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Pregón íntegro de Ángel López Manzano para la Asociación Carnavaldeltoro.es
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CARNAVAL DEL TORO 2017

Pregón íntegro de Ángel López Manzano para la Asociación Carnavaldeltoro.es

Actualizado 16/02/2017
David Rodríguez

CIUDAD RODRIGO | Ángel López Manzano pronunció el pregón de la Asociación en la tarde del jueves en el Teatro Nuevo Fernando Arrabal

Autoridades, miembros de la Asociación Cultural CarnavaldelToro.es, Maestro Conrado, señoras, señores, amigos todos, buenas noches y muchas gracias por estar aquí.

Ya hace algún tiempo, en una agradable tarde de otoño, cuando me dirigía disfrutando del paseo hasta mi casa, en el bolsillo del pantalón, mi teléfono móvil recibía una llamada. Al otro lado, sonaba una voz que resultó ser la de Emilio, para decirme, que quería hablar personalmente conmigo.

La verdad, por mucho que lo hubiera pensado, jamás podría imaginar que el tema a tratar, fuera el ofrecimiento por parte de la Asociación Cultural CarnavaldelToro, a la cual él representaba, para que hoy fuera su pregonero.

Después de un primer momento en el que me quede un tanto despistado, sin saber por dónde me venían los tiros, reaccioné y le comenté a mi compañero de conversación, que me diera unos días para pensarlo, pues la oferta venía cargada a partes iguales, de ilusión y de responsabilidad, aunque todo sea dicho, no los necesité, ya que apenas unos minutos más tarde mi respuesta era afirmativa y le dije que sí, que hoy sería su pregonero.

Y aquí estamos, ya un tiempo después de aquella otoñal tarde, en este incomparable marco de nuestro Teatro Nuevo, para abrir el telón en cuanto a pregones se refiere, del pre Carnaval 2017.

Pre Carnaval que arranca de la mano de la Asociación Cultural CarnavaldelToro. Una Asociación compuesta por 16 entusiastas aficionados, amantes y defensores de nuestras carnavalescas fiestas.

Desde su creación, de su mano hemos vivido las aportaciones más importantes que se han llevado a cabo, para mejorar las fiestas grandes de Miróbriga.

Gracias a su trabajo y esfuerzo, ha sido posible llenar la vacía mañana del sábado de Carnaval, con la celebración del Toro del Antruejo, un toro donado por esta Asociación, la cual nos permite a través de una votación popular, participar en la elección entre tres animales finalistas de una esmerada selección.

También son responsables, de que nuestro Carnaval empiece dos horas antes, con esa quedada el viernes en el entorno del árbol gordo, para subir desde allí, al ritmo de la música de las charangas (a ellos nunca les ha faltado su colaboración) dirección a la Plaza. En el camino, decenas de voluntarios entregarán de forma totalmente gratuita, varios miles de pañuelos identificativos de este acto multitudinario y tan bonito, que es el Campanazo.

Nuestra emblemática Plaza, se vestirá de gala y de naranja y sus ocupantes, con las fuerzas intactas del primer día, esperarán ansiosos a que Rebeca Jerez, dé la orden de descubrir la mágica campana del Ayuntamiento, para a ritmo de toques de reloj suelto, anunciar el inicio de las mejores fiestas del mundo.

Aún reconociendo el Campanazo y el Toro del Antruejo, como las dos actividades más importantes que esta Asociación aporta al Carnaval, no son las únicas y a ellas tenemos que añadir, por ejemplo, ese encierro infantil con carretones o esas tertulias sobre el Carnaval, donde se tratan todos los temas de actualidad referidos a nuestras fiestas y que vienen a recoger el testigo de aquellos coloquios pre y post Carnaval, que se celebraban en el Porvenir y que tanta aceptación tenían entre los mirobrigenses.

Tertulias que se pueden ver y participar en directo desde la Bodega, o seguir a través de las retransmisiones de su página web, Carnavaldeltoro.es. Desde ella, podremos disfrutar también, nuestros encierros y capeas, además de encontrar la mejor y más completa información, referida a nuestro Carnaval.

Por todo vuestro trabajo, por vuestro esfuerzo, por vuestro buen hacer en pro del Carnaval, quiero pedir amablemente a todas las personas que hoy nos acompañan, que se unan a mi aplauso para agradeceros todo lo que hacéis que es mucho, por nuestro Carnaval.

Además, como siempre he oído que es de bien nacidos ser agradecidos, ahora soy yo, a título personal, el que os quiere dar las gracias y lo hago de corazón, por haber pensado en mi humilde persona, para ser hoy pregonero, en este vuestro pregón del 2017. Por lo tanto, muchísimas gracias a todos y cada uno de vosotros.

