Luismi Segurado Trío, la música en directo conquista la noche de Salamanca

El silencio del público que llenó la noche del viernes el emblématico espacio del café Alcaraván anunciaba una experiencia más allá de un concierto de jazz, felizmente ya usual en Salamanca, de la mano de la asociación ALAMISA. Algo en las composiciones del pianista Luismi Segurado y sus dos compañeros de trío, Chuchi García, el seguro contrabajista capaz de sostener con su instrumento la tensión sonora de un músico en estado de gracia y un batería, el sevillano Aarón Castrillo que aúna la técnica y el genio para ofrecernos solos de una potencia magnífica, se ofrece al público, original, diferente, midiendo perfectamente el repertorio.

Tres músicos de fuerte formación técnica que tocan juntos desde su estancia común en la Escuela Superior de Jazz de San Sebastián y que se disponen a grabar en marzo un disco con estas composiciones sorprendentes, llenas de reminiscencias cuasi orientales, new age, siempre jazzísticas que caracterizan la obra del compositor Luismi Segurado. Pianista de formación clásica, hay en estos antebrazos tatuados, en su calma aparente y en su forma de tocar una seguridad inusual con la que guía a sus músicos y a la vez, deja que el contrabajo y la batería hablen entre sí ?fantástica la conjunción de ambos instrumentistas- y ejecuten solos prodigiosos. Tras un inicio experimental, tanteando el silencio del público, las piezas propias y ajenas de los grandes pianistas del jazz se suceden en medio del silencio reverencial de un público que sabe bien cuándo detener al intérprete y aplaudirle con ganas. Perfecta compenetración, un bajo de sonido profundo, siempre presente, una batería que suena cuando tiene que sonar en la cuasi sordina de las baquetas y la entrega casi violenta de sus solos. Y ese piano? no solo hay que oír tocar a Luismi Segurado, hay que verlo, hay que oírle agradecer a los que subieron el piano, no un teclado eléctrico, un piano al que despojó de sus maderas para dejarlo libre, la percusión al aire para que se proyecte el sonido, mientras las manos vuelan gozosas por el teclado.

Hay algo profundamente íntimo, casi triste en un piano, lleno de reminiscencias, belleza en estado puro, sin delimitar por los ecos eléctricos. Si a este sonido magnífico se le une una batería que, en ocasiones, trenza el sonido con el contrabajo en un instante de pura compenetración y magia improvisada, el milagro del jazz nos acaricia con un gesto sincopado. El público lo sabe y asiste en un silencio reverencial, músicos como Alberto Navales o Lauren Cintado, asiduos del jazz en directo como el poeta Agustín B. Sequeros, fotógrafos que casi son músicos como Miguel Ángel Montejo, músicos que fotografían, como Fernando Sánchez y sobre todo, la gente de ALAMISA, siempre entregados a ofrecernos todo tipo de experiencias sonoras.

Y esta lo es. Los diferentes títulos de las composiciones de Segurado, hermosos etiquetas que en ocasiones homenajean a grandes músicos menos conocidos del jazz más clásico se suceden mientras los tres instrumentos se trenzan y en ocasiones, suenan con la fuerza de una big band, o nos entregan momentos íntimos de grave belleza? el contrabajo de Chuchi García siempre íntimo y conmovedor, la batería de Castrillo capaz de sonar de todas las formas posibles? y sobre todo, ese piano cuyo sonido sobrevuela a un público entregado. Toda una experiencia de la que salimos, una vez más, tocados por la magia de la música en directo, tocados por la serenidad y el talento de tres músicos seguros de sus dones. Con ustedes, y en un directo magistral, Luismi Segurado trío en este espacio que sabe a jazz y con esta gente sabia que nos hace el regalo de convertir la noche salmantina en una experiencia musical llena de gracia.

Charo Alonso

Fotografía: Fernando Sánchez Gómez