Truman, una película trascendente

Por regla general las películas de cine son intranscendentes desde el punto de vista de la comunicación de eventos con relevancia social. Es decir, la mayor parte de sus cintas tiene el objetivo de entretener el ocio de los espectadores a través de argumentos de acción, de ficción, de amor o mediante comedias de entretenimiento. Generalmente abordan temas que se encuentran en las colas de la curva de normalidad gaussiana y, en consecuencia, cumplen el objetivo de entretener; pero no suelen ser guiones trascendentes para los espectadores.

Pero existen excepciones y de vez en cuando uno se encuentra con una película bien estructurada y desarrollada con rigor que aborda un tema actual que forma parte de las preocupaciones y conversaciones de la población. Este es el caso de la película titulada Truman que hace llegar a los espectadores una visión positiva y con humor de la última etapa de la Vida de ser humano. En esta cinta cuyos protagonistas son dos amigos, que han llegado la madurez y después de haber vivido sus diferentes experiencias familiares, laborales y sociales, pasan unos días juntos. Es decir, cuando se sabe lo que se quiere en cada momento y se diferencia entre lo trascendente y lo accesorio. También en esta fase es cuando se valora lo que realmente es importante en la Vida y para la Vida, como es la amistad, el compromiso, la generosidad y el saber estar en los momentos de dificultad.

Esto es lo que necesita el protagonista Julián (Ricardo Darin) que padece un tipo de cáncer de pulmón cuyo tratamiento no ha ido bien porque se ha llegado tarde y, por consiguiente, aborda la última etapa de su Vida. En estos momentos es cuando los amigos y familiares juegan un papel importante, simplemente acompañando como refiere su amigo Tomás (Javier Cámara) o ayudando y apoyando. También, como como suele ocurrir y refleja la película, es cuando algunos desaparecen.

La película refleja también un aspecto presente en el proceso asistencial actual en relación con este grupo de enfermedades, la renuncia al tratamiento porque Julián ha decidido que no quiere seguir con la quimioterapia que le ofrece su oncólogo para afrontar esa última etapa de frente y vivir lo que le queda tomando sus propias decisiones. Se plasma así el componente ético de la relación médico-paciente en el proceso asistencial donde el paciente decide por consentimiento informado, desde su decisión responsable e informada, esperar de manera más natural una muerte digna, sin tratamientos y/o aparatos tecnológicos y otros tratamientos que le hagan no ser el mismo y estar en procesos que no le dejen pensar y vivir con sosiego y tranquilidad los últimos meses de su Vida. Intentando tener y llevar la misma tranquilidad y naturalidad con la que vive Truman, su perro.

Se trata, por tanto, de un tema actual del que ya he opinado en esta columna, la trascendencia de una muerte digna; pero sobretodo, de afrontar este fenómeno vital de la manera más natural y saludable que se pueda, si es que se puede. Pero siempre desde el respeto a las decisiones del protagonista que no son ni los amigos ni los familiares. Estos sólo tienen que estar ahí acompañado, ayudando y, por supuesto, respetando las decisiones del que es realmente el protagonista.

La visión que se da en esta película sobre sobre esta etapa de la vida es muy positiva y se hace con humor provocando sonrisa y risa en los espectadores en una etapa que casi siempre conlleva tristeza, cuando la muerte es un evento vital que forma parte de la vida. También, deja patente la importancia y el apoyo de la espiritualidad para estos momentos de reflexión pausada sobre la Vida y la trascendencia de la muerte.

Por terminar, una opinión positiva y basada en evidencias, que se debe afrontar el cáncer desde la racionalidad, los avances y la confianza en el Sistema Sanitario y, en sus profesionales, porque es una enfermedad crónica que tiene prevención y curación en cada vez más casos y más tipos de cáncer.

Salud y Vida?

JAMCA