapuntos de forma que el visitante se sienta interpelado y a la vez encuentre medios y pasos para a su vez interpelar y demandar. Y eso sí, sin agresividad, con equilibrio y con planteamientos serenos. De hecho en algunas de las Edades ha habido iniciativas parciales, casi laterales, que apuntaban ya a otras posibles direcciones. El Contrapunto y la Confrontación como formas actuales de profecía y como idea general del nuevo formato se abren paso.

Este nuevo planteamiento, más dialéctico y comprometedor, exige medios nuevos, en los que deben estar presentes todos los modos de expresión posibles, desde la pintura y escultura hasta la música o la palabra, con especial atención a la arquitectura, que hasta ahora ha sido demasiado tapada y cuarteada por las arquitecturas efímeras que se han venido montando con cierto exceso invasivo, y a la imagen digital, que ofrece inacabables posibilidades en todos estos campos. Sin olvidar otros modos de comunicación, desde la expresión corporal hasta el teatro pasando por cartelería o la proyección de cortos. A tiempos nuevos, mensajes renovados con medios nuevos.

El problema mayor, como pasa siempre en casi todo, es el económico, porque se necesitaría un patronazgo fuerte y renovado, que no sé si es posible en la actualidad cuando hay tanta vaca flaca en los dineros para inversiones culturales y para programas de pensamiento, sea religioso o no.

Y no hace falta repasar, pero es de justicia, los buenos resultados ?religiosos, culturales, sociales y económicos- que han tenido hasta ahora las Edades, aquella fecunda idea que se ha ido encarnando en todos los espacios y ciudades de Castilla y León a lo largo de treinta años. Por eso mismo a estas alturas de su historia esta experiencia colectiva y eclesial ha sido tan rica y tan innovadora que se merece una valiente renovación que debieran acometer ya aquellos a quienes corresponda. Amén.