Estoy seguro y convencido que, desde esta Asociación, hubieran podido encontrar muchas personas más formadas y preparadas que yo, para dirigirse hoy a ustedes desde este micrófono, así que, para compensar estas carencias, intentaré escribir este pregón desde dentro, sintiéndolo desde esa sangre farinata que late en mi corazón.

Posiblemente pueda tener fallos o errores en lo que les diga o en su redacción, aunque espero de ustedes paciencia conmigo y por supuesto, su comprensión. De sobra sé, que al terminar la faena esta no será de puerta grande, pero me conformaré con no recibir ningún aviso, además de evitar el lanzamiento de alguna almohadilla.

Cuando me puse delante de unos folios en blanco, para escribir este pregón, reconozco que tuve alguna duda de hacia dónde enfocarlo ya que fueron varias las ideas que me vinieron a la cabeza, decidiendo finalmente, espero que acertadamente también, por hablarles de lo que a todos los que estamos hoy en este Teatro Nuevo, nos une y tenemos en común, como es el amor y la pasión que sentimos por el Toro, por Ciudad Rodrigo y por su Carnaval.

Todos los que hemos tenido la suerte de nacer o pacer en esta Ciudad, entiendo y creo firmemente que somos unos privilegiados, no en vano vivimos en un municipio reconocido recientemente, como uno de los pueblos más bonitos de España, aunque en mi opinión seguramente interesada, se hayan quedado cortos por entender, que no es uno de los más bonitos, sino el más bonito de todos.

Aun reconociendo que estamos pasando una "mala racha", sigo pensando que es un lugar ideal para ir pasando y disfrutando de la vida.

En una primera parte de este pregón, intentaré, dentro de mis posibilidades, establecer un nexo de unión entre nuestra Ciudad, sus moradores y las fiestas con toros.

Gracias al trabajo de profesionales de la historia o de simples y entusiastas aficionados que han dedicado su tiempo y esfuerzo, a investigar y descubrir información sobre la vida de los mirobrigenses, tenemos datos de sobra para llegar a la conclusión, de que la cultura del toro no es una modernidad para nosotros, sino que es una tradición popular muy arraigada y relacionada con Ciudad Rodrigo, desde hace siglos. Tradición que nos lleva a vivir y a sentir el mundo del toro, con una vehemencia y una pasión, solo propia de quien tiene la enorme fortuna de vivir en una zona privilegiada, para la cría y selección de este único y bello animal que es el toro bravo, auténtico rey y señor de las dehesas del Campo Charro.

"EL TORO "

Nace, torito, nace

en campos de Salamanca,

donde abriste los ojos al mundo

una noche fría y estrellada.

Los que templaron tu bravura

entre encinas milenarias,

los que al llegar la primavera

te echaron cuatro hierbas a la panza.

Los que te vieron embestir

sombras que la luna proyectaba,

los que peinaron los rizos de tu frente

como una adolescente enamorada.

Ya te retiró el vaquero

del caliente ubre de la vaca,

ahora pastas en un cercado

como el rey de la camada.

Ya han pasado cuatro inviernos

ya crecieron tus pitones,

eres el rey de la dehesa

esperando un destino de emociones.

Ya se va acercando el momento

para ver el temple de tu bravura,

esa que forjaste en años,

entre encinas de hermosura.

Miróbriga te espera ilusionada

correrás poderoso por sus calles,

un día frío de invierno

entre agujas y disfraces.

Serás el rey de la fiesta

lucirás tus puñales de oro,

mira si eres importante

que, a nuestro Carnaval, lo llamamos "Del TORO"

Si esta zona adehesada de pastos, encinas y robles, es un hábitat natural para la cría del toro, el entorno de nuestra Ciudad, no lo es menos para la vida de las personas, algo que explica que ya desde al menos la edad de bronce, existiera un asentamiento poblacional en nuestros alrededores.

A partir de aquí, han tenido que pasar muchos años, siglos, para que Miróbriga se haya convertido en esa Ciudad abierta y hospitalaria que conocemos hoy, y que recibe a todo aquel que se acerca hasta ella, con el monumento de las tres columnas, convertido en escudo heráldico de nuestra Ciudad.

"Ciudad Rodrigo en señal

de sus honrosas fortunas

se cifra en tres columnas

de antigua, noble y leal "

Tuvo que seguir transcurriendo el tiempo, para que Ciudad Rodrigo adquiriera ese "poso" de monumentalidad que hoy atesora. La construcción de nuestro Castillo, Catedral de Santa María y murallas, le darían ese empaque que hoy mantiene. Aunque ni las mismísimas murallas fueron capaces de impedir una pérdida paulatina de población, que hizo necesario acometer varias repoblaciones, la primera llevada a cabo en 1.136, por el Conde Rodrigo de Girón, al cual debemos nuestro nombre y la segunda poco tiempo más tarde, en el año 1.161 por Fernando II de León. A partir de aquí Ciudad Rodrigo, sufriría un importante aumento demográfico y el mayor esplendor artístico de su historia, gracias a la construcción de gran número de palacios y casas señoriales, necesarios para albergar a un importante número de familias de la nobleza, que se asentarían en nuestra Ciudad, por aquellos años.

