Las reglas del juego III

A nivel mundial la vida de más de 2.500 millones de personas depende de la agricultura, de ellos 1.400 millones padecen pobreza extrema, esto es, viven con menos de 1,20 euros al día y se estima que el 70% vive en zonas rurales. Pequeños agricultores, pastores, pescadores y comunidades dependientes de los bosques, generan más de la mitad de la producción agrícola mundial y al tiempo son especialmente vulnerables a los desastres que destruyen o dañan las cosechas, el equipamiento, los suministros, el ganado, las semillas y los cultivos.

Según los datos que arroja el análisis de la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de 78 evaluaciones de necesidades después de los desastres que fueron realizadas en 48 países en desarrollo durante el periodo 2003-2013, este sector sufre el 22% de todos los daños causados por riesgos naturales como sequías, inundaciones tormentas o tsunamis.[i]

Un factor importante cuando hablamos de producción agrícola es que los precios de productos básicos como los cereales, el café o el cacao no son fijados por los productores ? que en muchos casos ni siquiera son propietarios de las tierras - sino por 5 o 6 empresas multinacionales que controlan el 70% del mercado, por ejemplo desde Chicago, y son ajenas al proceso de producción, pero expertas en lograr el máximo beneficio para sus accionista en la fase de comercialización.

En el sector se da además otra terrible injusticia: Las comparas a futuro. Es decir, una gran empresa suscribe con los productores un contrato o acuerdo que obliga a las partes contratantes a comprar o vender un número determinado de bienes en una fecha futura y determinada, y con un precio establecido de antemano ¿cómo puede darse este atropello cuando las producciones dependen de algo tan incierto e inestable como la climatología? Además, a la hora de establecer los términos del contrato los pequeños productores, incluso las cooperativas, tienen un escasísimo poder de negociación ante las decisiones de las multinacionales

La economía global precisa sin duda de profundas modificación en las reglas del juego de los mercados internacionales. Los países desarrollados se agrupan y firman acuerdos[ii] con el fin de proteger su producción frente a la competencia de otros países que apenas tienen capacidad de respuesta ya que se trata de economías basadas en la producción de productos básicos que no tienen nada que hacer frente a las imposiciones de poderosas maquinarias son sede en Estados Unidos, Japón, Francia, Suiza o Gran Bretaña. Millones de personas se ven así obligadas a practicar una agricultura de pura subsistencia que les impide, por generaciones, romper el círculo de la pobreza.

Dada la enorme importancia de las pequeñas explotaciones familiares, el objetivo principal del Año Internacional de la Agricultura Familiar, el 2014, fue situarlas en el centro de las políticas sociales, agrícolas y ambientales. En primer lugar se buscaba presionar a los Gobiernos para que se adoptasen medidas concretas orientadas a lograr el desarrollo de las explotaciones familiares, habilitando las necesarias asignaciones presupuestarias.

La Cooperación al Desarrollo realiza un enorme esfuerzo abordando el problema desde muy variados frentes: aportando semillas y fertilizantes, apoyando la formación de cooperativas, facilitando canales alternativos de distribución, construyendo sistemas de riego sostenibles, capacitando a los agricultores y ganaderos, incluso intermediando con los propietarios de la tierras unos arrendamientos justos. Pero toda esta actividad es poco eficaz si las reglas de comercio internacional no se modifican y no lo harán mientras los organismos que deben hacerlo continúen siendo controlados por los países más poderosos.

Decía, el que fue presidente de los Estados Unidos Jhon F. Kennedy, que la libertad política es la condición previa del desarrollo económico y del cambio social, así que tal vez sea lograr esa libertad por donde debamos empezar.