El mal vecino

José María Pindado. Activista de Amnistía Internacional.

Uno de los temas, tradicionalmente, en los que Amnistía Internacional trabaja con más esfuerzo es la erradicación de la tortura, sea cual sea su forma y sea cual sea el lugar donde esta se produzca. Para eso, por ejemplo, desde el año 2014 mantiene en activo la campaña "Stop tortura", desde la que se pretende atacar esta lacra como una crisis global. Dentro de la campaña, una de sus acciones es señalar mediante informes aquellos países que utilizan esta práctica de forma habitual en sus instituciones, denunciando públicamente la situación. Hay informes sobre México, Nigeria, Uzbequistán, Filipinas? Pero llama la atención que uno de los estados investigados y señalados sea nuestro vecino Marruecos.

Cuando se piensa en tortura, quizás imaginamos situaciones lamentables en contextos del más profundo tercer mundo, estados totalitarios absolutamente radicalizados, guerras,? sobre todo si el agente activo de esos crímenes es el propio estado (policía, servicios secretos?). No se concibe que una situación de torturas y vejaciones "cotidianas" se esté produciendo, como quien dice, al lado de casa.

Y es especialmente significativo cuando el país que consiente estos comportamientos trabaja, o al menos aparentemente, en un teórico esfuerzo por ser democrático, transparente, social incluso. Marruecos es, teóricamente, así. Anuncian que los llamados "años de plomo" (periodo con el anterior monarca de enorme represión política) son cosas del pasado, quieren mostrar al mundo un cambio desmarcándose de entonces. Para ello, por ejemplo y relacionado con aquello de lo que estamos hablando, ha legislado en contra de la tortura y ha suscrito convenios internacionales que la prohíben y combaten. Lamentablemente, múltiples y continuas denuncias desmienten en la práctica esa intención.

Porque bien, por un lado, Marruecos mantiene ese ejercicio cosmético a modo de occidentalización, y quizás sea cierto que están mejor que años atrás; pero, por el otro, los datos pintan una escena bastante distinta. Golpes, amenazas de violación, vejaciones, electrocución, simulación de asfixia, etc. son, según los testimonios de las víctimas, algo habitual cuando uno está bajo custodia en Marruecos. Todo ello con el fin de obtener confesiones que, en última instancia, son la prueba fundamental del subsiguiente proceso judicial y la justificación de la condena. Evidentemente, cualquier garantía procesal es un espejismo en un sistema penal así.

Esto deriva en que la tortura resulta indiscriminada. Entre los más de cien casos documentados hay todo tipo de víctimas y todo tipo de situaciones: a plena luz del día, en comisaría, en la universidad, por agentes de paisano, por agentes uniformados, a activistas, turistas, estudiantes, gente que "pasaba por ahí"? Solamente comparten un par de elementos comunes, son llevadas a cabo por elementos estatales y después se echa tierra encima dificultando toda investigación.

Además, el propio sistema se protege a sí mismo. La tortura está prohibida, pero cuando se da, es casi imposible de investigar y perseguir, dejando a la víctima en una situación de "doble indefensión". Si alguno se atreve a reclamar, "llevando la contraria", se enfrenta a una más que probable acusación por denuncia falsa o calumnia, tipos penales de los que, de salir culpable, la pena va desde multas de 500 US$ hasta (¡ojo!) cinco años de prisión.

Por eso hoy, desde aquí, queremos hablar un poco de este asunto, porque es un tanto intolerable "reírle las gracias" a Marruecos, considerándolo uno más, cuando solamente lo es "de boquilla".

Para mayor información:

Link de la campaña "Stop Tortura"

En este enlace puedes ver el informe completo sobre tortura en Marruecos y Sáhara Occidental.

https://www.es.amnesty.org/noticias/noticias/articulo/marruecos-uso-endemico-de-la-tortura-para-incriminar-a-presuntos-delincuentes-y-silenciar-la-disid/