En esta época de la Edad Media, principalmente durante los siglos XIV, XV Y XVI, era muy común y frecuente entre la nobleza, mostrarse al pueblo y lucir sus habilidades a caballo, alanceando animales salvajes, como osos, jabalíes o toros. Teniendo en cuenta que Ciudad Rodrigo estaba ocupada, por una gran cantidad de familias nobles, no es de extrañar, que estas compartieran gustos y aficiones con el resto de la nobleza que ocupaba la península ibérica.

Muchos han sido los Tratados de Caballería, donde se recogen datos sobre la existencia de este toreo caballeresco en la península, alguno de los cuales lo remontan al siglo IX, haciéndolo coincidir con el uso del estribo en la equitación, aunque seguramente fuera a partir del siglo XIII,gracias a la disposición legal del Rey Alfonso X, adoptada en el " Código de las Siete Partidas " cuando el toreo ecuestre quede oficialmente aceptado, como manifestación festiva que permitía a la nobleza, mostrarse al pueblo en los eventos celebrativos de la Corte.

A partir de aquí, esta práctica del toreo se extendería por toda España, al considerarse útil como entrenamiento militar.

Actas XLV (AEPE).

Ante este tipo de espectáculos que eran muy del agrado, tanto de la nobleza, como de la plebe, la Iglesia, una vez más, no pudo permanecer impasible y fueron muchos los pontífices (Inocencio III, Eugenio II, Alejandro III...) que emitieron bulas y encíclicas en contra de estos Torneos de Caballería y de las fiestas con toros al considerarla una práctica cruel y sangrienta.

Pero nuestros antepasados españoles no estaban dispuestos a renunciar a una tradición que consideraban tan suya y una y otra vez, desobedecían las ordenes que llegaban desde Roma. Tiempo después, la insistencia por prohibir, motivarían una protesta del claustro en pleno de la Universidad de Salamanca, escrita y redactada por el mismísimo Fray Luís de León, en contra de esta bula.

El paso de los años, acompañados de una falta de habilidad y de valor por parte de los caballeros nobles para alancear toros, hará que sea la gente del pueblo llano a pie, la que vaya adquiriendo protagonismo en esta suerte de lidiar toros.

Al mismo tiempo, emergerá desde el campo para llegar a la fiesta, la figura del garrochista, jinete de gran habilidad y saber hacer a caballo, fruto del trabajo y la brega diaria con el ganado. Así, con el paso del tiempo y gracias a una gran evolución, iremos desembocando en el toreo a pie moderno y en el arte de torear a caballo, conocido actualmente como rejoneo.

Si tuviéramos que ponerle fecha de manera documentada, a la afición de los mirobrigenses a celebrar fiestas con toros, tendríamos que retrotraernos como mínimo al año 1418, año en el cual, según un documento fechado en esa época y que se encuentra en el Archivo Histórico Municipal de Miróbriga, del cual tenemos conocimiento, como de otros muchos, gracias al responsable de dicho archivo, Tomás Domínguez, según el cual se trata del tema de las rentas del concejo y se habla por primera vez del uso y colocación de talanqueras, para cuando " Hubiere que correr toros ".

La afición de los farinatos a las fiestas de toros, no debía de ser chica, sino todo lo contrario, grande y desmedida, para despertar la atención de los mismísimos Reyes Católicos, que en varias ocasiones trataron de poner orden y cordura en los excesivos gastos que, de las escasas arcas municipales, se destinaba a la compra de toros.

De todo ello queda constancia, en un documento fechado en 1493 y que se encuentra en el Archivo Municipal de Simancas, donde queda perfectamente clara la reprimenda de los Reyes a las autoridades locales, por el excesivo gasto en toros que se lleva a cabo en nuestra Ciudad "...Parece ser, que, en esa dicha Ciudad, se corren muchas veces toros, e en ellos se facen gastos demasiados. Non se pague en esa dicha Ciudad, más de fasta 6 toros cada año, repartidos por las fiestas que a vosotros pareciere bien visto..."

Algunos años más tarde ordenarían de nuevo, que "...Las rentas de los propios, sean pagadas en dinero y no en toros (Algo que parece ser ocurría con bastante frecuencia) así como también ordenan que los toros para los festejos fueran sufragados por los carniceros de la Ciudad, al quedarse ellos con la carne y con la piel para su venta.

Como vemos que ni los propios Reyes Católicos eran capaces de evitar la enorme afición del pueblo español en general y del mirobrigense en particular a festejar con toros, la Iglesia volvería a la carga de la mano del Papa Pio V, que en el año de 1567 emitiría la bula " De Salutatis Gregis Domicis " mediante la cual, se prohíben bajo pena de excomunión las corridas de toros, al entender que estas fiestas "...Estaban alejadas del sentimiento cristiano, considerándolas más propias del demonio, por la enorme cantidad de muertos que causaba, muertos a los cuales se le negaba sepultura en el Campo Santo ".

