Una túnica con mangas

Hay "cosas" en la vida más importantes que otras. La misma vida, la fe ?para los creyentes-, el sentirse y saberse amado, construir un proyecto de vida, tener una utopía, un horizonte vital para mí y para la Humanidad entera, ser padre o madre?Esas "cosas" son experiencia o no son. Y esa experiencia tiene raíces profundas, interiores, a veces incluso inconscientes; a partir de esas raíces, la "experiencia" llega a colonizar todo nuestro ser, memoria, entendimiento y voluntad, como decían los antiguos, pasión y acción.

Esas "experiencias" positivas se han instalado en nuestro interior, pero tienen su origen en la piel: una caricia, un vaso de agua, una mirada, un guiño en la mirada, una mano tendida, un beso, un abrazo, un libro a tiempo, una rosa, un paseo compartido o solitario, dos cafés sin prisas?una túnica con mangas?

José, bisnieto de Abrahán, no era el mayor ni el más pequeño de los doce hijos de Jacob (el mayor o el pequeño tienen más "papeletas" para ser los preferidos de la familia). Pero Jacob prefirió al undécimo. ¿Por qué? ¿Tenemos que responder a la pregunta de por qué preferimos a una persona y no a otra? No parece oportuno ni necesario.

José supo que era el preferido porque su padre le hizo una túnica larga y con mangas (cf. Génesis. 37,3). Los braceros, los currantes, tenían túnicas cortas y sin mangas ?de ahí lo de bracero- porque era más práctico para trabajar en el campo tener los brazos al aire y ropa cómoda. Pero la túnica larga y con mangas, adornada y lujosa, noble, no se debía manchar de barro ni arriesgarse a que se rasgara. Los preferidos no trabajan. Solo disfrutan. La túnica con mangas es un símbolo claro de la preferencia del padre. Todo el mundo sabe, empezando por el que la lleva, que su portador es el preferido, el amado. No es pequeña cosa, en la antigüedad y ahora, antaño y hogaño.

En la Biblia hay otro Hijo amado y preferido, predilecto. También tiene una túnica con mangas, tejida de una pieza, en un telar artesano horizontal, tejida por su madre a partir de la adolescencia del hijo, pues éste "prometía". Que "prometía" se confirmó dieciocho o veinte años después cuando "Alguien" dijo: "Este es mi Hijo, el amado, mi preferido. Escuchadle" (cf. Mateo. 17, 5).

La historia de este hijo corre paralela a la de José?hasta que da un giro inesperado y se separa radicalmente de lo previsto: le arrebatan la túnica para azotarle; si se la hubieran dejado puesta, la habrían destrozado a golpes y no habría podido cumplir su función de contener las múltiples pequeñas hemorragias ocasionadas por la flagelación; el reo se les hubiera muerto antes de tiempo, estropeando el espectáculo; así que se la vuelven a poner, empapa la sangre y detiene la hemorragia...el morbo puede continuar. Tiene que poder llegar por sus propias fuerzas hasta el lugar del ajusticiamiento.

Una vez allí, con la hemorragia detenida, ya le pueden volver a quitar la túnica, pues los crucificados han de estar desnudos. Los soldados han tenido mala suerte: el reo es pobre, cuatro harapos que apenas servirán para limpiar la sangre y el polvo de las armas y sacarle brillo a las corazas. Pero la túnica es otra cosa, es elegante, cara, de lo mejor, por lo menos alguien tendrá un poco de suerte y habrá ganado la soldada del día?

No sabemos dónde está esa túnica. Hay tres posibilidades: en la catedral de Tréveris (Alemania), o en la basílica de Saint-Denis, en Argenteuil (Francia). Me gusta más la tercera posibilidad: es la que usaron en mi bautismo. En su día, hace muchos siglos, alguien tuvo una idea brillante y recortó la original, haciendo de ella varias más pequeñas, tamaño bebé. Una de ellas me la pusieron. Pero como "lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis" (cf. Mateo. 10, 8) seguro que mis padres se la pasaron a otra familia y estos a una tercera?Y así, hasta perderle la pista? A fin de cuentas, no es lo importante las mangas de la túnica, sino que yo, también, fui declarado "amado y preferido". No está mal para empezar una vida?