Calor de verano

Acabamos de entrar en la estación climática del verano, aunque los calores propios del mismo llevamos aguantándolos ya largos días, de forma completamente anormal. El calor climático es importante. Afecta a la salud, especialmente de los ancianos, de los niños y de los enfermos, pero también afecta al rendimiento del trabajo. Pues parece que vamos a tener un verano desproporcionadamente caluroso.

El calor y la falta de lluvia afecta también a la sequía general y a la carencia de agua en los embalses y en los acuíferos, lo cual en algunas localidades afecta hasta a la disponibilidad de agua para el consumo humano normal. Pero en gran parte del campo afecta a las cosechas, que este año son extremadamente exiguas y crean un grave problema a los agricultores y a los mismos consumidores, a quienes afecta la carestía de los alimentos y de los demás productos de consumo.

La sequía afecta también a la proliferación de los fuegos de verano y a las dificultades especiales para los trabajos de extinción. Tenemos un triste ejemplo en el imponente fuego que estos días ha afectado al vecino país de Portugal, causando sesenta y cuatro muertos, un largo número de heridos y gravísimos efectos en la deforestación y desertización de los amplios lugares afectados.

Pero también en el desarrollo de los acontecimientos humanos estamos viviendo en estos días hechos verdaderamente calientes. Hablemos de los atentados en Siria, en Oriente Medio y hasta en el Oriente asiático como es el caso de Afganistán. Pero también los tenemos en el corazón de Europa: en Londres, en Bruselas, en Francia, con amenazas inmediatas también en España, gracias a Dios abortadas al menos por el momento. También son graves las intervenciones de los yihadistas en el corazón de África, con atentados frecuentes y secuestros, especialmente de niños y niñas, a los que obligan a la guerra o a la prostitución.

Calurosa es también la situación de las discusiones sobre el brexit que acaban de comenzar y que prometen una especial dificultad, precisamente incrementada por el descalabro en las elecciones británicas que han castigado a la señora Theresa May, y que sitúan a la Gran Bretaña en situación de debilidad.

No digamos ya los desastres en el mar de multitud de emigrantes y buscadores de refugio en los países de la Unión Europea. Todos los días hay hundimientos de pateras o balsas neumáticas, sin que se termine de tomar serias soluciones para que los que huyen de sus lugares de guerra o de pobreza no tengan que intentar la huida por auténtica necesidad, y por las expectativas de encontrar entre nosotros el añorado paraíso de libertad y felicidad.

Sin hacer referencia a otros acontecimientos de carácter no menos cálidos, como puede ser el calentamiento climático o la bajada del petróleo y otros elementos de consumo de energía. O la ocurrencia de plagas que afectan a determinado tipo de plantas o árboles, o la amenaza que afecta al mantenimiento y la supervivencia de las abejas, por ejemplo.

Podemos seguir buscando más acontecimientos calentitos. Cada uno de nosotros podrá encontrarlos en su más próximo entorno. Como la huelga de los estibadores, o la de los examinadores para la obtención del carnet de conducir. En esa misma línea continúan el acontecimiento calentito de la separación de Cataluña, o las aspiraciones de arruinar el avance económico y político de nuestro país que parecen propiciar el partido socialista en su nueva andadura, o podemos y compañía.

Y suma y sigue en los acontecimientos calentitos de nuestro recién estrenado verano.