Si la vida es corta, no nos la reduzcamos

Sin embargo, para no perder el hilo de los acontecimientos, digamos que esta semana los partidos constitucionalistas -PP, PSOE y C´s-, con el Gobierno al frente, han bajado la bandera para dar salida al artículo 155 de la Constitución. Y como esto se sabe de la manera en la que ha comenzado pero no cómo acabará, desearíamos que el sentido común se impusiera y si aún quedan una o dos semanas para su ejecución, que el ingenio del señor Puigdemont realice algún gesto para ahorrar lamentaciones a su pueblo.

Mientras, si los catalanistas quieren ocupar la calzada, por supuesto nos parece peor que bueno, pero allá ellos con su deriva, nosotros desde la distancia no nos debemos quedar en casa y transitemos por arcenes, zonas peatonales o áreas de descanso, es decir, por donde corra el aire fresco y transcurra la convivencia. No nos compliquen más con sus devaneos y vivamos, pues ya lo dice Gloria Estefan en Ayer: "la vida es corta" (escúchenla una vez más, por favor).

Y ejemplo de convivencia -puesto que asistió la Corporación municipal en pleno y distintas sensibilidades: sindicalistas, diputados, familiares y público en general, etc.- lo vivimos el sábado en el cementerio Carlos Borromeo de nuestra capital salmantina en un acto homenaje a 143 detenidos, torturados y posteriormente fusilados en las tapias de este cementerio durante nuestra guerra incivil, uno de esos actos para los que han tenido que pasar muchos años de reivindicación, con muchas muertes de familiares y amigos que se han quedado por el camino. No obstante, el parecer de muchos fue que "nunca es tarde".

Excelente representación escultórica de José Luis Pinto, persona que nunca flaqueó para que este acto fuera posible, la puesta en escena de un texto para la ocasión declamado por el extraordinario actor Josetxu Morán, unas emotivas palabras de la presidenta de la Asociación Memoria Histórica y Justicia de Salamanca Luisa Vicente Martín y la sentida y democrática alocución del alcalde de la ciudad Alfonso Fernández Mañueco dieron contenido a este homenaje que se completó, como eje central, con la lectura y entrega de un clavel, de manos del público presente, como homenaje a cada uno de los hombres, y una mujer, que entregaron su vida defendiendo la legalidad vigente.

Todo ello en absoluto silencio, con gran solemnidad y sobre todo con aplausos para quienes portaban en sus manos el nombre de familiares muertos, entre ellos algunos eran hijos -pocos ya-, nietos o sobrinos que lo vivieron con mucha emoción.

Hechos que nos llamaban la atención fueron las distintas edades, algunos aún niños, y las diferentes profesiones de los fusilados: maestro nacional, empleado de banca, jornalero, tipógrafo, chófer, médico, industrial, estudiante, albañil, carpintero, torero, tornero, lisero, artista pintor, churrero, hortelano, tejedor, hojalatero, directora de prisión, empleado de letras, etc., es decir, de todas las profesiones u oficios, pues la sinrazón, aunque la saña fuera mayor con las clases humildes, tampoco se paraba en discriminaciones.

Como el monumento quedará ahí, junto al cementerio, dando testimonio, esperemos que sirva de ejemplo a vecinos y personas que nos visitan para que nos demos y se den cuenta que el odio no conduce a nada. Hoy, los muertos con grandeza y los verdugos sin ella ya son historia? Pero también son un libro abierto para quien quiera tomar nota.