El Papa Francisco visita el país de los faraones

No es un viaje cómodo ni exento de peligros, pero es un viaje muy deseado por el Papa y muy cuidado en su preparación. Y que a la vez trata de cubrir importantes y variados objetivos de tipo civil y religioso.

Egipto ha sido cuna de grandes civilizaciones y referente de diversidad de religiones, desde la cristiana, en diferentes manifestaciones y especialmente la copta, hasta la antigua presencia de los israelitas en Egipto y, por supuesto, lugar de presencia musulmana durante siglos, con la trascendencia de estar situado entre oriente y occidente, y de ser puerta de comercio entre Asia y Europa por el canal de Suez.

¿Por qué va el Papa a Egipto? En primer lugar, se quiere manifestar como "El Papa de la paz en el Egipto de la paz". Éste es, en efecto, el slogan que acompaña al logotipo del viaje, donde también aparecen, sobre el fondo de las pirámides, la cruz del oriente cristiano, la media luna y una paloma que avanza delante de la figura del Papa.

Egipto es un país mediador entre el oriente y el occidente, entre Israel y los países árabes y, por otro lado, es la sede de la Liga árabe, que aglutina a todos los países árabes de la zona. Cabe la posibilidad de profundizar el diálogo, también el interreligioso, y la moderación pacífica. El Papa visitará la universidad islámica más importante y moderada del mundo, la universidad Al-Azhar, a cuyo rector, el gran Imán Ahmed Muhammad Al Tayeb, conoce y al que ya recibió otra vez en Roma. Allí, el Papa Francisco pronunciará el discurso de clausura ante los participantes en la Conferencia Internacional sobre la Paz.

El carácter ecuménico está particularmente resaltado. Francisco quiere manifestar su solidaridad y cercanía a la iglesia cristiana copta-ortodoxa, mayoritaria en Egipto, con diez o doce millones de fieles, y que sufrió recientemente varios atentados de parte de grupos islamistas radicales. Se encontrará con el patriarca Copto Ortodoxo Teodoro II y le manifestará sus sentimientos de comprensión, cercanía y solidaridad. Para esta ocasión, el Papa ira también acompañado, como lo hizo en su viaje a la isla griega de Lesbos para manifestar su solidaridad con los refugiados, del Patriarca ortodoxo de Constantinopla Bartolomé I.

Y, lógicamente, el Papa no se olvida de la pequeña iglesia copto-católica de Egipto, con su patriarca Ibrahim Isaac Sidrak, y el pequeño grupo de obispos que lo acompañan, con el deseo de fortalecerlos y darles ánimos en la difícil situación de grupo minoritario en el país.

Y, como es natural, se encontrará también con el presidente egipcio Abdelfatah al Sisi, intercambiándose ambos sendos discursos. El Papa ha querido dar a este viaje un sentido de normalidad renunciando a utilizar el coche blindado. Quiere llevar consigo el mensaje de que no se puede atentar contra la vida de nadie en nombre de ninguna religión.

En el videomensaje que el Papa dirigió hace pocos días al pueblo egipcio ante la preparación de este viaje, él decía: "Con el corazón lleno de gratitud y rebosante de alegría, visitaré dentro de pocos días vuestra amada Patria: cuna de civilización, don del Nilo, tierra de sol y hospitalidad, donde vivieron Patriarcas y Profetas, y donde Dios, Clemente y Misericordioso, Todopoderoso y Único, hizo resonar su voz.

Me siento realmente feliz de ir como amigo, como mensajero de paz y como peregrino al País que, hace dos mil años, dio refugio y hospitalidad a la Sagrada Familia, que huía de las amenazas del Rey Herodes (cf. Mt 2,1-16). Me siento honrado de visitar la tierra en la que habitó la Sagrada Familia".

Y, más adelante, añadía: "Deseo que esta visita sea como un abrazo de consuelo y de aliento para todos los cristianos de Oriente Medio; un mensaje de amistad y de estima para todos los habitantes de Egipto y de la Región; un mensaje de fraternidad y de reconciliación para todos los hijos de Abrahán, de manera particular para el mundo islámico, en el que Egipto ocupa un lugar destacado. Espero también que contribuya eficazmente al diálogo interreligioso con el mundo islámico y al diálogo ecuménico con la venerada y amada Iglesia Copto-Ortodoxa".

El Papa terminaba como lo suele hacer siempre al final de cualquier intervención suya: "Por favor, rezad por mí". Le va a hacer falta. Esperamos y pedimos que se cumplan abundantemente sus deseos y expectativas para este viaje de la máxima trascendencia.