Improvisando ando

Cuando creamos música de manera improvisada, las conexiones cerebrales actúan de una manera distinta que cuando realizamos otras tareas musicales.

Los estudios neurológicos al respecto han llegado a unas conclusiones realmente interesantes (aun cuando todavía sabemos tan poco sobre cómo funciona la capacidad creativa en nuestro cerebro). Gracias a los encefalogramas y resonancias magnéticas que se han llevado a cabo en distintos experimentos, se puede ver cómo unas zonas entran en funcionamiento y otras se desactivan.

Las investigaciones más relevantes fueron las efectuadas durante 10 años por el Dr. Charles Limb, profesor de la Universidad de California en San Francisco, el cual conjugó sus dos pasiones: la neurología y la música (toca el saxofón, el piano y el bajo), interesándose por la actividad cerebral de músicos de distintos estilos. El estudio realizado mediante resonancias magnéticas funcionales consistía en escanear, además de partes específicas del cerebro, esas partes que se activan cuando se improvisa.

Uno de los instrumentistas que participó en los experimentos fue Keith Jarrett, un músico capaz de improvisar a un nivel verdaderamente alto. En su cerebro se pudo ver que la información se generaba de forma espontánea y que, al improvisar, era capaz de tocar una mayor cantidad de notas que cuando simplemente tocaba una pieza ya memorizada.

Quedó patente que ciertas zonas del cerebro se activan, desactivándose otras que no son útiles para ese momento, como es el autocontrol o la inhibición. Al estudiar esas zonas del cerebro más activas durante la improvisación, se observó que son partes muy similares a las que se activan cuando soñamos. El cerebro de un músico improvisando presenta patrones similares a los que hay en fase REM.

Otra de las zonas cerebrales que se activa al improvisar es la del lenguaje, localizada en la corteza prefrontal medial del cerebro. Esta zona es asociada también con la personalidad, la subjetividad y la conciencia, activándose cuando trabajamos la individualidad y la autoexpresión.

En esta prueba fue Mike Pope el que se prestó a colaborar con el estudio. En los resultados se vio de forma clara que, al intercambiar e improvisar sobre las frases que habían sido previamente memorizadas, se iluminaban las zonas del cerebro que tienen que ver directamente con el lenguaje.

¿Pero qué ocurre cuando se improvisa verbalmente? Los estudios realizados a partir de fraseos free style en rap, consistieron en memorizar ciertas estructuras ya creadas de un rap, pidiéndoles posteriormente a los sujetos que se lanzaran a recitarlo de forma libre teniendo que citar algunas palabras dadas de antemano. Como resultado se apreció la activación de zonas del lenguaje al "rapear" de memoria, pero lo realmente interesante fue ver que, al improvisar sobre esa estructura dada se activaban también las áreas visuales, habiendo una mayor actividad del cerebro relacionada con la coordinación motora.

Estos estudios son bastante más extensos y técnicos, pero a las conclusiones a las que he llegado son: por un lado, la cantidad de conexiones cerebrales que se activan cuando improvisamos, aunque paradójicamente en ese momento concreto, estamos totalmente centrados en una sola tarea, la de improvisar; y por otro lado, que quizá todas esas personas que se bloquean y no consiguen llevar a buen puerto una improvisación se deba a la imposibilidad de desactivar esa zona que actúa sobre el autocontrol.