Por Francisco Caro
Manifestación en Lumbrales contra la mina de uranio de Berkeley. ¿Doscientas personas?. Bueno, quizás más. La mayoría de fuera, eso sí.
Somos pocos, cada vez menos, y hace tiempo que estamos bastante desmotivados. Siempre hemos estado bastante desmotivados, sobre todo si consideramos que el tema no nos afecta.
-¿Y nos afecta directamente una mina de uranio, a cielo abierto, a las puertas de nuestras casas?. ¡Joder!, pues qué sé yo!..., hay quien dice que sí, y hay quien no lo piensa.
-¿Nos afecta que talen cientos, miles de encinas de nuestros campos para abrir un negocio del que, en el mejor de los casos, en la zona sólo se van a beneficiar cuatro empleos precarios durante apenas una década?.
-Bueno, ¿si hay alguien que pueda sacar algo?.
-¿Y no hay nadie que pierda?. Si nos dicen que el uranio es peligroso, que al radón no hay quien le ponga puertas, si se crea la alarma de que nuestros ríos, nuestro aire, están contaminados... ¿No afectará eso a nuestros tradicionales negocios de vacas y ovejas, de quesos y carnes, de turismo y de fiestas?.
Me pregunto qué pasaría si no se venden quesos y cierran las pocas fábricas que quedan; si no se vende carne y embutidos, y cierran las pocas carnicerías que quedan; si dejan de venir turistas y empieza a marcharse la poca gente que queda... Ya no habrá maestros, porque ya no habrá niños que llevar a las escuelas. Habrá menos médicos, si es que alguno queda. Y hasta menos jubilados, porque aquí no encontrarán la atención que esperan. Menos veterinarios, menos farmacias, menos empresas, menos tiendas...
¿Quién comprará productos de una tierra contaminada?. ¿Quién querrá pasear por este aire de mierda?.
Doscientas personas en la manifestación antinuclear en Lumbrales. Quizás trescientas. La mayoría, de fuera.
Pero estaba nuestro alcalde. ¡Bien!. ¡Está quien nos representa!. El Ayuntamiento habrá estudiado el tema, nos sacará de dudas, hablará y nos señalará la senda...
Estooo... No. Perdón. No es el alcalde. Es un señor neutral que representa a los que piensan y a los que no piensan, a los que están a favor y a los que no, y hasta a los que depende, si se tercia. ¡Dios!, ¿como no se me había ocurrido antes?. Es la virtud personificada, el punto medio, el equilibrio, el nirvana.
La Paz eterna.
Descansa en paz, Lumbrales, te espera la vida eterna.
F. Caro