Time to say goodbye

"Ya sabía que tarde o temprano tenía que llegar este momento. ¿Es mía la culpa? La culpa es del tiempo, que siempre anda a contramano. Recuerdo, cuando el barco iba llegando, que cada minuto parecía un siglo en esta casa. (?) En cambio ahora ¿cuándo pasó aquel día y el siguiente y los otros? Mi madre lo decía: hay un reloj de esperar y otro de despedirse; el de esperar siempre atrasa."

Éste es un fragmento de un diálogo casi al final de la obra que da nombre a esta columna, Los árboles mueren de pie, de Alejandro Casona. Me parece que fue ayer cuando con una inmensa ilusión estrenaba este espacio deseando que fuese "la superficie de contraste donde poder reflejar que merece la pena vivir viviendo, ser siendo, amar sintiendo, hablar pensando? y no vivir en el sueño, sintiendo de modo prefabricado, expresando afecto tasado y medido, y combinando el silencio y la palabra de una manera estudiada y sibilina, ¡tan fría! aunque a veces, VIVIR en mayúsculas implique equivocarse, romperse, ensuciarse? y levantarse de nuevo y que por cruda que sea nuestra realidad, nuestra persona? es mucho mejor que una farsa controlada." En definitiva, un espacio para la esperanza, la diversidad, las preguntas? espero haber sabido en estos meses reflejar y transmitir algo de esto, aunque sólo sea la punta de un iceberg que cada uno debe descubrir y desenmascarar en su interior.

Pero el curso termina, y a mí se me encomienda una montaña de trabajo y estudio que ocupa todas mis horas y segundos y que hace verdaderamente difícil en estos momentos seguir contribuyendo a intentar reflejar algo de luz a través de estas líneas de una manera regular y continua. Tempus fugit especialmente cuando uno está a gusto y disfruta y se lo pasa bien.

"Qué caro es el tiempo" dice una canción de un grupo casi juvenil, y es cierto. El tiempo es un bien escaso, nuestra posesión más preciada y más difícil de gestionar de manera eficiente, es decir, procurando que dé frutos. Pero frutos de toda clase, es decir, no únicamente aquellos que nos producen directamente un beneficio o provecho económico, no, frutos en general, cosas buenas? también para los demás o especialmente para otros. Si hay más alegría en dar que en recibir cuánta más si lo que regalamos es algo tan preciado (pero la gratuidad ni siquiera persigue esto). Tiempo bien gestionado, bien apurado, en trabajo, en descanso y en ratos regalados? días, horas, minutos, segundos de honda y verdadera alegría, de un gozo profundo que no se esfume a pesar de que el momento sea difícil y parezca no tener fin. Lo relativo del tiempo sólo es nuestra percepción. Supongo que a estas alturas no hace falta que especifique que esto es una invitación directa a cuestionarnos sobre nuestra gestión del tiempo y su fruto, especialmente para animarnos a regalar más tiempo de sonrisas, de caricias, de gestos, de ternura? gratis.

Reconozco que resumir se me da fatal, pero si tuviese que condensar dos ideas que me gustaría que quedaran como "legado" de este espacio serían estas: hay que disfrutar de la vida. Parece una obviedad, pero se acaba. El otro día garabateaba unos versos (quizás algo cutres para los que entienden de esto) que decían: "No nos damos cuenta/ y la vida se nos va/ igual que se escurre la arena/ entre los dedos de las manos, / en el reloj o entre las olas del mar.https://salamancartvaldia.es/ en un breve suspiro/ y lo que queda, lo que importa y permanece/ es cómo hayamos vivido,/ cómo hayamos amado y tratado/ a los que se han ido,/ a los que están./ Nada más." Sólo el amor permanece pero es limitado el tiempo que se nos concede para dejar que se expanda a través de nosotros, de nuestras manos, de nuestros pies, de nuestros labios? Disfrutemos. Disfrutemos mucho de cada precioso instante y coleccionemos momentos, nombres, rostros, gestos, paisajes? en nuestro corazón para que al final de nuestros días podamos preguntarnos en palabras de Pedro Casaldàliga: "Al final del camino me dirán: -¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres". Llenemos el corazón de nombres?

Y la segunda cosa es que los árboles mueren de pie. Siempre (los que caen, caen cuando ya están muertos). Que cada día seamos más como esas personas que siempre están de pie, como un gran árbol, sin importar que por dentro, en su interior, se sientan carcomidas o rotas, pues sus raíces siempre están alimentándose de esperanzas, de recuerdos, de aquello en lo que creen y les alienta el espíritu, aunque la tierra en la que les corresponde crecer a veces sea tan inhóspita y estéril. Que engendremos vida, que estemos abiertos a la esperanza de regenerarnos y de reinventarnos que recibimos de nuestras raíces, a veces sin saberlo, bien hendidas en la tierra que tarde o temprano nos hará brotar (¡es cuestión de confianza y actitud!). Que permanezcamos dispuestos a no desconocer ni obviar nuestra naturaleza humana, que apostemos por una experiencia aterrizada, hundida, enraizada. Que aprendamos a vaciarnos de nosotros mismos para que, firmemente anclados, acojamos vida en nuestro vaciado interior, en la profundidad de nuestras ramas? para que seamos cobijo y abrazo? como lo fue y sigue siendo Aquél que un "árbol" entregó su vida para engendrar la Vida dentro de cada uno de nosotros.