El ocaso de un pirómano ególatra

El 1 de octubre comienza para los cristianos el mes del rosario. Quién nos iba a decir que ese día se estaba preparando en Madrid algo que, en expresión muy acertada, alguien ha calificado como el Rosario de la Aurora. Más bien habría que decir el rosario de toda la jornada. El triste espectáculo ofrecido en la sede del PSOE ?y sus alrededores- ha supuesto una mancha en la historia del partido que tardará mucho en desaparecer.

En situaciones como la presente lo fácil es hacer leña del árbol caído y decir aquello de: yo ya lo había avisado. No es este el caso. Por mucho que hubiéramos advertido la peligrosa deriva de los acontecimientos, y por poco preparados que nos parecieran los responsables de adoptar las decisiones del partido, nunca se podía pensar ?al menos en mi caso- que se llegaría a la bochornosa situación del pasado sábado. Algo sospecharían los dirigentes del partido cuando, el día anterior -olvidando que, la víspera del 11 de marzo de 2004, el PSOE se rio de la jornada de reflexión y calentó los ánimos de sus militantes para que acosaran las sedes del PP- se dirigieron a la Delegación del Gobierno en Madrid en solicitud de protección de la suya. Y me parece muy bien que lo hicieran porque, efectivamente, también esta vez era necesaria. Es muy significativo que miembros de un mismo partido insultaran gravemente a quienes consideraban enemigos de sus preferencias, pasándose por el arco del triunfo el valor de la libertad de opinión. Creo no exagerar, a la vista de las imágenes difundidas por TV, que, de no haber estado las Fuerzas de Seguridad, habríamos presenciado más de una agresión. De todas formas, como yo ya no creo en los movimientos de masas por generación espontánea, no acabo de entender muy bien la aparición de tantos compañeros/as en la calle Ferraz con cartelería perfectamente impresa para el acontecimiento, con megáfonos llevados por casualidad y ?lo más curioso- con algunos "ayudantes" de fuerzas políticas más a la izquierda, dispuestos a arrimar el hombre porque, tal vez, veían peligrar la oportunidad de llegar a un gobierno que hasta hoy les han negado las urnas.

Nunca he escondido mis ideas, bastante alejadas del socialismo, pero eso no ha sido obstáculo para tener verdaderos amigos en sus filas. Ayer recibí un whatsapp de uno de ellos con el siguiente texto: "El PSOE ha recuperado el sentido común, ahora sólo nos falta encontrar el líder que convenza a todos." Me gustaría que mi amigo y su partido acertaran esta vez. Que los propósitos de unión y olvidar viejas rencillas fueran esta vez sinceros. Cuando Pedro Sánchez decía que estaba orgulloso de seguir el consejo de su padre a la hora de cumplir la palabra dada, me estaba acordando de la confesión de Felipe González recordando que se había sentido engañado. Si esa declaración no ha sido refutada ¿esta vez hay que creer a Pedro Sánchez? Porque, hasta el sábado, no buscó nunca el bien de España, sino su obcecación por habitar el Palacio de la Moncloa.

Es mucho lo que está en juego como para no desear que este bache del PSOE sea lo más pasajero posible; que recupere otra vez esa confianza que el pueblo español depositó en él de forma tan clara. Aunque algunos cortos de vista puedan ver en este comentario un razonamiento hipócrita, en los momentos actuales resulta imprescindible la existencia de unos partidos "constitucionalistas" que sean mayoritarios en el arco parlamentario. La deriva que últimamente estaba "amagando" Pedro Sánchez, con su intención de alcanzar la Presidencia del Gobierno sin rehuir el concurso de fuerzas independentistas, ha sido el detonante de la actual situación. Le ha costado darse cuenta de que su propio partido era contrario a esa barbaridad, entre otros posibles motivos, porque así lo define la propia esencia del PSOE.

Si debemos creer que nadie desea otras elecciones generales, habrá que limar asperezas, sentarse a dialogar tan civilizadamente como se ha hecho en otras ocasiones, y tan normalmente como se lleva a cabo en otras democracias de nuestro entorno. Después, que cada partido vaya haciendo méritos para recuperar los votos perdidos, y que la oposición obligue al Gobierno a circular por los caminos justos, sociales y democráticos que decida la mayoría.