Ante la imposibilidad de acabar de una vez por todas con estas fiestas de toros, desde el papado llega un nuevo intento para impedir este tipo de celebraciones, esta vez, prohibiendo también bajo pena de excomunión los festejos taurinos en plazas cerradas. Según podemos saber por nuestra historia local, a los ingeniosos mirobrigenses, se les ocurrió la brillante idea de hacer caso, por una vez, a las órdenes que llegaban desde Roma y como solo prohibía celebrar corridas de toros en plazas cerradas, decidieron abrir las puertas de la plaza y cerrar las de la muralla, convirtiendo todo el recinto amurallado en un enorme coso taurino.

Como es de suponer, esta ocurrente solución solo fue algo temporal, ya que fue finalmente prohibida después de los graves incidentes ocurridos en esta "ingeniosa" celebración, entre los que cabe destacar a modo de anécdota, el año que uno de los toros que se corrían por las calles intramuros, se coló dentro de la Plaza de Armas del Castillo, por aquel entonces zona militar, siendo detenido y retenido por las autoridades militares, negándose el máximo responsable de la misma a devolver el toro a la muchedumbre que alborotada en la puerta reclamaban y exigían, que les fuera devuelto el toro.

Finalmente, se alcanzaría por fin la calma con la llegada del Papa Gregorio XIII, al parecer más taurino que su antecesor, que anulaba esta bula y volvía a permitir las fiestas con toros.

Como podemos ver, los enfrentamientos entre taurinos y antitaurinos por intentar impedir las fiestas con toros y que está tan en auge ahora, no es algo nuevo, sino que como hemos podido comprobar, ya existe desde hace siglos en la llamada "Piel de Toro ", aunque en estos momentos se muestre con especial virulencia y también, por qué no decirlo, en muchos casos por las formas, perdiendo la razón.

Yo entiendo y respeto que haya personas que estén en contra de las fiestas con toros, repito, entiendo y respeto que así sea, pero lo que nunca podré llegar a comprender es que algunos de estos que se erigen como abanderados en la defensa de los derechos de los animales, se salten "a la torera "los derechos de sus semejantes, que para defender que no se mate a un animal, deseen, pidan y se alegren de la muerte de un ser humano. Resultaría paradójico que los que quieren acabar con las fiestas de toros, en realidad con lo que acaben de salirse con la suya, sea con el propio toro bravo. Pero en fín, esta sería una interminable discusión, donde ninguna de las partes logrará convencer a la otra, por lo tanto, sigamos con lo nuestro...

Si hasta el momento, el mayor impedimento para la celebración de festejos taurinos, habían venido de la mano de la Iglesia y la Corona, ahora es la profunda crisis en la que se ve envuelta nuestra Ciudad, debido a las continuas guerras y saqueos a los que se vio sometida y que afectaron, como no podía ser menos, a las fiestas con toros.

Pero como siempre hemos oído, que nunca ha llovido que no haya escampado, ni hay mal que cien años dure, nuestra Ciudad fue recuperando poco a poco el ritmo de vida normal y por supuesto volviendo a recuperar, los festejos taurinos.

Gracias a un trabajo publicado por el ahora alcalde de nuestra Ciudad, Juan Tomás Muñoz, está demostrado y comprobado que no es hasta el año 1732, cuando se puede empezar a relacionar las fiestas de toros, con el Carnaval, que seguramente nace como una celebración pagana, que busca una forma de transgresión y una necesidad de protestar y manifestarse, contra la sociedad profundamente religiosa y católica de la época. Donde el pueblo ocultándose detrás de máscaras y disfraces da rienda suelta a sus necesidades más primitivas.

Es cierto que hay quien pone en duda esta fecha, por entender que la relación entre el toro y la máscara es muy anterior y lo hace basándose principalmente, en el Acuerdo del Cabildo Catedralicio del año 1525, donde se habla y mezcla claramente el uso de máscaras en los Juegos de Cañas. Estos juegos de cañas, están perfectamente descritos en la obra de Pedro Aguilar "Tratado de Caballería a la Gineta". En dicho Tratado, se define claramente en qué consistía el juego de cañas, a la vez que se explica, como una vez finalizados se soltaba un toro para la diversión y disfrute de todos los asistentes, que participaban en su lidia provistos de máscaras, antes de que se le diera muerte alanceándolo desde un caballo. De ahí, que haya quien opine que ya desde entonces pudiera establecerse, una relación entre el toro y Don Carnal. Si bien es cierto, que también parece estar demostrado que, en esa época, los festejos taurinos no se celebraban en la antesala de la cuaresma, sino que eran más propios de celebrarse, coincidiendo con las festividades de San Juán y de Santiago.

