Rawan Diallo, un continente cabe en una voz y un cuerpo

Flaco. Piernas largas, brazos infinitos, se mueve con la elegancia propia de un príncipe del desierto. Se echa hacia atrás la guitarra que parece tocar sin ningún esfuerzo con un gesto despegado. Rawan Diallo tiene la intensidad de una cuerda tensada, la voz que evoca a todo un continente.

Probablemente la Casa de las Conchas no sea el mejor espacio para un concierto de música, pero la noche del viernes 27 de noviembre parece tener un latino especial. No es un desconocido para los salmantinos este africano del Senegal flaco e intenso. El documental de Pedro González y Javier Molales que narra su vida en un suburbio de Dakar se proyectó en la ciudad y nos fascinó por su historia de rabiosa superación, la de un muchacho que hace música y empuja a los chicos de su barrio a levantar la vista del vacío. Un muchacho dispuesto a estudiar y con un conocimiento de la música innato, un letrista que se vale de sus experiencias para narrar su vida en canciones intensas que mezclan su lengua africana, el francés, el inglés y un incipiente español con el que saluda al público.

Rawan Diallo es otra cosa, ha preparado este concierto en dos días en la buena, excelente compañía de un guitarrista fantástico, Laurent Lavigne, un bajo siempre presente, Flavio Araujo y dos músicos sin los que no se entiende la música salmantina actual. La presencia de Rai Anciona nos devuelve a los tiempos en los que los grupos charros se hacían oír, un maestro de la escena salmantina que deleitó al público con una versión "Metamorfosis" de un poema de Antonio Colinas sobre el propio edificio de las Conchas. Y al lado de Rai Anciona, Cote, José Campusano, un batería prodigioso que, con su trabajo en la asociación ALAMISA y sus jam session los miércoles en El Centenera, pertenece a ese momento dulce de la música en directo que llena las noches de una ciudad rendida por fin a la cercanía con las actuaciones. Cercanía que tuvo esta noche el sabor y el olor de todo un continente, magnífico cantante y carismático swoman, Diallo es una fiera de escenario capaz de concitar a los miembros de su familia que no tardaron en tocar con él, capaz de bailar y hacer bailar a un público entregado. En su voz suenan los ecos de lo que no conocemos y nos fascina, pero también aquel lamento por un país depauperado que lucha por salir adelante sin perder su esencia. Músico nómada que no quiere dejar su patria, este joven de apenas veinte años tiene toda la fuerza de quien sabe bien cuál es su camino, y el suyo es el escenario donde se entrega, se equivoca, reconoce el poco tiempo que ha estado con sus músicos y sin embargo, donde ofrece un concierto magnífico que embriaga de ritmos e hipnotiza con un rap vertiginoso.

Perfectamente y sin embargo, donde ofrece un concierto magnífico que embriaga de ritmos e hipnotiza con un rap vertiginoso. Perfectamente acompañado, sobre todo por este Cote de latido fortísimo, original, capaz de seguir la percusión de los invitados africanos de Diallo, el músico senegalés nos mostró de nuevo un mundo sin fronteras, donde no importan ni la nacionalidad ni la religión. Por eso, entre el público la sonrisa de Lauren Cintado, maestro y percusionista era de una alegría infinita, la misma con la que un bebé rubio fascinado por Diallo bailaba en la primera fila sin perder su enorme chupete azul. Un lugar donde latir al unísono al despecho de la barbarie. Diallo es grande.

Charo Alonso

Fotografía: Fernando Sánchez Gómez