Un Rey, entre el sentido del deber y el sentimiento humano

Una de dos, o existe un maleficio real, que sería de supersticiosos y nosotros no lo somos porque dicen que trae mala suerte, o el presunto sino de la familia del Rey es llevar a Sherlock Holmes como una rémora. Sí, no cabe duda, y lo malo para dicha familia, no hablo de Casa Real ni de Familia Real, porque también podría referirme a otras familias extranjeras, está en que todos sus miembros se encuentran bajo la lupa, y tarde o temprano, es decir, de manera anacrónica o sincrónica, los platos sucios, o vajillas enteras, salen a relucir y deslumbran a la Corona. Después, ya se sabe, es el propio Rey el afectado, como ha ocurrido con Cataluña, que por no darse por enterado de manera presencial de que el nuevo President se llama señor Puigdemont, le han armado la de San Quintín, es decir, aquella batalla en la que otro Felipe, el II, se ganó el apelativo de Rey Prudente.

Esto puede tener explicación, pero no sé si la comprenderían los independentistas. Nosotros pensamos que ni siquiera este error del Rey, caso de que lo fuera, se deba achacar a Su Majestad, y, sin embargo, de ello no disculparíamos a miembros de su familia, pues todos sabemos que con esos problemillas familiares que tiene en la actualidad es muy probable que el Rey Felipe no halle la paz necesaria para atender con justeza esos asuntos de mero protocolo. Todos sabemos que la semana anterior a la pasada fue bastante dura para el monarca, pues mientras su hermana Cristina estaba siendo juzgada ?momento en el que, presumiblemente, Don Felipe VI estaría tan atento al televisor como cuando Doña Letizia salía por el telediario?, llegó un bedel, un suponer, con una misiva de la señora presidenta del Parlament de Cataluña, republicana por cierto, con un deseo "muy sincero" de quererlo visitar, pero sin darse cuenta de que aquel no era el momento idóneo, con lo cual, a pesar de la exquisita educación y buenos modales de nuestro Rey, su reacción, quizá en zapatillas y batín, debió ser más humana que real: "Oiga, dígale a la señora presidenta que la reciba Pujol, su rey, o mejor que me mande un escrito? que con eso me doy por enterado". Ya digo, esto pudo ser así pero no es verídico, aunque es humano.

Tan humano como cuando, allá por el 2011, su padre el Rey Don Juan Carlos, a quien un día sí y otro también la prensa le especulaba el parte médico, ya harto, se acercó a un grupo de periodistas y bajo una reacción borbónica más que real les dijo lo que le dio la "real" gana: "Lo que os gusta es matarme y ponerme un pino en la tripa... todos los días hay quien quiere darme por muerto". Así pasó y así lo contamos. Al igual que nos honra poder decir, porque le honra a nuestro Rey Emérito, aquello tan profesional de "por qué no te callas", dicho allende nuestras fronteras en defensa de uno de nuestros políticos. O más humano aún, la vez que vino de Botsuana hecho un "cristo" y "exprimió" aquel famoso "lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir".

¿Pero quién no se equivoca? Volvemos a sentarnos simbólicamente junto a Don Felipe para seguir el juicio de su hermana y cuñado, y comprobamos que nuestro Rey, como todos los presentes en la sala del juicio y los televidentes que estaban en esos momentos ante el aparato, pudo tener un minuto de sonrisas y carcajadas cuando el abogado del señor Torres, socio de Urdangarín, equivocó "heterodoxia procesal" con "heterodoxia sexual". ¡En qué estaría pensando! No, no seamos malos, no es lo que estuviera pensando, sino que en ese proceso los profesionales de la abogacía tienen que leer 70.000 folios, además de 500.000 correos, ¡que ya hay que "joderse"!, y aunque estos últimos los tienen en la reserva y al parecer no los quieren ni abrir, esa presión causa cansancio y de ahí la heterodoxia "sexual" del subconsciente del señor letrado. No fue otra cosa.

Por tanto, no es la Casa Real la causa de los errores, es parte de la familia. Sin embargo, podíamos hablar y no parar de los escándalos de monarquías que nunca hubieran podido homologarse con la nuestra, como la de Mónaco en el pasado, con todo respeto por supuesto, o los equívocos de miembros como el Príncipe Carlos y su esposa Camila en la monarquía inglesa, o sin salir de allí, presumibles complejos del Duque de Edimburgo, esposo de Isabel II, quien sufre discriminación de tratamiento, pues si hubiera sido mujer de rey, no sería el "duque consorte", sino que sería la Reina, como lo son Doña Sofía o Doña Letizia, etc. etc. etc.