Punto de partida

Mañana, Mariano Rajoy será elegido presidente del Gobierno, y es bueno recordarlo porque aquí todavía algunos nos dan la matraca con que quien gana las elecciones es el partido más votado pero en realidad no es así: quien gana las elecciones es quien es elegido presidente del Gobierno, y esto no lo hacen los ciudadanos cuando votan sino el Congreso de los Diputados cuando elige quién va a ser presidente, pues la nuestra es una democracia parlamentaria que se rige por un sistema electoral proporcional corregido y no por un sistema mayoritario. Por lo tanto, mañana será cuando se pueda decir que Rajoy ganó las elecciones, antes no, y por eso llevamos desde junio en el aire, con un gobierno en funciones.

Mañana estrenamos también una situación inédita. La política ha dejado de ser bipartidista en España, ahora la manejan cuatro partidos, y esto cambia todo, el pacto va a tener que ser la moneda corriente. Tras cuatro años de gobierno del PP con una mayoría absoluta asfixiante, en que no se pactó prácticamente nada, pasamos a un escenario inverso. Si Rajoy no tiene cintura y actúa flexiblemente, es imposible gobernar y en mayo del año que viene se convocarán nuevas elecciones. Lo cual, por otra parte, sería una desgracia para nuestro país, que se habría instalado en un clima de inestabilidad política, justo lo contrario que necesitamos para salir adelante, consolidar la incipiente recuperación económica en la que estamos y despertar expectativas mejores. Habrá que pactar, y mucho.

Mañana, pues, estaremos en un punto de partida, no en una estación término. Y habrá que abordarlo con coraje y decisión. El país no está para bromas. Ahí tenemos el aviso de la UE de que tenemos que recortar 5.500 millones de euros más: ¿de dónde?, preguntan muchos. Evidentemente no podrá ser de las espaldas de los más débiles, que bastante han sufrido ya estos últimos años. De ahí que la inminente ley de Presupuestos para 2017, será el primer plato del banquete que se nos sirve: toda la dialéctica rancia de nada vale ante los hechos contumaces de los Presupuestos del Estado, ahí se explica la política, concreta y seriamente, no en la marabunta de la palabrería hueca a la que nos tienen acostumbrados nuestros decimonónicos políticos.

Mañana, entonces, inauguramos una etapa política que debería ser provechosa y no desaprovechada, en aras del bien común. Hay que concertar grandes decisiones, que no admiten más dilaciones: el futuro de nuestras pensiones, la educación que nos haga salir de los últimos puestos en la materia, la independencia del poder judicial como máxima garantía contra la corrupción. Me llama la atención que en su discurso de investidura, Rajoy le dedicó a esta última solo ¡2 minutos!, fue el tema menor, al tiempo que en los juzgados se están dilucidando varios de los grandes casos del latrocinio político, con el escándalo nacional consiguiente a la desvergüenza que manifiestan varios de los procesados. Y, claro, por último, no puedo olvidarme del desafío independentista de Cataluña: habrá que abordarlo de una vez, con imaginación y con los medios constitucionales al alcance. Por cierto, ¿no es esta una oportunidad de oro para hacer las reformas de la Constitución que tantas veces reivindican nuestros próceres, para cuándo si no?

Mañana, no hay que olvidarlo, España entra en la onda política europea, donde mayoritariamente se gobierna no a base de mayorías absolutas sino de mayorías concertadas, en las que varios partidos ceden en su programa de máximos y con sentido de la responsabilidad piensan en lo que es bueno para su país, aunque lo sea menos para los intereses del propio partido. Así se gobierna en muchos países de la UE, y con éxito, pero dando por supuesto que el consenso se convertirá en la metodología habitual de trabajo. No tiene por qué salir mal en España lo que ha salido bien en los países más prósperos de Europa. Pero esto exige acabar con muchos vicios a los que nos hemos acostumbrado: ceder no es peor que imponer, pero cediendo todos, no lo olvidemos. Esto nunca puede ser un trágala, la democracia es diálogo constante y atención a los puntos de vista del contrario, que no es nuestro enemigo sino nuestro adversario.

Mañana puede ser un buen día. O malo. Depende.

Marta FERREIRA