Los dos apóstoles

Pedro y Pablo. El primero cree tener la llave. El segundo ha sacado su espada y ha gritado: "tanto monta, monta tanto?". Y han montado un berenjenal, vamos. Y nos regalan sus proclamas maravillosas de un país progresista, justo, limpio y de todos.

¿Qué será ser progresista?, me sigo preguntado yo. Ser laico, ser pro-abortista, ser anticlerical, ser libertino, ser necesariamente de izquierdas?? Qué tiene de respetable y de mayor valor ser progresista? De qué progresismo nos hablan?

A Pedro, que se creía dueño y señor de la llave, le sale un Pablo respondón que pretende cobrarse, por su coleta bonita, un alto precio por los servicios a prestar. A prestar ¿a quién?, porque este país llamado ? todavía- España no saldría bien parado de semejante "arrejuntamiento".

Cualquiera de los dos tiene mala memoria, no quieren saber nada de las corruptelas que llevan en sus genes políticos. Manejar como manejan la propaganda no les limpia el morral de mierda. Y el cambio que prometen sería, sin temor a equivocarme, a peor. Necesitamos cambiar, pero no pueden conducir ese cambio quienes ni siquiera son capaces de reconocer sus errores, actitud imprescindible para enmendarse.

Dos veces ha gobernado el Partido Socialista durante la democracia, sumando más años que todos los demás. El resultado ahí está y las consecuencias las estamos pagando todavía, además de los errores aportados por el PP. No llamarán progreso a la situación que vive Andalucía: pobreza, corrupción galopante en varios frentes, el mayor índice de paro de Europa? ¿Ese es el progreso que queremos para España? Y si al carro del gobierno o del desgobierno, vete tú a saber, subimos a Podemos, solamente podríamos aspirar a las más altas cuotas de miseria y falta de democracia. Porque la democracia es otra cosa más exigente y respetuosa con todos y con todo que lo que pregonan y practican estos "apóstoles" de lo idílico.

Y Mariano, el registrador, haciendo el camino no se sabe si el de Santiago o el de Damasco. A ver si se le espanta la burra, cae de cabeza y entra en razón, tras el golpe. Porque nos están ofreciendo un espectáculo que denota lo muy poco que les importamos los españoles.

Parece que este año el carnaval se anticipa. No perdamos la esperanza.