Me gusta Salamanca

Tengo que confesar, de nuevo y otra vez, que me gusta Salamanca, sus calles y plazas, el frío del invierno y la gente que pasea; los miles de turistas que nos visitan y la apacibilidad de sus rincones. Otra cosa es los sucesos a nivel regional, nacional y en este mundo desquiciado. Como ese procurador que se piensa el ombligo del mundo, de cuyo nombre apenas puedo acordarme -no me viene, vamos, al caletre- y anda por los despachos parlamentarios buscando gresca y al que tanto gusta salir en la foto y conceder una rueda de prensa un día sí y al 'desotro', que decían en mi pueblo, también. Aquí estoy, lo que yo diga y os vais a enterar.

Tampoco me gusta el politiqueo nacional y para muestra tres tontunas. La una el slogan de los populares para su campaña a las elecciones del 20D: "España en serio". Y me pregunto que si hasta ahora, con la que está cayendo, en esta piel de toro se hubiera instalado la broma, la juerga y la risa. Poco acertado el mensaje. Como tampoco aciertan los partidos, segunda tontuna, en ese absurdo empecinamiento de atacar al contrario, sin poner sobre la mesa esas realidades que el pueblo liso y llano, en especial el que lo pasa mal, esperan de los que gobiernan o de los que pretenden llegar a gobernar.

De igual manera me desagrada que nuestro Presidente, el de todos los españoles y por lo tanto el mío, no se digne acudir al debate que una cadena televisiva emitirá el próximo 7 de diciembre, enviando a la confrontación a su número dos (entre paréntesis y en voz baja manifiesto que acaso o tal vez su partido salga ganando con quien le sustituye). Tengo para mí que suena a miedo, que sería malo, o a desprecio, que sería peor, tras la retransmisión de un partido de fútbol a la que se prestó hace unos días, en clara demostración de que su agenda no está tan apretada como nos manifiesta, o a cualquiera de los mítines a los que acude por esas tierras del suelo patrio.

Pero si como escribo al principio de esta crónica me gusta Salamanca, confieso igualmente que no siempre y un ejemplo sería contemplar la calle Van Dick y sus alrededores en una de las numerosas bacanales que nos ofrecen los estudiantes y que el ayuntamiento no debe seguir permitiendo. En cualquier momento puedo dar mis razones.