Los atentados de Paris y la lucha contra el Yihadismo (I)

Los terribles atentados de Paris han demostrado que un conjunto de fanáticos religiosos intentar poner en jaque nuestra sociedad y el sistema de valores democráticos que los países occidentales nos hemos dado.

Es evidente que esos terroristas de raíz religiosa odian un sistema de valores que prima la democracia, la tolerancia y la igualdad como elementos fundamentales de nuestro sistema de vida.

Y ante este desafío debemos defendernos con las armas de la ley y la justicia, con respeto a los derechos humanos pero sin claudicaciones, ni falsos buenismos.

Yo siempre recuerdo los avances del nazismo en los años 30 del siglo XX ante la falta de reacción de las democracias europeas, Hitler siempre creyó en la debilidad del sistema democrático y en consecuencia ocupó Austria, Checoslovaquia e Invadió Polonia. Ahora los europeos no debemos caer en el mismo error y unidos debemos de luchar enérgicamente contra los profetas de la muerte.

Lamentablemente, los europeos seguimos divididos, para algunos los asesinatos de Paris son una consecuencia de la acción occidental en Oriente Medio, de donde se deduce que somos culpables y en consecuencia los asesinatos están justificados. Semejante y monstruosa interpretación, extendida en las redes sociales, da alas a los asesinos y les confiere una moralidad de la que carecen. Es como si culpáramos a las mujeres maltratadas de ser la causa de sus maltratos, es convertir a los víctimas en verdugos.

Esta interpretación desconoce además la realidad de que los grupos de terroristas islamistas aparecieron por primera vez en Afganistán a finales de los años 70 en lucha contra la Unión Soviética, bien financiados por Arabia Saudita, madre ideológica de todos ellos, y de otros países árabes y entrenados por Estados Unidos y Gran Bretaña.

Años después volvemos a verlos en la guerra de Yugoslavia luchando contra los ejércitos serbio y croata. Esta guerra en Yugoslavia movilizó por primera vez a miles de jóvenes musulmanes que con el mensaje de la Guerra Santa abandonaron Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Líbano, Irak, etc y se fueron a luchar contra los infieles serbios y croatas y en defensa de sus hermanos Bosnios. Occidente no se dio cuenta de la gravedad de esta situación y ayudó militarmente a todos estos fanáticos. En Asia, el terrorismo islamista es endémico en parte de las Islas Filipinas como pudieron constatar los españoles ya a finales del siglo XIX y en otras zonas de Asia asistimos a actos terroristas en contra de las mayorías budistas por parte de fanáticos musulmanes y qué decir del explosivo Paquistán y sus guerras con la India?. En consecuencia estamos ante un problema global del que no somos responsables morales los Europeos.

Tras los acontecimientos de Nueva York, Madrid, Londres y Paris la lucha contra estos fanáticos religiosos debe partir de un nuevo análisis del problema, porque en realidad se mezclan diversos campos, la situación explosiva de Oriente Medio y de casi toda Africa, territorios azotados por dictaduras sangrientas y guerras civiles de tipo tribal y religioso, en segundo lugar, está la lucha de un grupo terrorista de raíz religiosa musulmana nacido en los años 80, mucho antes de las intervenciones militares occidentales en Afganistán e Irak, que está llevando a cabo una guerra de religión contra otros musulmanes y los considerados infieles y sus valores sociales, libertad, igualdad, democracia, y cuya capacidad de expansión a través de las redes sociales está suficientemente probada. Estos fanáticos religiosos no solo se hallan en Afganistán, Siria, Irak o Líbano, sino que han extendido sus tentáculos por el norte de Africa, véase los atentados de Túnez, la difícil situación de Argelia y Marruecos o los territorios saharianos de Mauritania y Mali en parte controlados por Al Qaeda en el Magreb. Esto significa que el continente europeo y España en particular está en grave peligro por el flanco sur, en tercer lugar, nos encontramos con un notable descontento y radicalización religiosa de jóvenes musulmanes europeos, atraídos por el ilusionante mundo que venden los integristas musulmanes y a todos estos problemas se une el enfrentamiento entre Israel y los países árabes que contribuye a envenenar el difícil equilibrio de Oriente Medio y a la propia radicalización del mundo árabe contra Occidente.