La iglesia de la localidad acoge la representación número 108 de la obra teatral 'Teresa, la jardinera de la luz' (GALERÍA DE FOTOS)
Sigue 'Teresa, la jardinera de la luz' exponente indiscutible de la gran "andariega" que fue Teresa de Jesús, dejando una profunda huella allá por donde pasa. Es significativo que uno de los rasgos que definen a la carmelita del XVI, nos referimos a sus continuos viajes por el reino, fundando conventos, sea también una tarea que lleva a cabo el grupo Lazarillo de Tormes con su apreciada obra, para llevar la figura de esta mujer a cualquier lugar que por ella se interese. Quizá uno de los éxitos del montaje, radique en que la Teresa que nos da a conocer, es por encima de todo, incluida su posterior reconocida santidad, un ser humano como cualquiera de nosotros, que supo acceder desde esta condición a lo más alto.
Cuando el grupo Lazarillo de Tormes llega en esta ocasión a Hinojosa de Duero, con la que ha sido la representación 108, que cierra las del mes de enero de 2016, de nuevo se siente rodeado y abrigado por un paisaje en el que bien podría haber estado nuestra monja en cualquiera de sus innumerables rutas. ¡Con que alegría habrían recibido Teresa y sus hermanas carmelitas, fatigadas de tanto viaje los productos de este bello entorno! El mejor de los quesos, que tanta fama da a la localidad, buen vino o aceite, frutos que prodiga el favorecedor clima de las Arribes del Duero, donde se enclava Hinojosa. Hasta la etimología de su topónimo nos habla del heno o hinojo que se cultivaba en la zona para alimento de animales, como las mulas que siempre acompañaban a "la andariega" en sus viajes. ¿Y qué decir de esos maravillosos ríos para refrescar los pies cansados?
Vamos descubriendo a lo largo de la obra que nos encontramos ante personajes que como nosotros tienen que comer, dormir, se cansan o tienen miedo, se enfadan o ríen y lloran ante las circunstancias de la vida. Desde el primer momento en que vemos a un grupo de carmelitas desfilar por el pasillo de la iglesia de cualquier pueblo, encaminándose al altar al son de un kyrie eleyson, la mente del espectador se traslada de época, y se hace cómplice con las necesidades y emociones de los personajes. Son éstos los que a través de su interacción nos llevan poco a poco a conocer un perfil de mujer, completamente humana que nos mueve cuando descubrimos el recorrido interior y real que hizo para que al margen de su santidad, sea como poco admirada en su integridad por todos.
La localidad de Hinojosa de Duero alberga numerosos puentes que ubicados sobre los ríos que por allí pasan, nos permiten acceder a ella disfrutando de un paisaje maravilloso. Esa fue también una de las grandezas de Teresa de Jesús. Ella supo tender puentes entre los hombres que salvaran las dificultades de entendimiento y prejuicios de la gente de la sociedad de su época. Y su valiente tarea fue tan encomiable, que saltándose las barreras del tiempo, ha llegado a nosotros. Luchadora incansable dio la cara por las mujeres de entonces, discriminadas e ignoradas. Las enseñó a ser libres, presentándoles un amor distinto, el de un hombre, que pese a haber pasado por esta tierra, no se parecía en nada a los de aquí. Se trataba de Jesús de Nazaret. Amor universal y extemporáneo, que nos trasciende.
En el guión de esta obra, escrito y dirigido por Denis Rafter, en poco tiempo conocemos a una Teresa de Jesús, monja sencilla en la cotidianidad del convento, pero intelectual de gran altura al mismo tiempo; seductora irresistible que supo admirar y enfrentarse a los varones de aquel momento, grandes poderosos en muchas ocasiones, para defender sus convicciones en nombre de otro al que nunca harían sombra. Así es como gracias a la idea de Javier de Prado de escenificar la obra en los altares de las iglesias de cualquier pueblo o ciudad, todo tipo de espectadores se convierten en estos recintos tan cargados de energías humanas, en testigos directos de una intensa vida presentada por otros. La conocemos a través de hechos históricos, sus poemas y cartas; su tarea fundadora, y ante todo, ver que Dios siempre estuvo por encima de todo en el corazón de la carmelita. Acusada por la Inquisición que encarna un padre dominico, sus hermanas de orden hacen ante él un esbozo de ella, emocionado y valiente, tan cercano, que el cierre final del montaje teatral es cuanto menos sorprendente y profundamente emotivo. Actores, los de Lazarillo de Tormes, que a pesar de su condición de aficionados, consiguen elevar a "Teresa, la jardinera de la luz" a la categoría de profesionalidad absoluta. Desde el padre inquisidor subido en su púlpito, que le confiere aires de superioridad, pasando por cada una de las carmelitas perfectamente caracterizadas en sus hábitos, y envueltos todos por la música renacentista, salida de los dedos del maestro Salinas, el resultado final arranca sinceros aplausos.
Así sucedió una vez más en este pueblo de la Ribera del Duero, acumulador de mucha historia, con un origen que se pierde en el túnel de los tiempos. Hay huellas neolíticas, romanas. Vestigios de una época medieval donde también aparece el arte románico que muestran alguno de sus bellos puentes o la hermosa ermita del Cristo de la Misericordia. Sin embargo ésta no bastó para conmover al Santo Oficio, por el expolio que llevó a cabo en esta villa en fechas cercanas a la muerte de Teresa de Jesús. Y aunque este Tribunal no pudo con la luz de su verdad, no tuvieron la misma suerte todos los que por la Inquisición fueron juzgados aquí. De nuevo es una iglesia parroquial dedicada a san Pedro la receptora de un proyecto teatral que ha demostrado con creces, cómo se dibuja un camino acompañando a una monja que como en el caso de Hinojosa de Duero es contemplada desde lo alto por ese Cristo de la misericordia a quien rindió su amor, y cuyo Sagrado corazón guardó como un tesoro en el suyo. El de Hinojosa parece bendecir desde lo alto lo que Lazarillo de Tormes hace llegar a todos, como si de un regalo se tratase, con "Teresa, la jardinera de la luz". Con el buen queso del pueblo siguen caminando.