El Quijote y Charlot

Acaba el centenario de Cervantes sin pena ni gloria. Me parece que la mayoría de españoles y los medios de comunicación han estado más pendientes del Balón de Oro que de Cervantes, un autor, por otra parte, poco leído, para nuestra vergüenza. ¿A quién cree usted que han nombrado más veces los medios a Cervantes o a Ronaldo?

Pues, como pequeño homenaje, en esta última columna del año, quiero decir a los lectores (a unos para ver si están de acuerdo y a otros para que se animen a leer y a ver en el cine a estos dos personajes, tan especiales) que en la última lectura que he hecho del Quijote se me ha ocurrido que, en realidad, estas dos maravillosas creaciones tienen mucho en común.

Unen en el mismo personaje dos aspectos que solemos separar en la vida, lo dramático y lo cómico. Reflejan, como pocos, por un lado, la crueldad de la vida, la maldad humana y la crítica a los poderosos y, por otro, hacen una representación cómica del drama humano. De hecho, en escenas de contenido dramático, nos hacen reír a carcajadas, tal vez porque esta sea la única forma de soportar las injusticias y crueldades. Una situación que personalmente solo he conseguido vivir, con éxito, en la mili, del ejercito de nuestra dictadora. Reír por no llorar, suele decirse popularmente.

Expresan también muy bien la maldad y la bondad humana, en escenas sobrecogedoras, dejando bien claro que los seres humanos podemos acabar siendo santos o demonios.

Y en términos sexuales y amorosos, ambos son idealistas y tiernos, aunque sujetos a tentaciones, como muy humanos que son. Muy lejos están del concepto biológico, dominante en la actualidad, cuando se habla de sexualidad e incluso de enamoramiento.

Por último, aunque ambos personajes merecerían un análisis infinito, son unos defensores de los grandes valores que resumen los mejores inventos de la humanidad: la libertad, la dignidad, la compasión empática y la capacidad crítica frente a todos los convencionalismos, especialmente frente al poder. En efecto, para ellos, y que razón tienen, el poder debe estar siempre bajo sospecha, el propio (todos tenemos espacios de poder) y el ajeno (el religioso, el militar, el político, el económico y el administrativo, en esta sociedad tan burocratizada y jerarquizada, justo para someternos).

Animo al lector a encontrar escenas y situaciones paralelas, en el fondo y en la forma, en el Charlot del siglo XVII y en Quijote del siglo XX, entre Don Quijote y Charlot, a mi modo de ver, dos de las creaciones mejores de la humanidad.