Sea de una o de otra forma, en lo que sí parece coincidir todo el mundo es en la seguridad de que, desde entonces, no hayan dejado de celebrarse nunca, aunque en algún periodo de la pasada dictadura, pasaran a celebrarse bajo el nombre de "Fiestas Tradicionales" y como digo, se han celebrado siempre, incluso en años difíciles o complicados, como por ejemplo aquel de 1911, cuando el rio Águeda se desbordaba, causando grandes pérdidas y daños en unas terribles inundaciones. Desde el Ayuntamiento, posiblemente con buen criterio, se acordó la suspensión de los festejos taurinos en señal de duelo con los afectados, pero los mirobrigenses a pesar de los momentos difíciles, querían celebrar el Carnaval, haciendo que la Corporación Municipal cambiara de parecer, naciendo así la célebre coplilla que todos conocemos:

"Nuestro ilustre Ayuntamiento

el Carnaval suspendió,

en señal de sentimiento

que causó la inundación.

Pero el pueblo sobrepuesto,

con mucha resignación,

ha pedido que haya toros, embolados

rojos, blancos o nevados

aunque sean de cartón.

O también, cuando en 1929, una Real Orden emitida por el consejo de ministros presidido por el General Primo de Rivera, prohibía la celebración de capeas en las corridas de toros, lo que motivó una visita de nuestro "Buen Alcalde "Manuel Sánchez Arjona a Madrid, para intentar encontrar alguna forma de burlar esta Real Orden, que suponía la ausencia de capeas en nuestro Carnaval. Fruto de estas negociaciones se consiguieron salvar, quedando constancia en la correspondiente copla del Carnaval.

Toreros de postín

nos trajo Don Manolo

cuando se fue a Madrid

a gestionar los toros.

Gracias debemos darle

pues si no es su gestión

nos quedamos sin toros

en esta población.

Con estos antecedentes, creo que a nadie debe de extrañar que los farinatos llevemos en nuestro ADN, el ser carnavaleros. Nuestra genética particular nos aporta además del ser altos, bajos, rubios, morenos, guapos o feos, el sentir esa pasión por nuestro Carnaval. Que a todos se nos acelere el corazón y se nos disparen las pulsaciones, cuando vemos unas manos aferrarse a la soga que mueve el badajo de la campana del Ayuntamiento, para empezar a golpearla al ritmo de toques del reloj suelto. Con su sonido llega esa explosión de alegría de un pueblo, que lleva todo el año contando los días para que llegue este momento. El instante que el característico y embriagador sonido, nos anuncie que por fin empieza el Carnaval. Un Carnaval que simple y llanamente, es la obra de todo un pueblo que a lo largo de los siglos ha sabido crearlo, conservarlo, vivirlo y disfrutarlo para que futuras generaciones, con ese mismo ADN, aprendan a amarlo y conservarlo, como hemos hecho los mirobrigenses hasta ahora.

Y si estas generaciones venideras vivirán y disfrutarán a tope del Carnaval, mi generación, esa que ya peinamos canas o directamente no tenemos pelo para peinar, los vivíamos desde niños con especial intensidad.

Eran otros tiempos distintos, completamente diferentes a los que vivimos hoy. Los críos jugábamos en la calle, disfrutábamos de lo poco que teníamos, éramos felices sin conocer, ni siquiera imaginar que algún día llegaría a nuestras vidas internet, las redes sociales, Facebook, WhatsApp....En fin, todas estas cosas que nos unen al mundo, que nos acercan a personas que no hemos visto nunca, que están a muchos kilómetros de distancia y desgraciadamente nos alejan y separan del vecino o del amigo que vive en la puerta de enfrente.

Los críos de mi generación no contábamos con todas estas novedades tecnológicas, pero ni falta que nos hacían. No necesitábamos mandar un WhatsApp para quedar con los amigos, bastaba con salir a la calle y encontrarnos, o simplemente llamar a la puerta de su casa y hacer la clásica pregunta ¿Sales?

Además, teníamos juegos de sobra para disfrutar de su compañía, el inque, el aro, la "trompa" o peonza, ese juego en el que, si tenías una de corazón de encina y herrón de aletas, eras capitán general. También teníamos juegos más colectivos, en equipo, como pico, zorro de zaina, la luz, el "dao" o el "cogido", o aquel otro de complicadas instrucciones, que conocíamos como "los pelotazos", que consistía en tirar una pelota por alto y el que la cogiera, arrearle un pelotazo con ella al que más cerca tuviera. También teníamos juegos más civilizados, como el escondite o la modernidad del escondite, pero inglés. Por supuesto, no podía faltar alguno más burlón como era el "ir a niarros" con alguno que viniera un tanto despistado de la "Capi", al que teníamos varias horas agarrado al saco esperando que entrara alguno.

