Cuando cogía flores, ellos recolectaban balas

Autora: Laura Rouane, activista de Amnistía Internacional Salamanca

Sí, hablo de estos lugares en que la guerra no se juega con pistolas de plástico, en que niños aprendieron a matar antes de vivir. Espacios en que jugar al fútbol puede significar pisar minas. Escuelas en que no se aseguran las clases todos los días porque les pueden caer bombas encima de las cabezas, profesores que organizan días para hacer a sus alumnos felices y que reciben cohetes en la fiesta, madres viudas, que intentan matricular a sus niños, que están amenazadas al acercarse a las escuelas. Niños que tienen que huir de un país que apenas conocen, que tienen que crear y creer en el sueño de regresar a una tierra que algún día les vio nacer. Una violencia presente en su día a día, el hambre, lo insalubre, aulas que no pueden acoger a todos estos refugiados, dejando a estos niños en la calle. Niños y niñas que no tienen acceso a lo básico, a quiénes no les dieron el tiempo de tener niñez, de tener sueños ingenuos y no confrontados a la realidad de conflictos armados.

En Siria, la población tiene que sufrir la presión de las fuerzas armadas gubernamentales como de su oposición, dejando a millones de sirios en situación de precariedad. El ejército gubernamental practicó asedios y negó la ayuda humanitaria a 10,8 millones de personas, entre los cuales había niños. Las fuerzas armadas de la oposición practicaron ejecuciones públicas que, además de tener niños como espectadores, llegaron a la ejecución de chicos de 15 años. El Estado Islámico torturó a 150 niños kurdos de Manjeb (Siria). Esta situación de conflicto lleva a un mal acceso a la sanidad, lo que causa la reemergencia de enfermedades previamente erradicadas en Siria. Por no hablar de las condiciones de sobrepoblación en las casas y problemas de malnutrición en los campos de refugiados. Se registran desapariciones forzadas sin razón aparente de familias enteras como es el caso de Rania Alabbasi y sus seis hijos de 3 a 15 años que fueron raptados por fuerzas gubernamentales dos días después de que viniesen a por su marido en el 7 de marzo de 2013; desde entonces no se sabe nada de ellos. Tanto en Siria como en los campos de refugiados el Ejército Sirio Libre (ESL), las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo, Arar al-Sam, el Estado Islámico del Iraq y el Sham (ISIS), Jhabat al-Nusra y otros grupos armados reclutan a niños para su administración, papeles de puestos de control y enfrentamientos. A cambio de su participación, los niños de entre 8 y 17 años reciben entre 3000 y 35000 libras sirias (entre 14$US y 200$US). Los niños y niñas soldados siguen siendo una gran herida en la humanidad, vendidos por su familia, involucrados por grupos religiosos o a cambio de una renta, son niños que viven con las armas en mano, enviados para espiar, que están expuestos al riesgo de ser detenidos y torturados. Niños y niñas acosados sexualmente, expuestos días tras días a la muerte y a una realidad que no deberían afrontar. Los niños soldados son la realidad todavía dolorosa de 20 países en el mundo

Y habría más que hablar, habría que gritar ante todos los gobiernos que autorizan casar a niñas en contra de su consentimiento, normalmente con personas mucho más mayores, a veces compartiendo el papel de mujer entre varias, forzada a producir tantos hijos como desee el macho. Habría que llorar sobre el cuerpo de todos estos niños que sufren esta violencia. Tendríamos que correr a construir pozos y dejar acceso libre a agua potable, deberíamos escribir acerca de todos los niños a quiénes se les quita la vida. Un grito al mundo que apenas se escucha, un grito que en Amnistía Internacional esperamos haga cambiar la situación de estos menores de edad sin voz.

Informe sobre niños y niñas soldados de AI:

https://www.es.amnesty.org/temas/menores/ninos-y-ninas-soldados/

Artículo sobre personas desaparecidas en Siria de AI:

https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/siria-personasdesaparecidas-ago15/