La misericordia hecha grito

Cercana la Navidad, un 21 de diciembre del año 1511, un fraile dominico desde el púlpito grita y denuncia la situación de los indígenas americanos y la explotación de la encomienda y sus encomenderos en la isla de La Española. Ese domingo de Adviento, preparando ya la Navidad, ocupaban los primeros puestos las principales autoridades coloniales, entre ellas el almirante Diego de Colón, hijo del conquistador. Un sermón histórico que resuena todavía hoy desde el dolor y el amor de la denuncia por unos seres humanos que estaban sufriendo la explotación y el abandono, sin misericordia de nadie. En medio de la Asamblea se escucha el grito como si fuera la voz de un nuevo Juan el Bautista en el Jordán: yo soy la voz de Cristo en el desierto de esta isla..., estáis en pecado mortal?¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes..?... ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades en que, de los excesivos trabajos que les dais, incurren y se os mueren y, por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? ¿Éstos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís?...

El sermón lo proclamó Antón de Montesino desde el púlpito ese cuarto domingo de Adviento, pero fue preparado por toda comunidad dominica encabezado por su prior, fray Pedro de Córdoba. Todos firman el sermón de su puño y letra para dejar constancia de la autoría colectiva, siendo meditado y preparado por todos a conciencia y proclamado por el que mejor se expresaba de la comunidad. Los frailes impulsados por los abusos y por la fuerza de la Verdad, propio del carisma de la orden, clamaron la injusticia. Partieron del convento de San Esteban con el carisma de Domingo, con la compasión por el prójimo y la ayuda material y espiritual como buenos predicadores. Su viaje lo realizaron a píe, de manera pobre, pidiendo limosna y hospedaje de pueblo en pueblo hasta que embarcaron en San Lúcar de Barrameda a la isla La Española. Su clamor y grito fue un escándalo, su voz llegó hasta la península, poco después se promovieron las Leyes de Burgos de 1512 que declaran la libertad de los indios, la necesidad de evangelización, de obligarles a un trabajo moderado, de la necesidad descanso, del derecho a que tengan hacienda y propiedades y mantener buena relación con ellos.

Pero su grito todavía resuena en nuestro mundo, su grito de misericordia fue un grito de justicia. En los textos Bíblicos, el sentido de justicia no parte de la equidad sino del clamor de los pobres y de profundas situaciones de sufrimiento, es dar lo suyo al que carece de lo necesario. La justicia es el primer fruto de la misericordia, Dios, escucha el clamor de su pueblo, les acompaña y hace justicia, "Te desposaré conmigo en la justicia y en el juicio, en la gracia y en la ternura; te desposaré conmigo en la fidelidad" (Os 2,21).

Todavía hoy podemos decir con qué derecho y justicia tratáis así a estas gentes, acaso no son hombres. ¿No vemos la situación de muchos inmigrantes en las fronteras de Europa? ¿No vemos los muertos e injusticias en las guerras de Sudán o en Siria olvidadas por medios? ¿No vemos las muertes de tantos que quieren cruzar en patera los mares del mundo? ¿Acaso no son hombres? ¿No tienen alma como nosotros?

Hace cuatro meses de la muerte Aylan, ahí lo vimos tendido en la playa y su grito conmovió la conciencia del mundo. Hoy 21 de diciembre, cercana la navidad, los inmigrantes siguen siendo invisibles, ni siquiera se ha reubicado como se acordó en Bruselas, siguen estando atrapados en medio de la nada y sin el clamor de nadie. Comisión Europea decidió repartir a los inmigrantes entre diversos países de la Unión, de acuerdo con un plan de cuotas obligatorias, hasta el momento sólo se ha realojado a una mínima proporción. De los 17.000 inmigrantes que deberían venir a España, sólo han llegado 12, pero llegan a nuestras cosas cerca de 200 inmigrantes de forma continuada, en medio de la indiferencia.

500 años después del grito de Montesino, sigue arrogando la pregunta en medio de las autoridades del mundo ¿acaso no son hombres?. El contexto de nuestro mundo ha cambiado después de tantos años, pero no el clamor de los pobres en todo el mundo, no mucho. Mujeres y hombres de los cinco continentes hundidos en su pobreza y necesidad gritan su dolor y piden justicia, dignidad, salud, trabajo, educación, libertad, el derecho a ser refugiado en cualquier territorio, el poder "vivir bien" con una vida digna de seres humanos. Si se ha conmovido nuestro corazón y podemos mirar a estos hombres y mujeres en su dignidad, entonces podemos decir ¡FELIZ NAVIDAD!

Así es mi vida,

piedra,

como tú. Como tú,

piedra pequeña;

como tú,

piedra ligera;

como tú,

canto que ruedas

por las calzadas

y por las veredas;

como tú,

guijarro humilde de las carreteras;

como tú,

que en días de tormenta

te hundes

en el cieno de la tierra

y luego

centelleas

bajo los cascos

y bajo las ruedas;

como tú, que no has servido

para ser ni piedra

de una lonja,

ni piedra de una audiencia,

ni piedra de un palacio,

ni piedra de una iglesia ...

como tú, piedra aventurera ...

como tú,

que tal vez estás hecha

sólo para una honda ...

piedra pequeña

y

ligera ...

León Felipe "Como tú?", Versos y oraciones del caminante.