El voto de Dios

No se entiende cómo los mismos que tradicionalmente han visto al PSOE como al mismísimo diablo ahora lo inviten a sentarse a la mesa y pactar como Dios manda. ¿Acaso el PSOE está de rebajas? Hace unos días en un artículo de opinión de un periódico de prensa escrita se reclamaba con vehemencia la entrega de los votos socialistas al PP como si se tratara de un robo perpetrado por aquellos.

Créannos que el artículo no se paraba en raya. La autoría trataba a Rafael Simancas, diputado por Madrid y próximo a Pedro Sánchez, con el insulto de tonto, y no tonto útil o tonto inútil, sino tonto sin anestesia, a secas, todo por no plegarse con la derecha. Sin embargo, en el mismo artículo halagaban a los señores Francisco Vázquez y Joaquín Leguina como poseedores de las esencias socialistas: clarividentes, sensatos, inteligentes, auténticos... qué se yo, después tiramos el periódico y ahora el artículo no lo recordamos literalmente, aunque, por supuesto, tuvimos la deferencia de leerlo en su totalidad. Y lo hicimos con agrado, pues una de las primeras razones de la democracia es escuchar con respeto hasta a esos que no piensan como tú.

La presunta "verstryngerización" en sentido contrario de los señores Vázquez y Leguina no tiene mayor importancia que un cambio de rumbo ?ni siquiera una deslealtad? de dos personas a las que no sabemos si las habrán expedientado en su partido o han dejado de pertenecer a él, pero no por sus dudas religiosas o políticas sus opiniones sean un ejemplo a tener en cuenta dentro del Partido Socialista OBRERO Español. Por supuesto, tienen derecho a expresarlas y nada más. ¡Quién sabe si sienten nostalgia de aquel poder que les otorgó el PSOE en su juventud o de la juventud misma! ¡Vaya usted a saber! Nuestra humilde opinión, con todo el respeto que se merecen los señores Vázquez y Leguina, es clara: no se puede ir lastrando a lo largo de la vida de los partidos las opiniones de todos los que tuvieron responsabilidades en ellos, ya que supondría para los afines una confusión continua y un tremendo aburrimiento.

Por lo demás, hoy, contra todo pronóstico, estamos asistiendo, por el complejo contexto, a uno de los mayores triunfos del Partido Socialista y sobre todo de su líder Pedro Sánchez, que con dos partidos emergentes que le cincelaban a ambos lados, Podemos y Ciudadanos, novedad que ningún otro líder de la democracia había tenido con anterioridad, ha salido a flote y está en segundo lugar para gobernar este país, y aunque es obvio que tiene menos votos que el primero y sería al señor Rajoy a quien le correspondería formar gobierno, don Mariano, sin ningún pilar en pie donde sostenerse, deberá dejar paso al señor Sánchez para que sea éste quien obtenga el permiso del Rey. Una tarea la de gobierno que no le será fácil, pero nadie dijo que el arte de la política lo sea, con lo que el señor Sánchez tendrá que luchar lo indecible para llegar a acuerdos con otros partidos.

Y si esto no es posible y el PSOE se ha de batir con la izquierda de la izquierda en unas nuevas elecciones, esta última no debe creer que su victoria será más amplia. Algunos de los mejores sociólogos, que de esto saben un rato, señalan que una vez realizada una entrevista o una encuesta, es decir, cuando se apaga la grabadora, los entrevistados o los encuestados suelen decir lo que verdaderamente piensan. Y sabemos que la mejor de las encuestas son las elecciones y las opiniones más sinceras llegan cuando el vencedor tiene el resultado en la mano, y aquel 20D un gozoso Pablo Iglesias, al contrario de lo que hizo Pedro Sánchez, no puso el acento en la urgente rectificación de las políticas del PP, que es lo que realmente espera la gente, sino que habló de Constitución y de Independencia.

En honor a la verdad, hemos de decir que aquello no gustó mucho ni a su electorado ni a la izquierda en general y esto no se olvida, pero como Pablo es listo y goza de un discurso camaleónico, rectificó con posterioridad y actualmente se ha postulado como adalid de los contra-recortes, un hecho éste que le alzaría a ese lugar de leal escudero de la izquierda que el pueblo le ha asignado, pero para ello debería dejar atrás esas ínfulas a las que nos hemos referido.

Por tanto, no sabemos qué ocurriría en una segunda vuelta electoral caso de no existir acuerdos, porque si Ciudadanos no ilusiona lo suficiente y Podemos continuamente sube y baja de las nubes, en esa segunda vuelta apearemos el coche de cuatro ruedas en el que viajamos y volveremos nuevamente a la moto del bipartidismo. Aunque lo mejor para el país sería "pactos, pactos y pactos" [hoy toca esto, señor Anguita, un abrazo] y cuanto más afines y con menos trampas mejor.