No son sólo palabras

Hago hoy, reflexión y comentario desde uno de los párrafos con los que nos enriquece el mensaje de la jornada mundial de la paz que el Papa Francisco nos ha regalado a los Creyentes en particular y al mundo en general. "? La solidaridad constituye la actitud moral y social que mejor responde a la toma de conciencia de las heridas de nuestro tiempo".

Y pongo la reflexión y el comentario en cuatro palabras que me sugieren querer vislumbrar un horizonte lleno de esperanza en un año más. Gracias; Ternura; Acogida y Comunidad.

En primer lugar, gracias a quienes nos provocan con gestos de solidaridad. Descubrir y apostar por vivir estos gestos en una sociedad tan agresiva, no es nada fácil; pero para nuestra suerte existen. Terminaban los últimos días del pasado año y un grupo de niños y niñas de Pereña, Villarino y Trabanca, acompañados por sus familiares se desplazaron hasta nuestro barrio de Buenos Aires para hacernos partícipes de un sencillo signo de compartir, pero que para todos nosotros y nosotras ha resultado ser un gesto enorme, gozoso y entrañable. Un barrio cuántas veces tan denostado y señalado con desprecio no ha sido obstáculo para sentir que la solidaridad es posible, lleva nombre de niños y niñas y de posibilidad de saltar barreras que otros intereses crean. ¡Gracias a todas las personas que lo habéis hecho posible! La solidaridad, como tantas otras veces, ha tenido rostro de niños y niñas; de familia.

En segundo lugar, ternura para crecer en humanidad como expresión necesaria de la solidaridad. ¿Cuántos gestos y abrazos sinceros a lo largo de todos estos días? Seguro que muchísimos y además plenos de ternura muchos de ellos. Probablemente ese pequeño gesto que hemos tenido nos haya servido para descubrir lo contrario; la "sinrazón" de la cárcel o de una infancia sufrida e injusta; o una conversación cercana nos ha posibilitado encontrarnos con una enorme riqueza personal en medio de la precariedad de esa familia en desempleo o cercana al desahucio; seguro que una de tantas noticias que hemos leído o nos hemos hecho eco nos ha indignado porque se juega con los más vulnerables sin hacer lo más importante de la solidaridad que conlleva luchar contra las causas del empobrecimiento que tanta deshumanización provoca. La solidaridad tiene rostro de gesto de ternura y cercanía con los más empobrecidos hoy, mañana y ¡siempre!.

En tercer lugar, acogida para todas las personas sin un lugar en el mundo; las de cerca y las de lejos. Brazos abiertos, puertas abiertas, fronteras borradas, vallas derribadas, espacios y bienes comunes, acceso incondicional a tanto bien generado, disfrute gozoso de la tierra común y compartida,? frente a tanta riqueza destruida por negocios incalificables de las armas, de las drogas o de los alimentos; frente a bienes que se gestionan lejos de quienes debieran disfrutarlos preferentemente; frente a barreras que nos creamos criminalizando, excluyendo y señalando; frente a Instituciones y parte de esa sociedad que vive más tranquila justificando espacios como barrios sin retorno o pueblos abandonados y empobrecidos;? frente a quienes no creen en la acogida incondicional?están los que acogen sin preguntar su procedencia?los que abren espacios comunes, públicos y privados, para que todos y todas vivan, puedan trabajar y sientan poder recuperar el sentido de su vida en dignidad. ¡Acogida es camino de solidaridad!

En cuarto lugar, comunidad como única salida. Desde lo comunitario se experimenta que cuando parecía que no había para todos y todas, resulta que sobran muchas cosas en la mesa común. Resulta que en lo comunitario se descubre la necesidad de relaciones horizontales entre las personas . Donde aprender a compartir y diferenciar lo igual y lo diferente; lo necesario y lo superfluo. Desde la experiencia del compartir comunitario afloran lo mejor de los sentimientos. Desde lo comunitario comenzamos a descubrir que la precariedad tiene salida. Que en lo comunitario se puede descubrir cómo vivir solamente con lo necesario. Que en la experiencia de vida comunitaria comienza a tener sentido el trabajo y el empleo, la renta básica y el reparto de la riqueza, los derechos fundamentales y la solidaridad. Que vivir lo comunitario tiene muchas formas y direcciones, y que es toda una dinámica de aprendizaje necesaria e imprescindible frente a quienes solamente optan y promueven salidas individuales. En el compartir comunitario de las distintas vidas no tiene lugar la indiferencia y, sin embargo, sí existen muchas "razones para la esperanza" que acoge cada uno de los seres humanos.