También jugábamos al fútbol en los muchos campos que existían en nuestra Ciudad, los campos del seminario, la chopera, la cañada, el campo "Pulga" o el "Zoquete", donde jugábamos aquellos partidos interminables, que duraban hasta que quería el dueño del balón. Aquellos balones que entonces llamábamos de "funda" y que cuando se mojaban absorbían el agua, como las magdalenas el café y darle de cabeza suponía, estar de 5 a 10 minutos en un estado de semi-inconsciencía. Eran años en que los niños soñaban más con ser "El Viti "o "El Cordobés ", que Pirri, Amancio o Johan Cruyff.

Así, entre juegos y días de escuela, iba pasando tranquila nuestra niñez. Días de calma sin muchas preocupaciones, ni cosas que destacar que alteraran la paz y el sosiego de nuestra Ciudad.

En las tardes de otoño, esa estación puente entre el caluroso verano y el frío invierno mirobrigense, tan dada a refranes, ya saben..." Otoño presente, invierno en la acera de enfrente" o también "Cuando meto las castañas en el horno, es que llegó el Otoño", los críos de Miróbriga ya empezábamos a "atisbar "en el horizonte la próxima llegada del Carnaval, ya empezábamos a contar desde entonces los días, pues en esos años para nosotros, el Carnaval empezaba mucho antes.

Hoy recuerdo con cierta nostalgia, pensando en lo rápido que se pasa la vida, en lo deprisa que ha pasado el tiempo, cuando cualquiera de aquellas tardes me dirigía con mis amigos al parque de La Florida, cuando los últimos rayos del sol todavía llegaban a través del campo de "las reses", justo cuando los castaños abrían y dejaban caer sus erizos de castañas "Pilongas ". Aquellas que con mucha imaginación convertíamos en toros y bueyes, las más menudas para toros y las más grandes y gordas para bueyes.

Con alguna ramita de búnimo del mismo parque, fabricábamos los cuernos, que, por supuesto clavábamos en las castañas, incluso alguna vez, el día que estábamos inspirados, dibujábamos con una punta o un clavo en la misma castaña, el hierro de alguna ganadería de relumbrón, Atanasios, APs, o de aquellos míticos Gracilianos de los que tantas cosas habíamos oído contar. Ahora que ya teníamos el ganado para el encierro, nos faltaba el recorrido, que hacíamos en el suelo con la tierra de la calle, antes de que el moderno asfalto apareciera en nuestras vidas. Teníamos los toros, los bueyes, el recorrido, pero efectivamente nos faltaban los caballos, pues nada, aquellos caballos de plástico que comprábamos en sobres de a peseta en el carro de Ramona, con los que jugábamos a indios y vaqueros, los transformábamos en las mejores jacas camperas, para encerrar la corrida. Alguna vez me he preguntado, si no nacería aquí mi afición al toro y al caballo.

Así, poco a poco, con el Carnaval ya en el horizonte íbamos pasando los días. Con el otoño llegaban a Miróbriga los primeros fríos, que volvían a dejar oír algún acertado refrán de la gente mayor "En otoño, la mano al moño ". En esta época del año, el campo se cubría de un manto dorado de hojas secas, que caían lentamente y daban una tonalidad ocre a la tranquilidad del campo, que solo se veía interrumpida, cuando salpicaban el paisaje, toros, vacas, caballos, ovejas merinas o castellanas y también cerdos ibéricos, que deambulaban despacio a la espera de la cercana montanera, que le echara arrobas de calidad a sus carnes, para la venidera matanza tradicional que tanta hambre ha quitado en nuestra tierra, porque si del cerdo nos gustan hasta los andares, del cerdo también se aprovechaba todo. Recuerdo con emoción, aquellas matanzas familiares en casa de mis abuelos, Pepe y Estefa "Los Jareros ", rodeado de mis tíos y de mis primos, donde la matanza era toda una fiesta que duraba casi tres días, convirtiéndose en todo un acontecimiento.

Hay tres días en el año

que se llena bien la panza,

en los Santos, Nochebuena

y el día de la matanza. Días de matanzas familiares, que describe perfectamente José Antonio Martín Sánchez.

Madrugadas del crudo mes de enero

crepitar de leños en el hogar,

aguardiente y perrunillas primero

sin olvidar el banco de matar.

Artesas, barreños y otros aperos

pan, cebollas y el porro de enfusar,

pimiento y condimentos con esmero

ha llegado el momento de matar.

Hora cumbre apunta la mañana

los gruñidos estremecen el corral,

la roja sangre a borbotones mana

como símbolo de un rito ancestral,

que, con el fuego, inmolación pagana

y el agua purificador natural,

carnes, grasas y huesos se rebanan

para dar fiel cumplimiento al ritual.

Puerco, marrano, cochino, cebón

sinonimia de la marranada,

pero una buena tapa de jamón

el sabor de un torrezno de barbada,

aromas de chorizo y salchichón,

el lomo y las costillas adobadas,

morcilla y farinato ¡¡¡Placer son!!!

como el tocino en patatas meneadas.

