La normativa autonómica para esta práctica cinegética establece un máximo de tres cazadores
Con el final de la caza mayor la actividad cinegética abre paso a la gestión de los cotos, un proceso imprescindible hoy en día si queremos mantener esta actividad en el futuro. Y son los cotos de caza menor los que requieren de una mayor atención debido al descenso de las poblaciones de especies como el conejo y la perdiz, lo contrario que sucede con la caza mayor y especies como el jabalí, que poco a poco va acaparando todo el protagonismo en la caza.
De igual modo, existe otro animal que ha sabido sobreponerse y adaptarse más allá de lo que la naturaleza repone cada año. Estoy hablando de 'maese raposo', nuestro astuto, sigiloso y listo zorro que campea a sus anchas por cualquier rincón de nuestra geografía y que con la llegada de estos meses recupera para su desgracia el protagonismo en la caza en madriguera. El zorro es una de las especies que mayor daño provoca a los cotos de caza menor, pues al contrario de lo que algunos sugieran, el zorro come todos los días, conejos, perdigones, liebratos, ratones, saltamontes e incluso hasta uvas, como han mostrado sus heces, pero sin duda hablamos de un carnívoro y por eso su alimentación está orientada hacia la caza de aves y herbívoros. La cuenta es muy fácil, si un zorro come un día de la semana un paridera de coneja, estamos hablando de entre cuatro y cinco conejos, que al año da una cifra mareante aunque solo contemos cinco meses de reproducción, pero si tenemos en nuestro coto diez zorros, que serán pocos, es mejor casi que colguemos la escopeta.
La pequeña oquedad por la que el zorro accede a su madriguera obliga a la utilización de razas de perros de pequeño tamaño, ejemplares que deberán estar provistos de buena 'boca' y demostrar su valentía ante un enemigo que juega en casa y que sabe que la vida le va en ello, por lo que será imprescindible que nuestro ayudante cuente con un enorme arrojo. Las razas de perros más comunes en la caza en madriguera tienen el apellido 'terrier', que como su nombre indica se trata de perros cuyos orígenes se remontan al trabajo bajo tierra sobre zorros, tejones y martas; generalmente se trata de razas que provienen de tierras escocesas, perros vigorosos de estructura alargada, pelo fuerte y marcado carácter, algo fundamental para esta modalidad de caza. A estos cabe añadir el teckel, de origen bávaro.
La caza en madriguera
Los meses más propicios para la caza en madriguera son marzo, abril y mayo. La normativa autonómica para esta práctica cinegética establece un máximo de tres cazadores, número más que suficiente si se tiene en cuenta que el silencio en torno al vivar es primordial y que, en el caso de huida de la pieza, el disparo suele realizarse a escasa distancia de la madriguera.
Conviene recordar que no se debe introducir más de un perro en la madriguera si no han sido convenientemente adiestrados, pues no sería la primera vez que debido al ardor de la lucha fuera uno de ellos el que sucumbiera bajo las mandíbulas del otro. También, es conveniente portar herramientas para cavar, pues puede suceder que la pieza muerta tapone la salida del can al exterior, lo que conduciría irremediablemente a la muerte de nuestro ayudante.