Volver a empezar

Algunos no nos desentendemos nunca del todo del trabajo. Pero es cierto que la intensidad es otra y hay tiempos de desconexión.

Yo no vivo esta depresión postvacacional, en primer lugar porque me siento afortunado de hacer cosas que me gustan y sobre todo con un buen equipo.

Estamos ante una nueva oportunidad y un nuevo reto de avanzar en abrir caminos con otras personas, frecuentemente no valoradas en justicia.

Llegarán estos heroicos chicos de Marruecos después de haber rehabilitado una nueva escuela y haber sembrado montones de esperanzas entre niños y adultos durante dos meses y aquí tendrán problema para hacerse un sitio en un grado medio y ni decir tiene en la ESO tradicional.

Los que no los quieren y los que los suspenden deberían bajar y ver lo que han hecho: lo que significa el trabajo cooperativo, el trabajo por proyectos, las inteligencias múltiples y sobre todo la emocional.

Después los supuestos colegios de élite venden como innovador un pequeño huerto que no llega al de los abuelos, ni tiene horizontes de realidad, sin entender lo grandioso de estos chicos haciendo canchas deportivas, podando arganes, soldando parques infantiles, animando con el circo, pintando,?

Pues seguirán diciendo que no valen y que estarían mejor en una cárcel. Lo que se pierden todos los que no creen en las capacidades de estos chicos y educadores.

Aquí hay una escuela de verdad, sin adornos y sin fingimientos, al rojo vivo como la vida de los de abajo. No caben los frívolos salvadores que se creen en posesión de la verdad y del Don de Dios.

Este es un equipo humilde, al lado de los desfavorecidos de leyes injustas y poderosos mediocres. Por eso no cuesta tanto empezar, hay ganas de verlos llegar, los que disfrutamos la primera quincena de julio con ellos tenemos ganas de volver a hacer planes juntos y de volver a pelear por un mundo más justo. Pero eso se hace peleando por la familia de cada uno, por sus estudios, por su salud, por su relación de pareja y sin olvidar nunca los sueños.

Avanzamos a un ritmo vertiginoso y muchas veces surge la tentación de acomodarse a un trabajo más normal, que no hipoteque tanta vida. Pero estar al lado de estos chicos mejora la vida y rompe las cadenas de la indiferencia social y del embotamiento emocional. Seamos menos hipócritas y no nos escondamos cada uno en nuestra pequeña parcela.