Gestionar con luces largas

La última crisis ha generado un cambio importante en muchas empresas y entidades financieras. Antes se trabajaba con un paradigma donde las organizaciones se movían con las reglas de la 'economía de mercado', era habitual dejar de lado el mundo de los valores sociales porque el cálculo económico exigía resultados numéricos tangibles. Las entidades financieras estaban tan obsesionadas por 'las cuentas' a corto plazo que forzaban a las empresas para que cuadraran los números con independencia de 'los cuentos', es decir, con independencia de fines, intangibles, o incluso el relato social que genera valor o proporciona sentido a una empresa.

Como resultado de esta obsesión por el mercado y las cuentas, las empresas son obligadas a organizarse financieramente en términos cortoplacistas y olvidarse de otras dimensiones de su actividad generadoras de valor. Presionadas por las cuentas cortoplacistas de una 'economía de mercado' desnortada en la jungla de la globalización, miles de pequeñas y medianas empresas se han hundido. Paradójicamente, las entidades financieras legitimaban su función detrayendo parte de sus beneficios para incentivar la creación de empresas, fomentar el emprendimiento y poner en marcha programas de responsabilidad social corporativa (RSC).

Ante esta situación, los agentes políticos se han visto forzados a trabajar con el corazón partido y simplificando la situación podríamos decir que mientras la derecha ha optado por 'las cuentas', la izquierda ha optado por 'los cuentos'. Basta repasar la economía política y financiera en los programas de los partidos durante la última década para comprobar esta absurda simplificación que incrementa la brecha entre la actividad empresarial y la actividad política. Como la realidad social de las actividades humanas es más tozuda que la simplificación con la que trabajan políticos o financieros, al final todos reconocemos la necesidad de tender puentes para regular, arbitrar y organizar fórmulas de mediación que permitan 'humanizar la economía' y crear valor. Era tan grande el abismo entre la economía financiera y la movilización política que el choque de trenes era inevitable. La crisis de los partidos tradicionales y el ascenso de los populismos se explica mejor como consecuencia de un paradigma simple y, por tanto, no verdadero, de 'economía de mercado'.

Los intentos de 'humanizar la economía' responden a la necesidad de reconstruir la 'economía de mercado' como economía 'social' de mercado, recuperando las narrativas de valor que legitiman el intercambio socio-económico. También responde a la necesidad de compartir valor, cambiar el paradigma y empezar a gestionar organizaciones con luces largas. Por eso el lema de la 'Primera conferencia internacional de Economía Humanista' que celebramos el pasado jueves llevaba por título 'Back to basic'.