Después de tan completa descripción, solo se le olvidó a nuestro paisano mencionar el "Acalcador de los farinatos ", ese que antes o después, a todos nos tocó "acarrear "desde la casa de algún vecino o familiar.

Así, entre matanzas, juegos y bromas, lentamente íbamos tachando fechas en el calendario, a la espera del ansiado Carnaval. Fiestas, que como anteriormente comentaba, tengo la sensación de que antes se disfrutaba la espera de una manera distinta, más intensa que ahora. La proximidad del Carnaval embullía y transformaba por completo, a Miróbriga y a los mirobrigenses.

Para hacer más llevadero el tiempo que faltaba hasta las carnestolendas, Ciudad Rodrigo, a partir de superar las señaladas fiestas navideñas, cuenta con una serie de días festivos todos con un marcado carácter religioso. Celebraciones, que de alguna manera eran consideradas la antesala del Antruejo, o mejor dicho casi parte de él.

San Antón, San Sebastián, las Candelas, San Blas... Mis recuerdos me transportan ahora hasta aquellos días de San Antón, (festividad considerada con cierta socarronería por algunos mirobrigenses, como la primera de abono) y me llevan a mi arrabal de San Andrés, donde ahora veo y escucho con mis ojos y oídos de niño, aquellas rifas de los aguinaldos el día del patrón de los animales.

Veo aquellas ruedas de madera numeradas del 0 al 9, con la aguja de lata para señalar el número premiado. Puedo oír el mágico sonido al girar la rueda sobre el eje. Después, mientras el olor de los lotes con los aguinaldos colgados en la pared de la iglesia y el sabor de los panecillos en la boca nos hacían caer en un deleite casi divino, alguien con una tiza en la mano, iba anotando con grandes cifras en la pared, los distintos números premiados.

Sin apenas tiempo para que las familias premiadas, pudieran probar las viandas matanceras, estábamos envueltos tres días después en honrar a nuestro patrón San Sebastián. Festividad, que actualmente no está sabiendo enganchar a nuestros jóvenes y no tan jóvenes a su celebración y prefieren cambiar la patronal fiesta, por las tradicionales rebajas en la capital charra.

Quizá haya llegado el momento de adaptarse a los nuevos tiempos y respetando la raigambre religiosa y tradicional de la misma, dotarla de algún tipo de actividad que la haga más atractiva para las nuevas generaciones y así evitar, que la autovía hasta Salamanca se llene de mirobrigenses abandonando la Ciudad ese día.

Antes comentaba que estas fiestas eran la antesala del Carnaval, que ya casi formaban parte de él y el ejemplo más claro es este día de San Sebastián. Primero, porque se oye el sonido del reloj suelto al procesionar la imagen del Santo y después, porque al bajar la procesión por la calle Madrid, camino de San Cristóbal, muchos años ya están colocadas las agujas y muchas son las cabezas que piensan ya, en los encierros y en el Carnaval. Como mejor ejemplo de ello, podemos recordar los célebres gritos en tono jocoso, que casi siempre se oían ¡¡¡ Ya me lo suben!!! ¡¡¡ Ya me lo bajan !!!, que no hacían más que demostrar la cercanía del próximo Carnaval.

Antes, las Candelas y el Santo Patrón de las gargantas, merecerán nuestra atención. En la víspera los mirobrigenses nos dirigiremos hasta el ahora cinematográfico monasterio de la Caridad, para disfrutar de la hoguera y de una pinta de vino, acompañada de los típicos y tradicionales chochos (entremozos o altramuces). Al día siguiente en romería, cada vez menos a pie y más en coche, disfrutaremos de la festividad de San Blas, compraremos la tradicional y bendecida gargantilla, que anudaremos al cuello hasta el próximo miércoles de ceniza, que como es costumbre, la quitaremos para quemarla.

Ya solo nos queda, o mejor dicho les queda a las mujeres farinatas, celebrar y disfrutar del día de las Aguedas, día en el cual, según afirman les toca mandar a ellas, al igual que en los otros 364, añado yo.

Creo que todos deberíamos apostar por no perder nuestras tradicionales fiestas, ni podemos, ni debemos permitirlo. Que está muy bien vestirse de bruja o de calabaza la noche de Halloween y exigir el truco o trato, pero es mucho más bonito armados de panderetas, pedir licencia para cantar el pujo el día de Nochebuena.

Y ahora ya sí, una vez dada buena cuenta de nuestras fiestas religiosas, nos veíamos inmersos en la espera de celebrar la fiesta mirobrigense por excelencia, la fiesta del Carnaval. Por fin estábamos en la recta final, que nos llevaría a esas fechas señaladas desde hacía un año en nuestros calendarios y en nuestras cabezas. Los bares, tabernas y mentideros de Miróbriga, se llenaban de ambiente carnavalero, dimes y diretes empezaban a aflorar, que si los toros son chicos, que se los han comprado a fulano porque es amigo del Alcalde o del Concejal, que el encierro a caballo este año no entra, en fin, las eternas polémicas del Carnaval, pero ¿Que sería un Carnaval sin polémica?

