Si se hubiera suspendido…

A puntito estuvo de suspenderse la corrida en la que las sustituciones descuadraron las esperanzas. A un paso estuvo el festejo de concluir sin haber enchiquerado una corrida de El Pilar que derrochó clase. "A Salamanca traigo lo mejor de que dispongo. Luego embestirán o no, pero debo traer aquello a lo que más fe le tengo, porque luego tengo que pasar el invierno aquí?". La frase, por supuesto, es de Moisés Fraile, que hoy puso material para que fraguasen los sueños. Y lo hicieron, porque el que derrocha calidad no se le escapa a Enrique Ponce.

Partimos de la premisa de que el toreo, por definición artística, es un sentimiento, y de ahí parte todo lo demás. Se puede sentir en la barriga, en el corazón, en el alma o en la piel, pero el toreo hay que sentirlo o no es nada. Ponce es de los que acaricia, acompasa, pone ritmo y suavidad, como el que canta una nana. Y todo eso se lo hubiera perdido el aficionado charro si se hubiera suspendido.

Cierto es que hubo muchos que decidieron ahorrarse los cuartos con Castaño y con Garrido. Cierto es que no son ?al menos aún- Talavante y Roca Rey, pero sólo por ver a Ponce cuando mejor está toreando queda pagada una entrada. Aunque algunos me digan que ya decidirán ellos si tengo razón. Si se hubiera suspendido, se hubieran perdido a un torero de época reverdeciendo laureles en Salamanca.

Mucho tiempo estuvo el valenciano sin pisar el ruedo donde ha cortado hasta un rabo, ha firmado faenas históricas y ha visto cómo se le maltrataba sin motivo cuando dejó su nombre ?que no su toreo- de estar de moda. Es, posiblemente, la primera vez que Enrique triunfa y se siente con una corrida de El Pilar, y barrunto que no será la última. Y es en Salamanca. Si se hubiera suspendido, esto no hubiera sido posible. Y hubiera sido un desastre para que siguiese acudiendo el que paga?