El silencioso órgano

Si elevamos la mirada hacia el coro de la iglesia de Babilafuente, veremos una serie de tubos, aparentemente ordenados, es el órgano. Sólo los más mayores del pueblo escucharían sus notas, pues a mediados del siglo pasado dejó de cumplir su misión.

Pero, es por detrás de aquellos tubos, donde se encuentra nuestro objetivo. Vigas forradas con periódicos "del año de la Victoria" como muestran algunos de sus titulares, maderas y fuelles amontonados reposan en la oscuridad, vigilados, tan sólo, por las firmas de algunos hombres que subieron por los maltrechos peldaños hacia el coro.

Repasando la historia de un órgano, se tienen referencias de que en 1813, las tropas francesas quemaron el órgano y la barandilla del coro. En 1852 se pagaron 60 reales, de un total de 1600, para colocar el órgano, el que nos ocupa, procedente de los religiosos de Alba de Tormes. En 1855 se tiene constancia de que en la iglesia había sacristán organista por lo que cobraba 420 reales y 40 pesetas en 1901.

Fueron varias las averías que tuvo a lo largo de los años, pues en 1910 se arreglan los fuelles, en 1950 se vuelve arreglar por un coste de 500 pesetas. Finalmente, averiado de nuevo, se concluye con su desmantelamiento, por parte del técnico encargado de su arreglo, cobrando un anticipo y no volviéndose a saber más de él.

Más de sesenta años llevan estas vigas, maderas y fuelles en silencio como testimonio de una Historia que durmió.

En 1956, se compra un pequeño armonio, por el que se pagaron 3000 pesetas, sustituyendo definitivamente al silencioso órgano.

Feli Blanco