El rescate de Argel

Después del rescate y según costumbre se redacta el acta, que reza así: «En la ciudad de Argel, a diez y nueve días de el mes de Septiembre [de 1580]... el muy reverendo Fray Juan Gil, redentor susodicho, rescató a Miguel de Cervantes, natural de Alcalá de Henares, de edad de 31 años [no es exacto, iba a cumplir 33], hijo de Rodrigo de Cervantes e de doña Leonor de Cortinas, vezino de la villa de Madrid, mediano de cuerpo, bien barbado, estropeado de el brazo y mano izquierda...., preso desde el 29 de septiembre de laño 1975. Costó su rescate quinientos escudos de oro/en oro de España. No lo quería dar su patrón, si no le daban escudos de oro/en oro de España, porque si no, le llevaba a Constantinolla [sic]?».

Fue dura la negociación de Fray Juan Gil con el moro Azán Bajá que tenía a Cervantes por preso de mucho valor y por eso estaba a punto de llevarlo al mercado de Constantinopla donde pensaba venderlo a buen precio. Fray Juan tuvo que buscar en Argel más dinero que el que traía para ese rescate y a punto estuvo de no conseguirlo, porque quinientos escudos "de oro y en oro de España" era una pequeña fortuna equivalente a unas mil quinientas doblas. Pero reunió el dinero y Cervantes volvió a casa.

Años más tarde en El trato de Argel comenta:

"?un fraile trinitario, cristianísimo, amigo de haçer bien y conocido, porque ha estado otra vez en esta tierra rescatando christianos, y da exemplo de mucha cristiandad y gran prudencia. Su nombre es Fray Juan Gil". Ah, merecería la molestia leer el libro (en Alianza,10 euros y hasta con disquete) para ver cómo era el mundo aquel de la cautividad en campos sarracenos.

Fray Juan, trinitario de Arévalo, volvería a Argel y en total, dato curioso, consiguió el rescate de 333 cristianos presos. No es de extrañar que Arévalo le haya dedicado estatua, calle y mucho homenaje.

Y yendo más allá de esta anécdota de alta categoría que cumple años el próximo día 19, me hago varias consideraciones. Ay, siempre sacando punta al lápiz de las cosas.

Ya desde el derecho romano se establecían normas y cautelas para el rescate de cautivos y fue cosa que se practicó habitualmente a lo largo de siglos. Pero admiro la idea y la resolución de ir a tierras de moros a rescatar cautivos con el hábito por montera, unas sandalias y una bolsa con doblas y doblones cosida al cuerpo y el riesgo estadísticamente cierto que eso suponía. Y aquel cuarto voto, que roza lo sublime, de quedarse en ciertos casos en lugar del cautivo si el dinero no daba para rescatarlo. Larga y admirable lista de Trinitarios y Mercedarios yendo y viniendo con dineros y cautivos hasta hace bien poco, literalmente hasta ayer por la tarde, porque cautivos sigue habiendo y todavía hoy se compran con rescate.

Era, y es, una de las Obras de misericordia, "redimir al cautivo", sin olvidar que hay muchas formas de cautiverio. En Salamanca varios centros ? Cruz Roja, Cáritas, Proyecto hombre, Cruzada evangélica, etc?- que redimen día a día a los cautivos modernos, a los adictos a drogas y prisioneros de ellas, a las víctimas cautivas, atadas por el desprecio social y el abandono institucional. Y en otro orden las instituciones, especialmente personas y grupos de la Iglesia diocesana, que acompañan a los presos de Topas. Sin olvidar a dos espacios llevados por dos órdenes religiosas, Hijas de la Caridad y Adoratrices, dedicados a la acogida y rescate de mujeres que llegan escapando de mafias y similares; trabajo oscuro y duro si los hay.

Mientras tanto la ciudad gira y duerme, pero mucha gente vela y trabaja en campos extremos y de frontera social por puro amor y por ese admirable compromiso que nace del evangelio, diga lo que diga quien sea tomando caña y pincho en la caseta de ferias. Tiene aquí la Iglesia diocesana un haber que merecería un mejor conocimiento y un mayor reconocimiento; la medalla de oro a Antonio Romo, tan merecida, es una anécdota en medio de esa categoría de solidaridad y de intervención social que cada día practica la diócesis de cien modos diferentes. Y en muchos casos en personas y necesidades a las que la sociedad civil, por incuria e injusticia, no llega o no quiere llegar porque no es rentable desde ningún punto de vista.

Sin duda fue un trabajo rentable el de los trinitarios y mercedarios rescatando cautivos, sobre todo diría yo el de Juan Gil, sin el cual probablemente un tal Miguel de Cervantes Saavedra sería hoy un perfecto desconocido muerto en esclavitud en Constantinopla. En ese mismo orden de cosas no me parece pretencioso ni exagerado decir que comparando costes y resultados no hay organismo más rentable para la ciudad y la provincia que la Iglesia Católica.

Por mi parte honor y agradecimiento a cuantos hacen esto posible cada día.