Al margen de los mayores, los críos también empezábamos a dar rienda suelta a todas esas ganas de Carnaval contenidas durante todo un año. Era el momento de aparcar y dejar de lado todos aquellos juegos tradicionales que ocupaban el resto del año y volcarse de lleno, en cuerpo y alma, en el que llenaba todo nuestro tiempo de ocio en las fechas previas al Carnaval.

Era el momento de olvidarse del balón de fútbol y el álbum de cromos con los futbolistas de la época y rescatar aquellos cuernos de morucha o de toro bravo, que alguien con cierto enchufe había conseguido en el matadero, que una vez limpios de tétanos y unidos por un palo, se convertían en la única herramienta necesaria para el antiguo juego de los toros.

Como me acuerdo ahora de aquellos años cuando íbamos a la escuela, si, a la escuela, lo de ir al colegio o a clase todavía no había llegado, repito, como me acuerdo de aquellos recorridos hasta San Francisco, llenos de niños con aquellas carteras de asa cogidas de la mano, que en su interior transportaban aquel pizarrín con tiza, o después ya, el clásico plumier con los escasos útiles de escritura, acompañando a la tradicional Enciclopedia que valía para todo. Con que ilusión esperábamos la hora del recreo para correr delante, o, mejor dicho, escapar de aquel muchacho ligero de piernas, al que se le concedía el honor de hacer de toro y que en algunos casos tenía más peligro, que muchos de los toros que se corrían en Carnaval.

Que alegría producía en nosotros ver que empezaban a colocar aquellas agujas de madera, de la que quien más y quien menos, guardaba algún recuerdo en forma de siete, con alguna punta mal clavada, en nuestros pantalones de "tergal". Cuando empezaban a colocarse en la zona de los pinos y en los glacis de los fosos (Aunque hay que decir que, en el lado de este, no se colocaban y la barrera para delimitar el recorrido era el propio foso) entonces ya, antes y después del horario escolar, nos animábamos a subir a jugar a los toros, hasta esa zona tan próxima al colegio de San Francisco.

Ahora recuerdo con cierta tristeza y mucho cariño, aquellas imágenes imborrables de las maletillas entrenando y toreando de salón en el foso. Esos maletillas que llegaban a Ciudad Rodrigo antes del Carnaval, al igual que la cigüeña por San Blas. Pero ellos no llegaban volando, ellos lo hacían en tren, andando por la carretera o haciendo "dedo" como decíamos antes. Por equipaje, solo traían el "maco" al hombro, cargado con alguna ropa para mudarse y sobre todo lleno de esperanzas e ilusiones de que, en alguna capea, saliera algún toro por el callejón de los toriles, a nuestra rectangular Plaza, convertida en coso taurino, que les permitiera hacerles esa faena que por las noches soñaban, mientras dormían en el pajar de cualquier ganadero o labrador mirobrigense, entre los que alcanzó cierta fama el del señor Alipio.

Como me acuerdo de aquellos maletillas, en algunos casos jovenzuelos, casi niños, poco más mayores que nosotros. Todavía hoy veo y recuerdo, como desataban el atillo y desplegaban sus capotes y muletas, sucios y llenos de costuras, cicatrices de guerra, recuerdos de las mil batallas libradas por las capeas de los pueblos, intentando torear aquellos toros o vacas amoruchados, que en muchos de los casos tenían más capeas en los lomos, que los propios maletillas a la espalda.

En la mayoría de los casos, justo es reconocerlo también, estos aspirantes a torero carecían de la técnica, clase o arte suficiente para llegar a alcanzar el sueño de ser figura del toreo, pero, aun así, eran expertos ya en toda clase de artimañas y triquiñuelas, para lidiar todo aquel tipo de toro que se encontraban por las capeas. También eran auténticos maestros de la supervivencia, como nos contaban cuando relataban ante nuestros ojos de admiración, sus aventuras y desventuras para poder subsistir, de cómo tenían que tirar de picaresca para poder comer algo todos los días. En fin, eran otros tiempos, años de necesidades y en algunos casos de hambre, tiempos de romanticismo donde todavía era posible en las estrelladas noches del Campo Charro, poder ver a algún maletilla haciendo la luna....

"EL MALETILLA Y LA LUNA "

(Juan Arias)

La luna va paseando

por la inmensidad del cielo,

seguida por un cortejo

de estrellas y de luceros,

sobre las nubes de nácar

pasó la luna corriendo

engalanando su cara

con el vaporoso velo.

Los toros de la dehesa

parece que están inquietos,

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