La mirada triste

Quería, querido lector ?sea cual sea tu origen, creencia y propósito en este juego llamado vida?, contarte algo genial que me pasó el otro día. Casualidad del destino y colaboración de unos pocos Whatsapps, bromas y enserios, acabé viendo (disfrutando, saboreando y amando) El Rey León, "el musical que conmueve al mundo" en Madrid. Si yo cuento como mundo, presupongo que sí, tengo que reconocer que el espectáculo cumple lo que promete al 100%. También tengo que admitir que, en justa colaboración a la causa, El Rey León es la película de mi infancia y soy de esas que ve las películas que le gustan hasta que borra el disco. O, en este caso, el VHS, que se me suele olvidar que soy del siglo pasado...

Se me va el hilo, querido lector, hacía mucho que no escribía para otro. Lo que venía a contarte es que, entre el bullicio y la emoción del público del Lope de Vega tras la función pude ver algo que me hizo recuperar la fe en la Humanidad. Dos chavales altos, tamaño armario 2x2, de esos que hablan como si no tuvieran tímpanos y quisieran dejarnos a nosotros igual de sordos... esos que se comunican mediante la extensión de su cuerpo que resulta ser su móvil pegado a un altavoz que emite música de todo menos bonita... esos a los que el factor manada corrompe... dos de esos, agárrese, lloraban.

Me pareció tan tierno que se esforzasen en esconder los lagrimones de cocodrilo que se les escurrían por las mejillas que me dieron otro motivo, sumado a la muerte de Mufasa ?que aún no he superado? y la belleza del musical, para llorar yo también a moco tendido.

Me gustaría conocer a los asesores d Educación que han decidido que las Enseñanzas Artísticas no merecen la categoría de asignatura obligatoria. Les preguntaría, solo por curiosidad, en qué sacrosantos estudios se han basado para dar la patada, vía Real Decreto, a las únicas enseñanzas que desarrollan valores, tolerancia, respeto, pluralidad, imaginación, ingénio, comunicación, empatía y habilidades que, por muy bueno que sea el profesor de Física, una fórmula no te va a enseñar. Me pregunto si esos señores tan cultos y elevados podrán conciliar el sueño por las noches sabiendo que unas cuantas generaciones se van a quedar sin saber que hay vida más allá del raggetón, el Guernica es mucho más que un montón de monigotes en blanco y negro o que, por no ir más allá, un lápiz basta para crear algo propio.

Por si no sabe de qué carajo estoy hablando, querido lector, le aclaro que las Enseñanzas Artísticas se van ?hablando en plata? a la mierda con la nueva ley LOMCE. Concretamente, en Primaria pasan a un subgrupo de asignaturas fuera del grupo obligatorio y específico. Traducido al español nivel medio (que es lo único que van a entender muchos de nuestros chavales con la LOMCE en pleno funcionamiento): que la Música y la Plástica se van a dar si al centro le apetece y en caso de tal, con muchas menos horas. ¡Porque las artes no son importantes, bien lo sabe cualquiera! Es mucho mejor que a un niño de 6 años le quede bien claro que el origen del universo es divino a que sepa recortar, pegar, pintar, dar palmas, cantar, bailar y que desarrolle así mil competencias motoras e imaginativas que vienen ligadas a algo tan barato como dejar a un niño enfrentarse a papel, lápiz y su ingenio. Debo ser una soñadora.

Pero mire, sí. Soy una soñadora empeñada en conseguir lo que se propone. Y eso lo aprendí no de una sucesión de números, ni de una reacción química o un comando de Windows... aprendí a perseverar y a intentarlo una y otra vez de empezar mil dibujos y tener que romper bocetos. Lo aprendí de enfrentarme a una partitura y necesitar horas y horas de trabajo. Aprendí a crear manchándome hasta las cejas de pintura o dando golpes sobre una mesa hasta que sonó al ritmo que quería.

Me da pena por las generaciones que vienen, esas que no van a oír mentar nunca la palabra tutti, las que no se van a embadurnar las manos con pintura ni van a ver en un periódico más posibilidades que pasar páginas de noticias que ?por cierto? en el fondo no van a comprender. EDUCAR no es inculcar conocimientos en compartimentos estancos. Maltratando, eliminando o recortando el ya escaso horario de las Enseñanzas Artísticas lo único que van a conseguir es que de sus escuelas salgan los mismos borregos que entraron, mano de obra sin alma, sin imaginación... sin vida. Si es eso lo que persiguen, enhorabuena, lo van a conseguir.

Soy una privilegiada, así me siento. Tengo la capacidad de emocionarme con una obra de arte como El Rey León, puedo sentir el desasosiego que transmite el Guernica, huelo el mar cada vez que escucho El Puerto de Albéniz. Tuve la inmensa suerte de tener un espacio y un lugar en el que alguien me enseñase a pintar un gesto de tristeza. Quizás por eso sea capaz de reconocerlo.

Aún quedan chavales capaces de beber del arte que se les presenta ante los ojos, señores funcionarios-pedagogos de traje y corbata, no maten esas briznas de vida.

El Arte brinda lecciones que ni el mejor libro de texto podría dar.