Hacia el climax

Cada uno refleja sus propias intenciones. En este sentido, la acción debe contribuir a la realización de algo. Por eso el actuar constituye la primera sensación del pintor.

Al pintar, la acción consiste en dar forma a una imagen, mediante la creación, ese momento conduce directa o indirectamente al clímax del acto creador agudo.

El dar forma no conduce a formalizar nada, ni tampoco a la organización general de la "pintura bella". Pintar determina la imagen y por eso es lo que más explica la idea o el sentimiento que contiene un cuadro.

Pintar lleva implícita una determinada crisis, o quizás un momento decisivo de la percepción. Al hablar de crisis me refiero a la necesidad de puntualizar durante el proceso de realización del cuadro toda una variedad de estados, donde la esencia estará en ese último impulso aunque esté contaminado.

Sin necesidad de explicar nada, es el acontecer de su propia materialización. La creación de imágenes está formada por una situación privada, aislada?como la totalidad de las percepciones abstractas que percibimos.

Es una síntesis de sentimiento, placer, éxtasis y alguna otra, que sin interceder unas con otras aparecen cuando se entra en acción.

Gesto, rechazo, liberación sexual, situaciones ambiguas como la vida misma, captada en cualquier lugar. Un estremecimiento del ser, un murmullo que va al fondo de las cosas, instintivamente hacia lo esencial.

Todo crea un clima de conjunto, cercano a lo que se denomina< universo> pictórico, pero no se trata de describirlo en cuanto al sentido estricto de una definición. Está el color, la intensidad, los gestos, la emocionabilidad.

El milagro consiste en no expresar otra cosa que así mismo, dentro de la más rigurosa exigencia de la totalidad. No expresar otra cosa más que así mismo y en su totalidad tal y como el ritmo fluctúa y se contradice, es secreto pero al mismo tiempo esotérico del acto creador. Siempre sincero.

Fotografía: Arturo Prieto