Libro viejo

Nuestra Plaza Mayor se ha vestido de viejo. El libro viejo y de ocasión ha vuelto a ocupar los hermosos espacios del ágora salmantina. Y no desentona en nuestra plaza el libro viejo, que no añejo. Y destaca la abundante presencia de librerías de dicha materia. No sólo de Salamanca, ni tampoco sólo de la autonomía castellanoleonesa, sino de toda España. ¿Habrá tanto interés por el libro antiguo? ¿O será, al menos, un mercado digno de tenerse en cuenta en el campo de lo económico?

Desde que se inventó la imprenta, el libro ha ocupado el centro de la formación humana de los que buscan enriquecerse en el campo del conocimiento, y aun de los que pretenden enriquecer su espíritu y su condición humana de madurez y su aspiración a la auténtica libertad. Hasta recientemente ha sido el mejor y casi único medio de acceso al verdadero conocimiento.

Pero últimamente se han puesto en marcha otros muchos medios de acceso a la información y al conocimiento de la verdad. Hay que hablar de las redes de comunicación y hasta de la difusión de libros auténticos a través de los medios cibernéticos por el camino del internet. Es la revolución comunicativa de nuestro tiempo. Una revolución tan profunda o más que la que trajo consigo la imprenta. Basta contemplar a los hijos del internet, que aparecen anclados en los aparatos modernos a veces desde antes de cumplir el primer año.

Creo que hemos de alegrarnos del pluralismo de medios de comunicación y de acceso al saber y a las ideas del pensamiento. Y no habrá que despreciar, sino aprovechar, estos medios modernos de la cibernética y del campo del conocimiento de la verdad que, desde esos medios modernos, contribuyen más que nunca a la creación de ese espacio común de la aldea global.

Pero ahora toca hablar del libro viejo que ha tenido acceso una vez más a los espacios de nuestra plaza grande. ¿Serán rancios estos libros viejos que ahora se nos ofrecen? ¿Serán instrumentos ya pasados de moda y que deberán dejar el espacio del saber a los modernos medios técnicos de la informática? ¿Estarán temerosos de que quede fuera de lugar el libro viejo los expositores de las diferentes librerías, cuando añaden al título de libro viejo el de libro de ocasión?

Desde luego, no está fuera de lugar el que nuestra plaza mayor se abra a estas manifestaciones culturales del libro clásico o permanente que representa la veteranía de sus títulos. Como también es de alabar que a su tiempo se haga presente en el centro de nuestra ciudad, con abundante frecuencia y asistencia de ciudadanos, el libro actual y de atractivo de éxito que ofrece nuestra Feria del Libro. Es estupendo que se convierta así nuestra plaza en libro abierto accesible y provocativo, que invita a adquirirlo observando los diversos estantes, algunos incluso con una cierta aspiración a la especialización temática.

Libros, libros, libros. No por viejos obsoletos. Quizá más madurados y de solera, que invitan a adentrase en la temática de lo trascendente, o por lo menos de lo duradero. Y alienta ver a nuestra plaza concurrida de visitantes e interesados por lo expuesto en los diversos anaqueles temporales, con accesibilidad incluso para los niños más pequeños, que se van interesando en los valores humanos de una buena lectura. Tenemos que poner esto de relieve en el año centenario del gran libro, el Quijote, y de las conmemoraciones de la muerte de nuestros eminentes autores universales, Cervantes y Sakespeare.

Bienvenido el libro viejo y de ocasión, y todo lo que contribuya mínimamente al aumento de nuestra cultura. ¡Enhorabuena a los libreros y a los organizadores de nuestra Feria del libro viejo y de ocasión! Que sigamos muchos años viéndola ocupar los espacios de nuestra Mayor Plaza.