El juez Santi Vidal

El proceso de secesión de Cataluña nunca alcanzó un nivel esperpéntico tan espectacular como el protagonizado por el juez, suspendido en sus funciones, Santi Vidal. Para quien no esté al tanto, aporto algunos datos. Vidal es un magistrado de la Audiencia de Barcelona, que con anterioridad ejerció de juez en distintos juzgados españoles, tras trabajar como abogado laboralista. Fue un magistrado audaz, cuyas sentencias llamaron a veces la atención por su fuerte contenido social y político. Hasta ahí, nada en contra, porque el Derecho se interpreta, no es unívoco y caben distintos acercamientos a la ley, que muchas veces tiene grietas por las que es posible abordar un problema de forma novedosa. No debiera escandalizarnos un juez progresista si no nos escandaliza un juez conservador.

Pero ¿qué hizo famoso a Santi Vidal y provocó su suspensión durante tres años en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales al ser sancionado por el Consejo General del Poder Judicial? No fueron sus sentencias, ni sus opiniones políticas, que tiene todo el derecho del mundo a tenerlas y a defenderlas, pues es un ciudadano, siempre que cumpla impolutamente con su neutralidad a la hora de dictar las sentencias. Fue, ni más ni menos, que Santi Vidal, en sus ratos libres, elaboró un proyecto de Constitución para Cataluña. Y el órgano de gobierno de los jueces entendió y el Tribunal Supremo confirmó ?creo que con razón- que tal acción quebrantaba la independencia de un juez respecto al mundo político: el juez no puede militar en un partido político ni colaborar hasta tal punto con una institución que defiende la independencia para Cataluña, algo abiertamente inconstitucional. Por eso Santi Vidal dejó temporalmente de ejercer como juez, lo que llevó a ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) a ficharlo como candidato al Senado por Barcelona, obteniendo el escaño correspondiente en las últimas elecciones generales.

Y casi no volvimos a oír hablar de él. Hasta la semana pasada en que dimitió como senador. ¿Razón? El ex-juez y senador se dedicó durante varias semanas a recorrer Cataluña dando conferencias para correligionarios y afines, defendiendo su independencia, lo cual en democracia es admisible, pero a la vez sembrando de afirmaciones que ponen los pelos de punta, tales como que quienes gobiernan Cataluña tienen los datos fiscales de los ciudadanos catalanes, obtenidos con procedimientos ilegales, o que tienen fichados a los 801 jueces que ejercen en Cataluña y saben de qué pie cojea cada cual, los 300 adictos y los enemigos de un Estado catalán, e incluso que subrepticiamente tienen agazapada en los presupuestos una partida de 400 millones de euros para realizar el referéndum. Conductas que, de ser ciertas, colocarían a la Generalitat al borde de un Estado policíaco o totalitario.

Como es lógico, tales barbaridades, que atentan a los derechos y libertades más elementales de los ciudadanos, provocaron las reacciones esperables y ERC le pidió a Santi Vidal que dimitiese como senador, cosa que disciplinadamente ha realizado. Quienes gobiernan Cataluña dejaron muy claro que tales declaraciones eran cosa única y exclusivamente atribuible a las audacias dialécticas de este iluminado, según muchos. Pero ¿quién puede creerse que un partido haya permanecido en silencio ante este desmadre político y jurídico, sin enterarse de nada a lo largo de varias semanas? No hay lerdo que muerda ese anzuelo.

Y todo ello me permite concluir algo que ya he defendido aquí antes: los jueces nunca pueden estar en política, su función vitalicia exigiría que quien decide dar tal paso renuncie a volver a la judicatura, como garantía de la independencia judicial. ¿Se acuerdan ustedes del juez Garzón, cuando llegó a secretario de Estado con Felipe González de presidente? Garzón dimitió de su cargo político y a las pocas semanas estaba ejerciendo de juez?contra Felipe González. Lo de Santi Vidal es esperpéntico, pero el fondo es el mismo: ¿qué hace un juez en política? Pervertir su función: defender la ley, con exquisita neutralidad, al servicio de todos los ciudadanos, controlando al poder ejecutivo si se tercia. Pero para algunos, ser juez es poca cosa, aunque sea la más importante, sin la que no hay democracia ni Estado de Derecho.

Marta FERREIRA